Como era de esperar en Los Ángeles, una ciudad tan metropolitana donde puedes encontrar de todo incluso a un taxista que se hace llamar Erika Simone, su nombre artístico, una drag queen que en realidad se llama Erik Koral. Este tipo vestido de mujer se burla de las carreras convencionales y ofrece un servicio del que jamás te olvidarás.
Esta taxista trabaja habitualmente con Uber y Lyft, las dos compañías de «taxis» más populares en los Estados Unidos. Erika ha convertifdo su taxi en el más deseado y popular ya que ofrece carreras memorables. ¿Su clave? Hacer que la gente se divierta para que quieran repetir con su servicio.
Sólo de pensar en llegar a Los ángeles y ver que me recoge en el aeropuerto un hombretón disfrazado de mujer con más escote que yo y embutido en una minifalda invitando a subir en su vehículo muy serio… ¡qué situación!
Erika Simone es una conductora autorizada y oficial de Uber, con más de 1.600 carreras en su haber en los últimos dos años. En el asiento trasero de su coche dispone de pelucas, gafas de colores, collares y todo tipo de accesorios para la diversión de sus clientes y que no falten ¡los selfies! Son los clientes los que pueden elegir la música que suena en el equipo de sonido del coche. Cuando vaya a Los Angeles yo ya sé a quién llamar para que me recoja, sin duda.
El Toyota Prius de Erika tiene escrito en su cristal trasero Driving is a drag, y ya tiene su pequeño corrillo de fans en la zona de Los Ángeles. Tiene hasta página oficial en Facebook. Los clientes aprovechan para hacerse fotos, y el ambiente durante el trayecto es de todo menos aburrido. Hasta el punto de que muchos han invitado a Erika a cenar a sus casas o a fiestas. Contrariamente a lo que se pueda pensar, sólo un pasajero rechazó la carrera al ver aparecer a Erika, y lo hizo de forma educada. ¿Qué harías si tu taxista fuese esta drag queen?
¿Te imaginas algo así en España? Es un modelo de negocio ciertamente peculiar y muy certero. Amigos taxistas españoles ya sabéis que hacer para que los taxímetros de vuestro servicio no pare de contar.