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jubilado que crea un garaje tras la negativa del ayuntamiento
Alba Pérez

Este jubilado engaña a las autoridades con la puerta de su garaje

Un jubilado sigue la doctrina del filósofo francés René Descartes: «no basta con tener buen ingenio, lo principal es aplicarlo bien». Y es que a este ciudadano belga el ayuntamiento le denegó la posibilidad de construir un garaje en su local, sin embargo, este impedimento no le frenó en su ingeniosa hazaña.

A veces, las leyes que promueven la convivencia ciudadana limitan a algunos habitantes por lo que los seres humanos activamos nuestro ingenio para transformar circunstancias imposibles en realidad. Este ciudadano quiso, después de jubilarse, reconstruir su viejo local ya que el espacio se había quedado inservible tras desmontar la tienda en la que había trabajado toda su vida y que estaba situada justo debajo de su casa.

Este belga quería hacer un garaje para resguardar su BMW pero la legalidad truncó en un primer momento su acción. Fue entonces cuando su imaginación comenzó a ponerse en marcha.Y es que el jubilado transformó un proyecto fuera de la ley en uno totalmente legal.

Aparentemente cuando observamos las imágenes se ve una fachada normal con un banco situado justamente delante de la ventana del local que bien podría ser de un típico concesionario. Sin embargo, ¡no es oro todo lo que reduce! porque una vez que este hombre aparta el asiento se abre paso su proeza.

El hombre colocó bisagras en el escaparate para sujetar esa parte que parece una simple pared aportando así la movilidad necesaria. El siguiente paso que llevó a cabo consistió en poner ruedas en el muro para poder desplazarlo con cierta facilidad.

Una vez abierto, lo que se pensaba que era un escaparate, llega el momento de colocar dos pequeñas rampas que permiten al BMW salir sin que la altura provoque daños en los bajos. Lentamente, como si estuvieses entrando a un autolavado, el jubilado retira su coche del garaje que se ha sacado de la manga. Pero, ¿crees que aquí finaliza la historia?

La aventura no termina ahí. Y es que, a falta de mando, el hombre tiene que dejar el vehículo aparcado unos segundos en la calle mientras él vuelve adentro para colocar el muro en su lugar y cerrar el ventanal. ¡Ahora sí! Todo listo para emprender viaje y aquí como si no hubiese pasado nada.

La idea no parece muy práctica para días en los que la prisa se abre camino pero no vamos a negar que el ingenio de este jubilado no tiene parangón. ¿Se te habría ocurrido este perspicaz plan?

Vía: La Voz del Muro

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