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Alfa Romeo Arese
Pablo Maza

La fábrica fantasma de Alfa Romeo

Alfa Romeo atraviesa horas bajas, pero no siempre fue así. En la década de los 60, la firma italiana era un referente de la automoción internacional. Sus vehículos eran garantía de estilo, modernidad y fiabilidad. El buen ritmo de las ventas provocó que la fábrica de Portello, situada en Milán, se quedara pequeña. Los responsables decidieron ampliar el espacio de producción con la apertura de una nueva fábrica en Arese, al norte de la ciudad, con una capacidad de fabricación de 700 coches diarios.

En los mejores tiempos, allí se concentraron cerca de 60.000 empleados que se afanaban en la construcción de algunos de los modelos más exitosos de la casa, como el Giulia o el Duetto. Años dorados donde los automóviles de Alfa Romeo se codeaban con los BMW más distinguidos de la época. Tal era el éxito que uno de los mayores gigantes de la automoción italiana, Fiat, se lanzó a la compra de la firma, aumentando la producción de 700 a 1.000 vehículos diarios. Pero todo empezó a cambiar.

Desde que la familia Agnelli se hiciera cargo de Alfa Romeo, comenzaron a sucederse los encontronazos con las autoridades de Arese, hasta el punto que Fiat decidió desmantelar paulatinamente la fábrica. En el año 2000 suspendió definitivamente la producción de coches, trasladando a Arese el centro de diseño de motores V6. Seis años más tarde, en 2006, el depertamento volvió a hacer las maletas para mudarse definitivamente a Turín, donde en la actualidad Fiat mantiene su infraestructura de producción y distribución de vehículos.

Alfetta 1951

En la fábrica de Arese solo quedó un museo de coches clásicos, al que pronto se impidió el acceso a los visitantes, cuando Fiat echó el cierre de la fábrica para siempre. Según fuentes cercanas a la compañía italiana, «Fiat ha intentado vender los modelos expuestos». Aunque había compradores interesados, las negociaciones se frustraron por un requerimiento del Ministerio de Cultura italiano, que reclama los automóviles como patrimonio cultural.

A la espera de una resolución, entre la maleza que comienza a engullir los exteriores del recinto, descansan algunas de las grandes joyas de la automoción. El Alfetta con el que Juan Manuel Fangio ganó en 1951 el título de campeón de Fórmula 1, espera paciente un nuevo destino.

Vía: Autobild

Fotos:

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