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Pablo Maza

Los motoristas en Madrid, más protegidos

Precisamente porque son el «rival» más débil, los conductores de automóvil llegan a percibir  a los motoristas como un enemigo en la carretera que siempre adelanta por la derecha.

Esperanza Aguirre colocando una protección

Lo de motos y coches es un ejemplo de lo complicado que son las relaciones personales cuando existe un elemento diferenciador que en lugar de complementar, separa.

La problemática no iría más alla si la rivalidad por el dominio de la carretera no se hubiera transformado en una cuestión vital que tan sólo en 2009 se cobró 238 víctimas del «bando» de los motoristas, un 33% menos que en 2008 y que al menos confirma la linea descendiente que continua en 2010,  donde hasta el momento han perdido la vida 47 motoristas, 27 menos que en el mismo período del año pasado.

La razón principal de los fallacimientos es la imprudencia de unos y otros y para revertirlo las administraciones públicas han puesto en marcha diferentes iniciativas. A las campañas de concienciación social se sumó el año pasado un proyecto de la Comunidad de Madrid que convertirá a la  región en la primera de España con una barrera de protección para los motoristas en toda la red principal de carreteras.

A través del plan de Estrategia de Seguridad Vial Integral para Motoristas, firmado junto  con las asociaciones Lucha Motera y Mutua Motera, la Comunidad instaló en 2009 barreras de protección para motoristas en 82 kilómetros de la red principal,   cifra que se verá aumentada hasta los 170  kilómetros a finales de este año con una inversión superior a los tres millones de euros.

Las barreras de protección son unos faldones de chapa fabricados en acero con un perfil de doble onda que elimina las antiguas aristas responsables de las muertes  y mutilaciones de decenas de motoristas que sufren una caída. El gobierno de Esperanza Aguirre se convierte de esta forma en el primero en atender una de las principales reclamaciones de las asociaciones,  que llevan años denunciando los perjuicios irreversibles de los ahora obsoletos quitamiedos.

Pese a todo, las cifras no engañan y las imprudencias en la conducción continúan siendo la causa principal de la muerte de decenas de motoristas en nuestras carreteras. Ni decir tiene la importancia de inculcarles unos parámetros de conducta que van mucho más allá del casco.

Todos hemos sido alguna vez testigos de exhibiciones temerarias encima de la moto de los que confunden la carretera con un circuito de carreras y que ponen en riesgo su vida y las del resto, pero es un hecho palpable que en esta relación los que van a dos ruedas tienen todas las de perder, así que es nuestra responsabilidad, la de los conductores de automóvil, extremar las precauciones cuando una moto comparte nuestro espacio. Y sus vidas nos van en ello.

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