Road Movies: Nebraska

La vejez no es precisamente uno de los temas estrella de los guiones cinematográficos. Y cuando los son suele ser para hablarnos de la última voluntad o temas relacionados con la muerte. Es el caso de otra road movie de la que ya te hemos hablado, una historia verdadera de David Lynch, en la que el protagonista va de Iowa a Wisconsin en una segadora para ver por última vez a su hermano antes de que éste muera.

Pero pocas veces nos encontramos con películas que celebren la vitalidad y las ganas de perseguir un sueño cuando sus protagonistas ya han cruzado los setenta años. Aunque éstos sepan que quizás no sea la idea más racional y sean tachados de dementes, en la película de Alexander Payne de la que hablamos esta semana, Nebraska, encontramos precisamente esto: un anciano muy particular que se niega a que le roben su viaje, su premio.

Woody Grant (Bruce Dern), un anciano de 75 años, es pillado por un policía andando por una autopista en las afueras de Billings, en Montana, Estados Unidos. Woody se empeña en hacerle entender que se dirige a Nebraska a recoger un premio de un millón de dólares.

Consigue llevarlo a su casa, pero una vez allí convence a uno de sus hijos para que haga el viaje por carretera con él. Así es como hijo y padre, y toda la familia se embarca en un viaje que les unirá, les llevará a recuperar sus raíces y, probablemente, aprovechar la que posiblemente sea la última vez que el anciano esté completamente lúcido.

Un viaje con un señor mayor malhumorado y con un carácter difícil no parece el mejor plan para su hijo, ni siquiera para el espectador, sin embargo Nebraska es una comedia intensa pero divertida. En parte por las situaciones esperpénticas mezcladas con momentos sensibles, en parte porque el humor es el mecanismo que utiliza el director, Alexander Payne, para introducirnos personajes desolados y mezclarnos de forma irónica fracasados con triunfadores, las dos opciones que tienes en un país como éste.

Alexander Payne

Una película rodada en blanco y negro… en 2013. Alexander Payne no tenía dudas, «me imagino la vida de estos personajes así». El director de Los Descendientes o Entre Copas, sólo cuenta con cinco películas en su filmografía, pero es uno de los cineastas norteamericanos más queridos por la crítica y los cinéfilos. Pero también por la industria.

Con esta película consiguió seis nominaciones a los Premios Óscar y con Los Descendientes, película que protagonizó George Clooney, le pasó algo parecido. Sus dos guiones anteriores, el de Entre Copas y Los Descendientes acabaron ganando la estatuilla. Es adorado en los festivales y en las entregas de premios independientes. Todo el mundo quiere a Alexander Payne.

Sus películas se rinden ante la gente corriente y por eso sus historias son melancólicas pero sutiles. Un tipo de Nebraska como él, como esta película, dice, es lo que siente cuando mira a la América profunda. Algo muy parecido lo que nos pasa a nosotros cuando miramos nuestro cine de décadas pasadas. Cuando Payne estudiaba en Stanford hizo un intercambio con la Universidad de Salamanca y quizás por eso cuente que una de sus influencias para esta película es uno de las películas más importantes de nuestro cine, Bienvenido Mister Marshall, de Luis García Berlanga. Aunque también tiene un padre con 99 años, por lo que siente debilidad por la tercera edad. Esta película pretende precisamente hacer un homenaje a esas personas, recuperar su dignidad.

El coche

Como no podía ser de otra manera, padre e hijo se suben a un coche familiar para hacer su peculiar periplo hasta Nebraska. Se trata de un japonés, el Subaru Legacy Outback del 1996. Se trata de uno de los coches familiares más característicos del medio oeste norteamericano y que, sin duda, Alexander Payne eligió como guiño a toda esa generación de estadounidenses que han pasado tantas horas a bordo de esos vehículos.

No te pierdas el tráiler de la película.