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Gonzalo Yllera

Prueba a fondo: Land Rover Freelander 2.2 SD4 HSE

Como decíamos en la entradilla, de entre la variada gama de todoterreno y SUV disponibles en la firma Land Rover, en esta ocasión probaremos uno de esos modelos que no recibe mucha atención por parte de los medios, más centrados en el lanzamiento de rutilantes estrellas como los nuevos Range Rover y Range Rover Sport o el ya consagrado Range Rover Evoque, pero que una vez analizadas sus características se posiciona como un modelo francamente interesante, cuyas virtudes han pasado desapercibidas frente a sus hermanos de marca. Nos referimos al Land Rover Freelander.

Y es que si lo que necesitamos es un todoterreno “puro y duro” dirigiremos nuestras miradas hacia el clásico Land Rover Defender mientras que si lo que buscamos es otro modelo más cómodo y con la “clase” de los SUV de la firma inglesa, entonces nos decantaremos por el Land Rover Discovery o los antes mencionados (bajo la marca Range Rover). Pero casi nadie se acuerda que también existe un vehículo que, sin las posibilidades trialeras del mítico Defender, se defiende fenomenalmente bien en terrenos abruptos y complicados pero que no resulta tan aparatoso como el Discovery.

En un principio también abordamos esta prueba con un cierto escepticismo, no sabiendo muy bien qué nos íbamos a encontrar, pues en muchos casos cuando un vehículo (sea del tipo que sea) nada “entre dos aguas”, normalmente no acaba haciendo bien ninguna de las labores que se le encomienda… ¿será este el caso del Land Rover Freelander? Acompáñanos durante estos dos próximos artículos para descubrirlo en una de nuestras habituales Pruebas a Fondo.

Exterior

Tras la última puesta al día del modelo, llevada a cabo en el año pasado, se ha producido una mejora notable de su aspecto exterior sobre la generación precedente. Ahora ya no desentona tanto, presentando unos aires de SUV Premium más próximos a los de sus “hermanos mayores” dentro de la firma británica, a lo que contribuye el precioso color de la versión probada, denominado Ipanema Sand Metalizado. Y eso a pesar de que aún conserva unas formas muy cuadradas que han sido convenientemente disimuladas, por ejemplo, en el frontal.

Éste presenta un aspecto masivo, con una parrilla central realmente bonita, con el sempiterno logo de la firma, y delimitada a ambos lados por unos faros de bella factura, que incluyen luces de posición y diurnas de tipo LED, con lo que se consigue que su aspecto llame poderosamente la atención. La iluminación que proporcionan estos faros bi-xenon es realmente buena, resultando un haz homogéneo e intenso que contribuye a aumentar la sensación de seguridad en conducción nocturna, tanto en carretera como fuera de ella.

Los faros antiniebla son los menos agraciados estéticamente, bajo nuestro punto de vista, con la habitual forma redonda pero encastrados en un pentágono irregular bastante feo… En la parte inferior del paragolpes encontramos una abertura de grandes dimensiones que facilita la entrada de aire en el intercooler y a la vez sirve para mejorar la refrigeración del motor. Los bajos presentan una protección plástica de buena factura pero que no será suficiente si decidimos explorar “a fondo” sus posibilidades como todoterreno, realizando recorridos algo más radicales, mientras que para el resto de ocasiones cumple sobradamente su función.

La vista lateral es la que menos difiere con la que hasta ahora teníamos “asimilada” del Land Rover Freelander. Aquí es donde se observa que no dispone de unas líneas muy aerodinámicas que digamos, a diferencia de lo que sucede en otros modelos de la competencia y eso, como veremos más adelante terminará pagando su correspondiente peaje a la hora de pasar por el surtidor. Se observa claramente la división que producen en la zona acristalada los diferentes pilares, estando el B pintado en negro para disimular su tamaño, mientras que el C es el de mayores proporciones, delimitando de forma precisa la zona de pasajeros de la del equipaje. No observamos prácticamente decoración alguna, con formas muy sobrias, excepto por las branquias cromadas detrás de los pasos de rueda delanteros. Los retrovisores exteriores, de grandes proporciones, garantizan la visibilidad lateral y trasera y se caracterizan por estar calefactados, o disponer de iluminación de bordillos, muy útil a la hora de bajarse del coche cuando la oscuridad nos rodea.

Las llantas de aleación sí llaman la atención, con formas no muy complejas de cinco radios dobles y aspecto resistente, que es lo que se espera en un vehículo de este tipo. Son el modelo Sparkle Silver de 18 pulgadas de diámetro en las que se montan unos neumáticos M+S Continental Cross Contact UHP en medidas 235/60 R18 107V.

La parte trasera también ha pasado por las manos del equipo de diseño y se han efectuado sustanciales modificaciones que mejoran su aspecto. Por ejemplo, y al igual que ocurre con la parte delantera los grupos ópticos están ahora completamente formados por LED, lo que mejora su visibilidad. La tercera luz de freno ubicada en el extremo superior, también permite que seamos vistos por los conductores que nos siguen nada más producirse la maniobra de frenado.

El portón de apertura vertical facilita el acceso al maletero de forma fácil y sencilla. El diseño es también bastante sencillo no observándose nada digno de destacar aparte de los logos de la marca y de la nomenclatura del modelo en cuestión. La zona del paragolpes dispone de los sensores traseros de aparcamiento, junto a los obligatorios catadióptricos. También se sitúa en esta zona la cámara de visión trasera, siempre tan útil a la hora de aparcar un vehículo tan alto. Y ya en la franja inferior, a la izquierda, está la única salida de escape y a la derecha una sobredimensionada anilla de remolque.

En general su aspecto exterior nos haría pensar en un modelo mucho más grande de lo que realmente es (sensación que se ve corroborada por sus amplias dimensiones interiores, como veremos más adelante), y no es hasta el momento en que cogemos el metro cuando realmente nos damos cuenta de ello.

Yo personalmente no me percaté hasta que no lo aparqué en mi plaza de garaje habitual, donde un modelo compacto con carrocería familiar cabe a duras penas y a este Freelander le sobraba aún una buena distancia libre hasta la pared del fondo. No os engañamos: su longitud total es de 4,5 metros clavados, mientras que su anchura sí que es considerable: 2,005 m (con los espejos plegados) y 2,195 m (con ellos desplegados). La altura se sitúa en 1,74 m, por lo que no tendremos problemas a la hora de estacionarlo en cualquier garaje subterráneo.

Interior

Fruto de las medidas exteriores, comentadas en el apartado anterior, es la excelente habitabilidad interior de la que hace gala este modelo. Cinco adultos podrán ubicarse con total comodidad (tanto delante como detrás), en unos asientos de perfecta factura lo que implica que los viajes se abordarán con mejor disposición, incluso para el ocupante de la plaza central trasera, que en muchas ocasiones es el gran “sufridor” en este tipo de vehículos, por la presencia del túnel de transmisión. Si bien es cierto que si solo se utilizan 4 plazas entonces el confort lo podríamos calificar como excepcional.

En la versión probada (HSE), como tope de gama de este modelo, el lujo y el confort es la tónica dominante, puede que resulte una expresión muy manida, pero nos encontramos envueltos en un ambiente Premium, en el que la terminación de todos los elementos, los ajustes y la calidad de los materiales empleados hace honor al logotipo que luce. Realmente da gusto manejar todos los mandos, con las dosis justas de dureza y sensación de que a pesar de un uso intensivo van a durar muchos años realizando a la perfección el cometido para el que fueron diseñados. La piel de los asientos (Grained Ebony) no tiene nada que ver con la que nos encontramos en otros modelos (el buen hacer de los artesanos británicos sale a relucir aquí…), con la ventaja de que además de ser cómodos y sujetar bien el cuerpo no resbalan en absoluto, tanto en conducción rápida como en la práctica del todoterreno (os lo podemos asegurar fehacientemente…). Incluyen unos prácticos apoyabrazos delanteros (para conductor y acompañante) así como un apoyabrazos central trasero con compartimento para objetos y 2 sujetavasos.

Al contrario de lo que pudiera parecer por el aspecto cuadrado de la carrocería y su deficiente aerodinámica, esto no es óbice para que en el interior el silencio sea la nota dominante, sólo rota por la potencia y calidad del excelente equipo de sonido de la marca Meridian, de 380 W y 11 altavoces con subwoofer, aunque para los más sibaritas existe otro en opción, de la misma marca, con 825W y 17 altavoces, que hace que disfrutemos de una calidad acústica realmente encomiable.

El volante, con tan solo 2,6 vueltas de tope a tope, tiene un tacto y grosor excelente, aunque quizá su aro, y solo digo quizá, sea un poco grande. Desde él podemos controlar diversos parámetros tanto del equipo de audio como del teléfono o el control de crucero, así que no tendremos que apartar la vista de la carretera más de lo estrictamente necesario.

Los materiales empleados en el salpicadero no merecen ningún tipo de reproche, con plásticos blandos de muy buena calidad (incluso los que imitan madera son de excelente factura), al igual que el cuero utilizado. El cuadro de relojes presenta una disposición de la información que nos resulta familiar, no en vano es muy similar a la que en su momento ya pudimos ver en el Range Rover Evoque que ahora hace algo más de un año probamos a fondo para todos vosotros. Entre ambas esferas se sitúa una pantalla de 5 pulgadas donde se muestran diversos parámetros del vehículo (temperatura, nivel de combustible, número de marcha o el modo del Terrain Response).

También es común la pantalla táctil de 7 pulgadas que preside la consola central y desde la que se gobiernan el equipo de sonido antes mencionado o el navegador y que también adolece del mismo problema ya visto en otros modelos del grupo que hemos probado en estas páginas, y no es otro que su lentitud de reacciones en determinadas ocasiones. Urge una revisión, pues resulta incompatible con un vehículo denominado Premium, y más cuando modelos de otras marcas de menor “caché” cuentan con sistemas que reaccionan con la suficiente premura a nuestras indicaciones.

La consola central está presidida por un reloj horario de tipo analógico, alrededor del cual se concentran los mandos del equipo multimedia y la boca desde la que se introducen los CD/DVD o un diminuto interruptor de warning, que debe mejorar en su ubicación y tamaño. Más abajo se sitúan los mandos del climatizador bi-zona, muy potente y que alcanza rápidamente la temperatura deseada.

Lo que nos ha gustado mucho es el tamaño y la ubicación de la palanca de selección del cambio automático, con el característico doble carril para una utilización automática o manual, que casi nos ha hecho olvidar la ausencia de levas detrás del volante. Por último y justo antes de la guantera central se han dispuesto los mandos del sistema Terrain Response y el freno de estacionamiento eléctrico.

Recordemos que no estamos ante un SUV al uso y es de esos modelos a los que “hay que subirse” a él para poder sentarnos en el puesto de conducción. Esto trae como consecuencia una postura elevada, que nos permite dominar a la perfección todo aquello que sucede a nuestro alrededor, facilitando la visión hacia adelante, con bastantes metros de ventaja sobre el resto de conductores, con lo que podremos anticiparnos en la realización de maniobras evasivas en el caso de que estas fuesen necesarias. Además en la conducción fuera de asfalto podremos visualizar correctamente las dificultades del camino, siendo más sencillo el poder evitarlas.

Equipamiento

El nivel de equipamiento de la versión probada, al tratarse del tope de gama de este modelo raya a gran nivel, por lo que solamente os resumiremos lo más significativo. De todas formas si queréis entreteneros leyéndolo en su totalidad no tenéis más que pinchar en el siguiente enlace: Equipamiento Land Rover Freelander.

  • Cambio automático CommandShift de 6 velocidades
  • Terrain Response
  • Control de Liberación de los Frenos en Pendiente (GRC) con Control de Descenso de Pendientes (HDC)
  • Tracción a las 4 ruedas
  • Sistema de frenos antibloqueo (ABS)
  • Retrovisores exteriores – Color carrocería
  • Paragolpes trasero con color carrocería
  • Branquias laterales en acabado Silver

  • Retrovisores exteriores calefactados, de ajuste y plegado eléctrico, con iluminación de bordillos, con función memoria e inclinables para marcha atrás
  • Lavafaros eléctricos – Color carrocería
  • Cámara trasera
  • Control distancia aparcamiento delantero
  • Control distancia aparcamiento trasero
  • Faros automáticos
  • Faros Xenon con diseño característico de luces LED
  • Reposabrazos delanteros conductor y pasajero
  • Memoria – Asiento del conductor y retrovisor exterior
  • Asientos tipo estadio
  • Retrovisor interior electrocrómico
  • Climatizador Bizona
  • Alarma perimétrica

  • Distribución electrónica de la presión de frenada (EBD)
  • Asistencia a la frenada de emergencia (EBA)
  • Control de Tracción Electrónico
  • Control Dinámico de Estabilidad (DSC)
  • Control de Frenada en Curva (CBC)
  • Control de Estabilidad Antivuelco (RSC)
  • Sistema de navegación con disco duro
  • Conexión iPod mediante puerto USB
  • Sistema de sonido Meridian (380 W) con 11 altavoces

El precio base de la versión probada (recordemos que se trata del tope de gama, HSE) es de 48.330 euros. A ello hay que sumar el siguiente equipamiento opcional del que disponía “nuestro” Land Rover Freelander:

  • Pintura metalizada color Ipanema Sand —– 791,00 €
  • Techo panorámico delantero eléctrico practicable y trasero fijo —– 1.538,00 €
  • Sistema Teléfono Bluetooth —– 594,00 €

Lo que supone un precio final de 51.253 euros, una cifra bastante alta para la inmensa mayoría de nosotros pero totalmente en consonancia con las prestaciones, calidad y equipamiento ofertados.

Tras la primera parte de esta Prueba a Fondo del Land Rover Freelander 2.2 SD4 HSE que os ofrecimos en el día de ayer, hoy culminaremos con la segunda y última parte, donde os mostraremos nuestras conclusiones sobre el SUV de la firma británica.

Maletero

Es el único aspecto que quizá desentone algo en un modelo tan logrado en el resto de aspectos. No porque se muestre insuficiente para una utilización diaria, que no lo es, sobre todo por sus formas regulares y muy aprovechables, sino porque en un vehículo de estas características, con una vertiente lúdica tan definida, los amantes de las actividades al aire libre verán cómo se llenan muy pronto los poco más de 400 litros que cubica este modelo, con los asientos traseros en su posición más erguida y hasta la altura de los reposacabezas (que aumentan hasta los 755 litros si los medimos hasta el techo). Si queremos transportar bultos u otros objetos de grandes dimensiones tendremos que recurrir entonces a plegar los asientos traseros (abatibles en una proporción 60/40), con lo que la capacidad se incrementa hasta los 1.670 litros, pero como contrapartida quedaría convertido en un “bi-plaza”… La otra opción, en caso de una familia de tres o más miembros, consistiría en recurrir a la amplia gama de accesorios opcionales de la marca (portabicicletas, barras de techo, cofres, etc).

Eso sí, debajo de la cubierta del piso del maletero encontramos, aparte del depósito del limpiaparabrisas trasero y el subwofer del equipo de sonido, una “verdadera”rueda de repuesto, con llanta de aleación incluida, lo que nos garantiza la suficiente tranquilidad a la hora de aventurarnos por terrenos abruptos, normalmente “alejados de la civilización”, además de estar acompañada de una buena dotación de herramientas de excelente calidad (cosa no muy común hoy en día…)

Motor

El propulsor es el conocido turbo diésel de 4 cilindros en línea, en disposición transversal, con 16 válvulas e inyección directa common rail, de 2.179 centímetros cúbicos que, tras la última puesta al día, entrega una potencia máxima de 190 CV a 3.500 rpm y un par motor de 420 Nm a 1.750 rpm. Gracias a su voluntarioso motor, a pesar de la desfavorable aerodinámica, el Freelander se permite alcanzar una velocidad máxima de 190 km/h y acelerar de 0 a 100 km/h en 9,5 segundos.

Las emisiones de CO2 se sitúan en 185 g/km, mientras que los consumos oficiales varían entre los 8,7 l/100 km en conducción urbana y los 5,8 l/100 km en extraurbana, con una media ponderada de 7 litros cada 100 km. Cifras que, como viene siendo habitual, son prácticamente imposibles de reproducir en condiciones reales de tráfico. Nosotros, durante los casi 1.300 km que pudimos disfrutar de las “bondades” de este modelo, obtuvimos un consumo medio de 8,5 l/100 km, con un recorrido de un 30% autovía/autopista, 50% carretera y 20% ciudad/off road. Las cifras aun siendo algo altas no están del todo mal si las tomamos en perspectiva, es decir, teniendo en cuenta la cilindrada y potencia desarrollada por el motor, (que aunque actualizado no cuenta con las últimas tecnologías en materia de ahorro de combustible como, por ejemplo, el Stop&Start), la anteriormente citada desfavorable aerodinámica, la presencia de la tracción permanente a las cuatro ruedas o un peso que, en orden de marcha, se eleva hasta cerca de las 2 toneladas (1.805 kg en vacío).

Comportamiento

Estamos sin lugar a dudas ante el SUV con más posibilidades todoterreno de su categoría, de hecho pondría en serios apuros a más de uno de esos vehículos que se venden como un producto especializado para la práctica de la conducción off-road y además sin perder un ápice de la comodidad y sensación de calidad que ha hecho famosos a los vehículos de la firma británica. No es un vehículo de trabajo, como su “hermano” el Defender pero, como hemos dicho, se desenvuelve a la perfección en terrenos abruptos, embarrados, arena o cualquiera que sea la superficie por la que rodemos con él, gracias a la tracción permanente a las cuatro ruedas con diferencial Haldex en el eje trasero.

Y eso que este modelo tiene que lidiar con dos hándicaps importantes a la hora de realizar una conducción extrema: por un lado la ausencia de reductora y por otro la monta de neumáticos. El primero de ellos lo suple a la perfección a base de tecnología, con los ajustados desarrollos de la caja de cambios automática de 6 velocidades, con el buen hacer del excelente sistema Terrain Response (con cuatro modos de funcionamiento: Normal, Hierba-Gravilla-Nieve, Barro-Roderas y Dunas-Arena), el eficaz control de tracción (ETC) y el sistema de control de descensos (HDC), aparte del descomunal par motor de la versión diésel probada.

Respecto al segundo, la única opción consistiría en la sustitución de los mismos por un modelo más “campero”, ya que estamos seguros que con unos neumáticos no ya extremos, sino que simplemente permitan un mayor agarre en campo, nos encontraríamos ante un vehículo realmente fantástico en conducción off-road, esa actividad tan denostada en nuestros días…

Las cotas todoterreno no son malas, con unos ángulos de entrada de 31º, de salida de 34º y ventral de 23º, mientras que la altura libre mínima en el eje delantero es de 210 mm y de 265 mm en el trasero. A ello hay que sumarle una profundidad de vadeo de 500 mm. El único inconveniente que le hemos encontrado en este ámbito proviene de unas suspensiones con un corto recorrido libre en extensión, lo que hace que despeguemos alguna rueda fácilmente del suelo en terreno abrupto. Pero no se puede tener todo, si queremos que en asfalto presente también un buen comportamiento.

Y ya que lo mencionamos, una vez salimos de los caminos y circulamos por carreteras de curvas o por autopistas lo haremos con una suavidad y calidad de rodadura impropia de un vehículo que instantes antes ha servido para superar esa pendiente imposible que siempre da problemas a nuestro vecino con su todoterreno “de campanillas”. Ayudado por el excelente compromiso entre confort y dinamismo alcanzado por las suspensiones se comporta de forma muy noble. Evidentemente no estamos ante un deportivo y tanto la altura de la “caja” como el peso y, de nuevo, los neumáticos serán los que pongan el límite en nuestras ansias deportivas, pero sí nos permitirá enlazar curvas de forma eficaz siempre que mantengamos un ritmo constante, apoyados por una dirección precisa y unos frenos potentes que resisten bien el trato duro.

En vías rápidas sorprende también su facilidad para mantener cruceros legales, además de contar siempre con una importante reserva de potencia para efectuar adelantamientos fulgurantes gracias al buen hacer del cambio automático (imbatible en recuperaciones).

La ciudad es donde menos cómodo se siente este Freelander, más por su voluminosa estampa que por dificultades reales para su adaptación a este medio. Además al no tener una longitud y altura excesivas encontrarás aparcamiento sin muchos problemas, tanto en la calle como en parkings. Aquí vendrán en tu ayuda los sensores de aparcamiento y la cámara de visión trasera. Tan solo se ve perjudicado por un consumo más alto de lo normal (entre otras cosas por la ausencia ya mencionada del sistema Stop&Start)

La sensación de seguridad que transmite en todos sus movimientos (tanto en carretera como fuera de ella) no es sólo subjetiva, sino que se ve refrendada por las 5 estrellas alcanzadas en el famoso test EuroNcap, lo que garantiza muy altos niveles de protección para todos los ocupantes en caso de que llegue el nunca deseado accidente.

Veredicto coches.com

Para qué os vamos a engañar, nos ha gustado mucho este Land Rover Freelander 2.2 SD4 HSE, mostrándose como un vehículo muy homogéneo y seguro, con un poderoso motor, capaz de desenvolverse sin problemas en todo tipo de circunstancias y terrenos, con un grado de confort y lujo que os agradecerán los ocupantes, ya que lo mismo nos servirá para realizar un viaje largo, y llegar completamente descansados a destino, que para circular por una pista forestal (o incluso terrenos abruptos) y alcanzar sin dificultades esa apartada casa rural donde pasar unos días de descanso en familia.

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