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Gonzalo Yllera

Llega el invierno: recomendaciones de conducción (I)

La lluvia, la nieve, el viento, el hielo o la niebla son fenómenos meteorológicos típicamente invernales que exigen una forma diferente de conducción. En esta primera parte nos centraremos en la prevención, en el agua y en las técnicas de frenado.

En primer lugar conviene destacar un aspecto que no siempre es lo suficientemente valorado a la hora de la conducción invernal, que es el factor preventivo: Si nuestro vehículo se encuentra en perfectas condiciones para afrontar las inclemencias meteorológicas, tendremos más posibilidades de salir indemnes, o de que no se produzca ningún accidente.

Sobre todo conviene poner el acento en dos aspectos: los elementos que unen el coche al suelo y la visibilidad.

NEUMATICOS, SUSPENSIONES Y FRENOS

Es de todos conocido que la mezcla de humedad o lluvia, barro, sal y otro tipo de sustancias, provoca serios problemas de adherencia. Por ello hay que vigilar:

Neumáticos: Son el punto de unión al suelo y uno de los pocos elementos que puede y debe controlar el usuario, verificando la presión, la profundidad del dibujo y los posibles desgastes irregulares o grietas.

Suspensiones y Frenos: Su buen estado es fundamental para la seguridad. El taller se encargará de verificar posibles corrosiones en los muelles, desgaste de pastillas y discos… Tendremos en cuenta que el líquido de frenos debe cambiarse cada dos años y es importante verificar su nivel.

Debemos mejorar nuestra visibilidad en la medida de lo posible...

VISIBILIDAD

En este período con menos horas de luz y disminución de la visibilidad, también durante el día, deberemos controlar:

Aire Acondicionado: Ya sea climatizador o no, el aire acondicionado es clave para conseguir un desempañado rápido del parabrisas y las ventanas laterales.

Limpiaparabrisas: Para que efectúen bien su trabajo, las gomas deben de estar en buen estado. Si no es así las sustituiremos por unas nuevas.

Líquido limpiaparabrisas: Utilizaremos productos específicos que limpien con eficacia y no se congelen, como puede ocurrir si utilizamos sólo agua.

Luneta Térmica: Comprobaremos su funcionamiento, ya que es fundamental para disponer de buena visibilidad a través de la luneta trasera.

Anticongelante: Verificaremos su nivel y las características del mismo (rango de temperaturas). Se tiende, por razones medioambientales y de duración del motor, a usar un tipo de anticongelante que, en lugar de 2 años, dura toda la vida útil del coche.

Una revisión previa nos ahorrará muchos dolores de cabeza

Luces: Realizaremos una inspección visual para comprobar que funcionan todas las luces e intermitentes, aunque para regular la altura y evitar deslumbramientos, deberemos acudir al taller. No olvidaremos llevar el recambio necesario.

Aparte de los dos aspectos anteriores hay algunas pequeñas recomendaciones mecánicas que no conviene pasar por alto:

Batería y Cableado: La mayoría de las baterías no tienen mantenimiento y es difícil saber si van a dar problemas. Muchos talleres disponen de un aparato que efectúa un test y permite conocer, su estado. En esta época será un elemento mucho más solicitado, y por lo tanto más crítico.

Aceites y Filtros: Es muy recomendable que sigamos el programa de mantenimiento recomendado por el fabricante. Debido a la investigación en esta materia se ha pasado de una frecuencia de cambio de aceite cada 5.000 km a llegar a los 30.000 o más, pero siempre que se use el tipo de aceite indicado. En todo caso sí que podemos vigilar su nivel.

LA LLUVIA

De los accidentes que se producen con mal tiempo, siete de cada diez está relacionado con la lluvia. La disminución de la visibilidad y de la adherencia requiere que tomemos ciertas precauciones. Ya os habíamos dado algunos consejos sobre cómo conducir con lluvia que ahora completamos.

En invierno 7 de cada 10 accidentes está relacionado con la lluvia

La lluvia es, sin duda, el fenómeno más común, aunque no por ello el menos peligroso, sobre todo cuando caen las primeras gotas que, al mezclarse con el polvo y la grasa depositados en la carretera, forman una capa sobre el asfalto sumamente deslizante (que nos lo digan a los motoristas…)

La disminución de la adherencia hace que las distancias de frenado se alarguen, por lo tanto es muy importante aumentar la separación con el vehículo que nos precede y reducir la velocidad, especialmente en zona de curvas, procurando siempre frenar en línea recta y soltar los frenos antes de empezar a girar el volante. En estas condiciones los expertos recomiendan aumentar la suavidad y la progresividad de movimientos del volante, el cambio de velocidades y el freno.

Si la lluvia continúa, a los pocos minutos limpiará esa capa de grasa y polvo inicial del firme y aumentará ligeramente la adherencia y, lo que es más importante, la hará más uniforme. Pero si la cantidad de agua es considerable puede formarse una gruesa película de agua, incluso pequeñas bañeras en la carretera, cuyo efecto sobre nuestro automóvil se traduce en el temido aquaplanning, que suele producir un deslizamiento incontrolado.

Aquaplanning: el neumático es incapaz de evacuar el agua que encuentra a su paso

Como muchos de vosotros ya sabréis, el aquaplanning es el resultado de la formación de una cuña de agua por delante de la banda de rodadura del neumático, que es incapaz de evacuar la cantidad de agua que va encontrando a su paso.

Puede originarse por la escasa profundidad del dibujo del neumático, las presiones bajas de los mismos, la cantidad de agua sobre la calzada y la velocidad. O por una conjunción de ellas. Las dos primeras son las más habituales y, de hecho, muchos accidentes sobre suelo mojado se producen con neumáticos a media vida o próximos al límite legal (1,6 mm de profundidad de dibujo) ya que su capacidad de evacuación disminuye considerablemente.

Con lluvia un problema añadido es la falta de visibilidad. Se recomienda encender el alumbrado de carretera, incluso el antiniebla si es muy intensa y los coches levantan mucha agua. Y como ya hemos dicho anteriormente debemos mantener en perfecto estado de funcionamiento los limpiaparabrisas.

CÓMO FRENAR CON Y SIN ABS

En una situación normal, el uso del freno deberá ser suave y progresivo. Si la calzada está deslizante, conviene anticipar la frenada y hacerlo con suavidad para que no se bloqueen las ruedas: tardaríamos más en detener el coche y, lo que es peor, nos quedaríamos sin capacidad de dirección.

Es conveniente practicar frenadas de "emergencia" para acostumbrarnos a las reacciones del vehículo

La primera dificultad ante una emergencia es el factor sorpresa. Aunque cada uno tiene sus propios reflejos, como media se tarda 1 segundo desde que se percibe el peligro y comenzamos a pisar el freno. A 120 km/h se recorren 33 metros durante esa fracción de tiempo hasta que pisamos el pedal del freno.

Sin ABS: Debemos dosificar adecuadamente la presión sobre el pedal del freno para impedir que se bloqueen las ruedas. Si notamos el bloqueo, debemos disminuir la presión. Junto al freno, también debemos pisar el embrague.

Con ABS: Todo es más fácil, ya que el sistema evita el bloqueo de ruedas y el conductor debe centrarse, exclusivamente, en pisar a fondo el freno (también el embrague) y a actuar sobre el volante.

Los expertos recomiendan en ambos casos pisar al mismo tiempo el embrague para evitar que el coche se “cale”. Y para evitar que la centralita electrónica interprete que el motor se va a parar y acelere automáticamente.

No os perdáis dentro de un par de días la segunda parte de nuestras recomendaciones de conducción invernal.

Vía  |  DGT – RACE – RACC – TAC

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