La conducción temeraria es un mal extendido en cualquier sociedad en la que los coches estén presentes. Pero todos sabemos que existen dos grupos con un riesgo mayor a sufrir accidentes: los jóvenes y los ancianos. Muchos estudios han revelado que los jóvenes son los más peligrosos al volante, pero un estudio llevado a cabo la empresa GOOD ha optado por mostrar un pequeño análisis de los datos que han ido recogiendo (en Estados Unidos) para que cada uno extraiga las conclusiones que le parezcan oportunas. Como Ana Pastor dice: «estos son los datos, suyas son las conclusiones».
Empecemos por los jóvenes. La edad comprendida entre los 16 y los 25 años es peligrosa debido a diferentes factores. En primer lugar los conductores jóvenes tienden a distraerse con facilidad, ya que son el grupo de edad que más usa el smartphone mientras conduce. Mientras que solo el 1% de la población de más de 65 años realiza estas practicas. Al mismo tiempo, son también los que más beben y conducen. Aproximadamente el 24% de los jóvenes se ve envuelto en accidentes donde el alcohol está presente, frente al 6% de los más mayores. Además, también les gusta la velocidad, provocando que el 15% de los accidentes deriven de esto.
La mala praxis de los jóvenes choca con la pérdida de facultades de los más mayores. Los ancianos de más de 65 años tienen problemas de visión y de movilidad del cuello, provocando más accidentes en las intersecciones debido a su menor movilidad. Aunque son los más precavidos, pues limitan el uso del coche cuando las condiciones metereológicas no son las apropiadas.
Independientemente de las causas, la muerte en caso de accidente para personas de más de 65 años es tres veces más que para los jóvenes. Una vez más, la edad pasa factura, pues los cuerpos son más frágiles. Todo ello, a pesar de que los jóvenes conduzcan más kilómetros, tengan más accidentes y mueran más frecuentemente en los accidentes. Además, los protagonistas de los golpes por detrás son las personas entre 65 y 74 años, aunque también este tipo de colisión es la más frecuente.
Pero centrémonos en el cerebro y en la forma de reaccionar ante los problemas. Hasta los 25 años en el caso de los hombres (un poco antes, 22, en el de las mujeres), no se desarrolla el córtex prefrontaldel cerebro lo que provoca un comportamiento mucho más temerario. Pero al mismo tiempo, los conductores jóvenes reaccionan más rápidamente a los imprevistos, siempre y cuando no estén distraídos con otros pasajeros o el móvil.
Por el contrario, las personas mayores procesan más lentamente la información provocando una reacción más lenta ante los imprevistos. Este handicap que se suma a los problemas de visión y a la pérdida de coordinación entre los diferentes miembros del cuerpo. Observamos entonces que los ancianos conducen de una forma menos temeraria y por lo tanto sus actos son más seguros, pero se convierten en un peligro debido a la pérdida de sus capacidades.
Como podemos comprobar ambos grupos son de riesgo. En el caso de los jóvenes el problema se ira resolviendo con el paso de los años y la adquisición de experiencia. Las personas mayores lo tienen más complicado, deben ser realistas con respecto a sus propias capacidades cognitivas e intentar usar lo máximo las normas de seguridad vial.
Para intentar ayudar a las personas mayores, algunas empresas están desarrollando algunos dispositivos que pueden ayudarles a la hora de conducir. Por ejemplo con botones más grandes y visibles, introducción de cámaras en la parte trasera, señales más visibles y luminosas, carriles de emergencia para evitar que se pierdan e incluso cinturones hinchables para que en caso de accidente se impida al máximo la rotura de huesos. En nuestras manos esta facilitar la conducción a ambos grupos y concienciar desde el minuto cero a nuestros jóvenes sobre los peligros de la carretera.
Fuente: GOOD