De tanto repetirlo se ha convertido casi en un dogma de este negocio. La crisis financiera internacional, que está sacudiendo con especial dureza a nuestros país, tiene en la industria de la automoción nacional a una de sus principales víctimas, desde el punto de vista empresarial.
Todos los sectores que forman parte del entorno automotriz se están viendo severamente afectados por un ambiente de depresión que retrae a los compradores a meter la mano en el bolsillo y el negocio del desguace no iba a ser una excepción. Y para muestra un gran botón. Con 150.000 metros cuadrados, o lo que es lo mismo, el tamaño de 25 campos de fútbol, el desguace La Torre, localizado en la carretera de Toledo, es el más grande de Europa. Sus cifras son tan gigantescas como el espacio que ocupa: 8.000 motores, 400 trabajadores y hasta 3.500 visitantes diarios.
En los últimos 16 años sus instalaciones han guardado los «cadáveres» de 1.200.000 coches, una cifra de récord que ningún otro desguace en el viejo continente llega ni siquiera a igualar. Aunque el número de compradores ha descendido, el negocio sigue recibiendo a la misma cantidad de clientes que en épocas anteriores, aunque tal y como reconoce Ignacio Rodríguez, encargado del negocio, muchos solo vienen a «pasear».
En este negocio lo que más se vende son los retrovisores y los pilotes, piezas de bajo coste y fáciles de sustituir hasta por el manitas más inexperto. Rodríguez reconoce que hay vehículos que jamás llegarán a retribuir económicamente al desguace y es que aquí, algunos automóviles, descansan desde la apertura del negocio.
La plantilla sigue intacta, por el momento ningún trabajador ha sido despedido, pero la llegada de nuevos coches ha bajado significativamente. En la actualidad «apenas entran 160 al día, unos 100 menos que en los años buenos, luego no podemos darle a toda la gente lo que busca», concluye.
Vía: El Mundo