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Luis Ramos Penabad

El diésel, más caro que la gasolina: ¿por qué y hasta cuándo?

Quien recorra las carreteras españolas las últimas semanas habrá visto que el diésel es más caro que la gasolina. Es algo que había ocurrido en alguna ocasión, pero nunca la diferencia de precio a favor de la gasolina había sido tan grande.

Ayer mismo la diferencia del precio medio de ambos combustibles, según los datos diarios que ofrece el Ministerio de Transición Ecológica era de 13,6 céntimos de euro, pero no es extraño ver diferencias de hasta 20 céntimos en alguna estación de servicio.

COMBUSTIBLE

PVP 27 septiembre

PVP máximo

Gasolina 95

1,815 €

2,152

Gasóleo A

1,679 €

2,106

¿Por qué el diésel es más caro que la gasolina ahora?

El gasóleo acostumbraba a ser más barato que la gasolina debido a que está penalizado con impuestos especiales más bajos (en principio estaba destinado a un uso profesional y de transporte). Ambos precios están lejos de los máximos históricos, que fueron a finales de junio de 2022, coincidiendo con el pico de precio de petróleo Brent en Europa.

Desde entonces el petróleo está más barato y los precios de los combustibles han bajado. Pero además del coste del crudo, que define un 36 % del precio final en la estación de servicio, está la cotización de los productos refinados. Eso es lo que hace que el diésel no baje de precio tanto como la gasolina.    

Cuando el barril de brent rozó los 140 euros, su cotización había subido un 158 % respecto a enero de 2021. La de la gasolina un 197 % y la del gasóleo, un 240 %.

Pobre capacidad de refino en Europa

Mientras soñamos con una sociedad hiperconectada y ultratecnológica, Europa ha ido olvidando la industria. Y es necesaria. Se vio en la pandemia, cuando de repente descubrimos que casi nada se fabrica aquí, en la crisis de los semiconductores (fiamos su producción a Asia) y también ocurre con las refinerías. Desde 2009 se han cerrado en Europa 24 refinerías. El continente ha perdido más del 10% de la capacidad de refino.

¿Por qué? La excusa era su poca rentabilidad. Ahora llegan las consecuencias. Además, en el refino se emplea energía, sobre todo gas natural, que ha ido también encareciendo su precio. Si sumamos además las paradas técnicas o los accidentes, tenemos el caldo de cultivo perfecto para la situación actual.   

Además, la industria de refino europea es bastante particular, ya que se orientó tradicionalmente a la producción de gasolina… que se destinaba, además del consumo interno, a mercados como el americano. Y el gasóleo se importaba… sobre todo de Rusia. Eso nos lleva al siguente punto.

La guerra de Ucrania

Parece que sirve de excusa para todo, pero es innegable que la guerra de Ucrania está afectando al precio de los combustibles. El gas natural está muy caro (afectando al precio de la electricidad y también implica que se sustituya con diésel (y suba su precio).

Además, gran parte del petróleo que se refina en Europa procede de Rusia… y si bien hay alternativas, las refinerías deberían adaptarse, porque como los petróleos son de diferentes calidades, precisan de temperaturas y adaptación de las unidades de destilación para producir carburantes.

Europa, además, importa directamente un 18% del diésel que consume. Rusia es el principal proveedor, hasta el punto de que en las sanciones económicas que la Unión Europea ha impuesto no hay por ahora embargos a petróleo y derivados. Un candidato para sustituir a medio plazo podría ser China, pero están limitando cada vez más la venta al exterior para asegurar su suministro interno. Intereses geopolíticos, obviamente.

La guerra además se ha alargado y no hay que olvidar que los vehículos militares y la larga campaña no hacen más que aumentar el consumo de diésel. El final de la guerra podría estabilizar los precios… pero también podría extenderse el conflicto a otros países (Moldavia, Rumania…) y entonces las consecuencias serían nefastas. Aún más.

El problema español con el diésel (y la ventaja)

España es uno de los mercados con mayor penetración del diésel. Hace un tiempo te contamos por qué un coche diésel consume menos y es ese motivo el principal por el que la gente apostó por ese combustible que, además, era más económico debido sobre todo a que el Impuesto Especial de Hidrocarburos grava con una cantidad fija por litro de combustible (0,47 euros para la gasolina y 0,38 en el gasóleo). Luego, hay que sumar el 21% de IVA.

El auge a finales del siglo XX de los coches diésel fue tal que hoy el 55 % del parque móvil español es diésel. Es lógico que los vehículos más grandes, que cargan o arrastran grandes pesos, empleen este combustible… pero en la mayoría de países europeos los coches movidos por gasóleo no superan el 45 % del total.

Esa mayor demanda de combustible también ha motivado que los precios del diésel aumenten más que en otros países vecinos, con mayor penetración de coches de gasolina, híbridos y eléctricos. La situación de incertidumbre económica, además, hace que se alargue la vida útil de coches antiguos diésel, es algo que costará cambiar.

Pero el problema del precio del diésel va más allá de la automoción. Este combustible representa el 80% del consumo de combustibles en España. Se usa en agricultura, industria, vehículos de reparto… cualquier aumento en el precio se va a acabar reflejando en la inflación de otros bienes, como ya ocurre.

Refínería de Repsol en Cartagena (Murcia)

No todo es malo en nuestro país. Mientras el resto de Europa abandonaba las refinerías, en España se ha aumentado un 16 % su capacidad en la última década, gracias a más de 7.000 millones de euros de inversión. Hay ocho plantas que producen productos petrolíferos (cinco de Repsol, dos de Cepsa y una de BP), siete de ellas con acceso en barco. Esto garantiza la seguridad de suministro, a diferencia de otros países que ya están haciendo uso de las reservas estratégicas… so pena de quedarse sin ellas cuando hagan más falta.

¿Bajará pronto el precio del diésel?

No tiene visos de que la situación cambie a corto o medio plazo. Eso aseguran tanto los analistas financieros como la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que indica que déficit mundial de diésel podría agravarse en 2023.

Y es que, salvo que la situación bélica en el este de Europa pegue un giro drástico, en febrero llegan nuevas sanciones de la UE. En febrero de 2023 los productos petroleros rusos estarán vetados y no hay tiempo a que las refinerías europeas se adapten a nuevos petróleos. Refinar diésel era más barato que hacer gasolina, pero las regulaciones ambientales incluyen medidas para reducir sulfuros que lo ha encarecido.

Tampoco hay visos de que el gas natural baje de precio, sobre todo porque el gas ruso ha sido sustituido en buena parte por gas norteamericano, que llega en buques metaneros, lo que lo encarece respecto del que llega por gasoductos. Con el gas caro, muchas industrias seguirán reduciendo su uso… y seguirán apostando por el gasoil para seguir operando. Además, el transporte marítimo parece que por fin empieza a regularizarse tras la pandemia. Y a más demanda, mayor precio.  

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