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Ferrari Testarossa Monospecchio 1984 – 8
Luis Ramos Penabad

Ferrari Testarossa Monospecchio, el original

Uno de los coches fetiche de los años 80 es sin duda el Ferrari Testarossa, que en italiano significa «cabeza roja». Esta mítica denominación recuerda a los Ferrari TR (Testa Rossa), coches de competición de finales de la década de 1950 y viene del color rojo empleado en la cabeza plana de los doce cilindros de su motor. Y como buen italiano, todo tiene un doble sentido y se dice que Ferrari y Pininfarina emplearon este término para hacer un guiño a las pelirrojas… en otro ejemplo de denominar partes del cuerpo de la mujer para describir o bautizar sus automóviles.

El coche que empapeló numerosas habitaciones en los años 80, convirtiéndose en el póster de una generación, fue el sustituto del Ferrari 512 BBi de 1981. Fabricado sobre la misma plataforma, se presentó la noche antes del inicio del Salón de París de 1984 en la famosa sala de fiestas Lido de los Campos Elíseos. Le costó bien poco ganarse el corazón del público en general… y de los clientes en particular.

Tras escuchar a los dueños de los BB (Berlinetta Boxer), Ferrari decidió realizar un coche más sencillo de utilizar. Lo lograron haciendo un coche 15 cm más ancho y con una mayor distancia entre ejes ( ganó 63,5 mm, hasta los 2.550 mm). De este modo, conseguían una presencia en la carretera mucho más amenazadora y un mayor espacio en el habitáculo, algo que siempre agradecerían los ocupantes.

Lo más espectacular era el diseño, influenciado enormemente por las tomas de aire ante las ruedas traseras, que condicionaron el diseño de las puertas en una solución fantástica de Pininfarina. Se debe a que contaba con un par de radiadores más en esa zona (el 512 BB tenía un único en la parte delantera). Por eso era tan ancho detrás, además de ayudar mucho a la reducción de la temperatura en el habitáculo. No precisaba de alerón, ya que el cristal delantero estaba en una posición tan retrasada y tan inclinado, que servía como alerón central.

El motor era un V12 a 180 º de  4.943 cc, con el cigueñal plano, con cuatro válvulas por cilindro y ubicado en posición longitudinal trasera. Con 390 CV (291 kW) de potencia a 6.300 rpm, era capaz de pasar de 0 a 100 km/h en apenas cinco segundos y alcanzar los 293 km/h, ayudado por un suelo totalmente plano que ayudaba a mantener el coche estable a altas velocidades… pero que era un incordio para acceder a algunos garajes o circular por carreteras muy bacheadas.

En total fueron producidos 7.177 unidades de Ferrari Testarossa. No hubo cambios mecánicos a lo largo de su vida, hasta que en 1992 fue reemplazado por el Ferrari 512 TR. Pero se habla de tres periodos, debidos a ligeros cambios cosméticos:

  • 1984-1986: Monospecchio: los más codiciados hoy. Los distinguirás rápidamente por contar con un único espejo exterior en el lado del conductor, ubicado en el montante de la puerta. La versión original.
  • 1986-1988: Monodado. Cuenta ya con dos espejos, en una ubicación más baja y estándar. Mantiene las llantas de uerca central.
  • 1988-1992: 5 pernos. Las llantas pasan contar con cinco pernos de fijación.

Los Ferrari Testarrossa Monospecchio son los más deseados. No solamente por ser los primeros fabricados, los originales y un diseño exótico. Si ya se trata de un modelo con especificaciones europeas, todavía alcanzan un valor más alto, ya que tenían escape de flujo libre, carecían de catalizadores, los parachoques traseros eran más pequeños… y ofrecía un mayor rendimiento. Hay fuentes que hablan de apenas 390 unidades fabricadas, pero a todas luces la cifra parece demasiado baja (debe estar en torno a las 1.500, teniendo en cuenta que se fabricó durante dos años).

Una de estas unidades es la que ilustra el artículo. Se vendió nuevo en Italia en 1986 y conserva la pintura original Rosso Corsa, con un interioren bastante buen estado. Hasta 2005 apenas había tenido dos propietarios italianos y recorrido 18.000 kilómetros. Tiene los libros y herramientas originales… y fue vendido el pasado mes de febrero en Amelia Island por 140.000 euros. Alguien consiguió convertir en realidad el sueño que lucía en la pared de su habitación.

Fuente: RM Sotheby’s
Fotos (Jason Dodd, cortesía de RM Sotheby’s):

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