Gottlob Espenlaub, nació en 1900 en el seno una familia humilde en Alemania, se destacó como un visionario en la aviación y el diseño de automóviles. Su carrera única y creativa abarcó desde los inicios como piloto de planeadores hasta la creación de vehículos innovadores que desafiaron las convenciones de su tiempo, dando pistas de lo que sería el diseño streamline que veríamos más tarde en otros modelos europeos como el Alfa 40/60 o en modelos actuales como el IONIQ 6.
Aunque tuvo unos inicios profesionales relacionados con la aeronáutica, su amor por volar le llevaron a convertirse en piloto de planeadores, enfrentando condiciones climáticas extremas para perfeccionar sus habilidades en el aire. Su creatividad se forjó poco a poco mientras construía sus propios aviones planeadores, demostrando como el aire puede ser un aliado y no un freno en la aerodinámica.
Espenlaub, aparte de un intrépido piloto era un habilidoso carpintero, su desarrollo completo de sus prototipos le hizo crear más y con menos presupuestos, lo que le hizo perfeccionar su técnica y visión. Su aportación aeronáutica fue utilizada durante la guerra y llevada a modelos aeronáuticos de producción, más allá de este aporte bélico, su visión y creatividad aterrizaron también en el sector del automóvil.
En busca del diseño streamliner
Convencido de que los principios aerodinámicos eran cruciales tanto en la aviación como en los automóviles, Espenlaub aplicó sus conocimientos al diseño de automóviles. Modificó su Wanderer 8/40HP, ajustando la carrocería para mejorar la aerodinámica y enfrentar la resistencia al viento.
Espenlaub utilizaba este coche para remolcar sus creaciones desde su taller a la pista de aterrizaje y por lo visto, el rendimiento no era el esperado. Por ello, decidió abordar esta cuestión y aportar una solución. Su punto de vista era claro: si conseguía aplicar los conocimientos adquiridos en la aviación a la industria automotriz podría crear vehículos más eficientes y avanzados desde el punto de vista aerodinámico.
Motivado por este punto de vista, mejorar la velocidad y la eficiencia de los automóviles, Espenlaub llevó a cabo las modificaciones artesanales en su Wanderer. Por ejemplo, redujo la altura de la carrocería, creó un techo más bajo y alargado, incorporó ventanas más pequeñas y diseñó un extremo trasero con un corte vertical pronunciado.
Estas modificaciones sentaron las bases para sus futuras exploraciones en el diseño de vehículos y le sirvieron a Gottlob los argumentos necesarios para ser un pionero en la convergencia entre la aviación y el diseño industrial de vehículos con unos diseños que desafiarían las convenciones y se destacarían por su innovación en la industria.
Contribuciones al diseño
En la década de 1930, Gottlob Espenlaub presentó de forma oficial su primer y revolucionario vehículo redondeado, construido con una estructura de listones de madera y tela lacada. Este automóvil, fruto de su enfoque vanguardista, fusionó innovadores conceptos aeroespaciales con la movilidad terrestre, marcando el inicio de su influencia en el sector.
Después de la Segunda Guerra Mundial, en 1947, Espenlaub lanzó un modelo con tres ruedas y una carrocería alargada de más de cinco metros. Este diseño incorporó un parabrisas bajo y amplias ventanas, demostrando su continuo compromiso con la aplicación de avanzados conceptos aerodinámicos en la movilidad terrestre. En una fase posterior, circuló por las calles de Wuppertal en la década de 1950 con un proyecto que más se asemejaba a un avión de combate terrestre que a un automóvil convencional. Este diseño hizo que más de dos y tres se preguntasen entre sí que si lo que estaban viendo era real.
La cima de la carrera de Espenlaub llegó con la presentación de tres modelos realistas y viables. Un elegante cupé de dos puertas, construido en aluminio sobre un chasis convencional que albergaba un motor Ilo de dos tiempos y tres cilindros de 1.000 cc y 40 CV de potencia. Sus innovadores detalles técnicos, como el sistema de refrigeración mediante mezcla de aire y agua aportaron el extra de técnica al diseño.
Un segundo modelo, ligeramente más grande y con un frente modificado, vislumbraba una producción potencial de alrededor de 30 unidades al mes, con un precio estimado de 8.000 marcos de la época. Aunque los detalles técnicos precisos son escasos, se intuye que incorporaba un motor Opel, mostrando la versatilidad de Espenlaub para adaptarse a diferentes demandas del mercado. Por último, el tercer automóvil de la lista fue un pequeño coupé equipado con otro motor Ilo de dos cilindros y 400 cc.
Gottlob Espenlaub, a lo largo de su vida, demostró ser un pionero creativo, que consiguió trascender más allá de las barreras entre la aviación y el diseño automotriz. Gottlob adaptó cada una de sus modificaciones a las demandas potenciales cambiantes del mercado de posguerra, ¿la prueba? estos tres coches con tres motores y sentidos diferentes. Ahora bien, lo curioso de todo ello es que ninguno de ellos pasó del estado de prototipo, pudiendo decir que «Espen», como le conocían en casa, fue un adelantado a su tiempo.
Fuente: Revista Escudería e historiador Hanspeter Bröhl
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