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Redacción

La contaminación en París obliga a limitar el uso del coche

El alto nivel de contaminación que ha afectado a París y a sus suburbios durante los últimos días ha obligado a las autoridades de la capital de Francia a restringir los vehículos. Ayer no pudieron circular los coches con matrícula par (a no ser que contasen con una autorización especial).

La ciudad francesa no vivía un episodio parecido desde 1997. París no suele estar nunca entre las ciudades más contaminadas (encabezadas por urbes de Irán, India y Pakistán), pero en las últimas semanas una nube gris ha cubierto el oeste de Europa, incluyendo parte de Francia, Alemania y Bélgica. La medida se ha levantado en cuanto los niveles de la calidad del aire mejoraron, ya esta madrugada.

En paralelo a la restricción al uso del coche o la moto, las autoridades habían decretado la gratuidad de los transportes públicos como el metro, los trenes de cercanías, el alquier de bicicletas o coches eléctricos municipales (a quienes están abonados al programa) y la prohibición de los camiones pesados en todo el área metrolopitana.

Durante la restricción, los automovilistas y motociclistas con matrícula par  que fueron sorprendidos debieron pagar una multa de 22 euros (si la cancelaban de inmediato) o de 35 euros si lo hacían después.

El tráfico rodado diisminuyó francesa entre un 25% y un 30% (y los atascos en un 62%), por lo que la concentración en el aire ha bajado de 50 microgramos de partículas finas (de 10 micras) por metro cúbico, el primer nivel de aviso a la población.

En Francia, el umbral de alerta se desencadena cuando hay más de 80 microgramos de partículas de 10 micras por metro cúbico. Hay pocas grandes  ciudades con una media anual dentro de los límites preconizados por la  Organización Mundial de la Salud (OMS), que es de 20 mcg/m3. El promedio anual de la capital gala es de 38 mcg/m3.

Durante la semana pasada, la concentración llegó a ser de 180 miligramos por metro cúbico. Los grandes culpables de la concentrción de estas partículas son los coches diésel, que elevan la mortalidad  y llegan incluso a crear problemas al olfato de las abejas. No se trata de un asunto baladí, ya que hay estudios que afirman que la contaminación de los coches causa más muertes que los accidentes.

Ahora que ya ha pasado lo peor, sería el momento de repensar el tráfico en las ciudades. Hace más de dos años empezó a hablarse del Plan de Calidad del Aire, pero no se ha avanzado apenas al respecto. El plan de la Unión Europea es acabar con los coches de combustión en las ciudades en 2050, pero todavía falta mucho para eso.

Foto: Ecoportal

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