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Luis Ramos Penabad

Más potencia para el vehículo terrestre más grande

El transportador de orugas gigante de la NASA, que llevó a las misiones Apolo y a los transbordadores espaciales a la plataforma de lanzamiento está recibiendo una actualización. Está en servicio desde mediados de la década de 1960, y pesa 2.495 toneladas, lo que lo convierte en el vehículo más grande que se mueve sobre la tierra.

Ahora, este vehículo colosal recibe nuevos motores y otras mejoras, que le permitirán llevar a su punto de despegues al sistema de lanzamiento espacial del futuro (SLS), unos cohetes que deben entrar en servicio en 2017. En un mundo donde reina la obsolescencia programada, donde el teléfono móvil de ayer ya es antiguo hoy, resulta gratificante ver a una pieza de tecnología que sigue haciendo su trabajo tan correctamente que no hay ningún motivo para reemplazarlo.

Retirada tras colocar al Discovery

Es en el Centro Espacial Kennedy donde los transportadores sobre orugas mueven los cohetes entre el Edificio de Ensamblaje de Vehículos (VAB) y las plataformas de lanzamiento en el Complejo de Lanzamiento 39. En los 47 años que los transportadores sobre orugas Hans y Franz llevan trabajando han recorrido 5.500 kilómetros, moviendo a todas las misiones Apollo, Skylab y Apolo Soyuz misión y al transbordador espacial. Podrían estar ya en un museo, limpios y con una placa delante, pero todavía están en servicio.

Entregado en 1965, los dos rastreadores eran necesarias ya que el clima en la Florida es terrible. Antes, los cohetes se construían directamente en la plataforma de lanzamiento, pero esa técnica solamente funcionaba en el seco, soleado Nuevo México. En la húmeda (y propensa a los huracanes) Florida, los cohetes tenían que ser montados y preparado en el VAB y luego llevarlos a la pista de lanzamiento. Pero claro, luego hay que mover de forma segura 6,43 kilómetros un cochete como el Satrun V, que pesa 6.360 toneladas. Era necesaria una máquina de un tamaño sin precedentes.

Construido por la empresa Marion Power Shovel de Marion, Ohio, los rastreadores miden 39,92 metros de largo, 34,44 metros de ancho  y de 6,09 a 7,92 m de altura. Con un peso de 2.495 toneladas en vacío, se requiere una vía especialmente diseñada para soportar su peso y asegurarse de que no se escape ni una sola chispa (que no van bien con el combustible del cohete) de las que generan cuando rueda sobre sus orugas de metal. Las piezas que forman estas orugas gigantes están hechos con «zapatos» de acero  que miden 2,28 metros de largo, 0,45 metros de ancho. Cada uno pesa 900 kilogramos.

Entrega del vehículo en 1965

Mover el vehículo terrestre más grande del planeta no es tarea fácil. Lo impulsan 16 motores, movidos por cuatro generadores de 1.341 CV (1.000 kW), accionados por dos motores diesel V16 con 2.750 CV (2.050 kW). Así dicho parece que van a volar, pero tardan seis horas en ir desde el Edificio de Ensamblaje de Vehículos a la plataforma a una velocidad máxima 1,6 km/h cargados, o 3,2 km/h sin carga. Aún así, esas seis horas destrozan los nervios de los técnicos de la NASA ya que los cohetes, extremadamente delicados, quedan expuestos a los rayos, la lluvia y el viento.

En 1965 costaron 14 millones de dólares cada uno. La NASA calcula que engullen 295,6 litros de diésel cada kilómetro que recorren (se mueven con 3,38 metros por litro). Y aunque parezcan antiguos (que lo son) y gigantes (que también), son hiper precisos. Utilizan un sistema de guiado por láser y controles hidráulicos para poder mantener estable un del tamaño de edificio.

Uno de los nuevos motores del transportador

Ahora, uno de los rastreadores está siendo sometido a una actualización que le permita lidiar con estos cohetes gigantes hasta bien entrada la próxima década. Serán sus primer restyling desde 2003 y una vez completado,  aumentará su capacidad de carga actual de 5.443 toneladas a 8.164 toneladas. Tendrá también nuevos motores diésel de 1.500 kilovatios de potencia, construido por Cummins en Minnesota, que ya fueron entregados en diciembre de 2011 para reemplazar a los de la era Apolo.

Junto con los motores, el rastreador recibirá 16 cilindros de mayor capacidad y nuevos bujes rodillos y ejes de ruedas, además de actualizar los componentes del sistema eléctrico (cables, nuevos sistemas de control eléctrico, un controlador programable, nuevos sistemas de instrumentación), un nuevo sistema de lubricación,  nuevas válvulas hidráulicas y repuestos hidráulicos tubos.

Da un poco una pena que estas máquinas tan singulares jueguen un papel tan secundario respecto a los cohetes espaciales que transportan. De ahí este homenaje que les hacemos en coches.com. Ojalá perduren 47 años más (por lo menos).

Fuentes: NASA, Transportation Nation
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