Los ZAZ Zaporozhets, fueron seguramente los coches populares más icónicos en la historia de la Unión Soviética. Partiendo de la misma concepción que Volkswagen, los ZAZ Zaporozhets se impulsaron desde el estado ruso con la premisa de convertirse en un automóvil que todos pudiesen permitirse.
Fabricado por primera vez en 1958 en Ucrania, la producción se extendió hasta el año 1994. No obstante, sus 36 años de vida, fueron suficientes para lanzar varias generaciones de modelos que todavía siguen en la retina de aquellos que vivieron dicha época.
Teniendo en cuenta el mal estado de las vías de los territorios soviéticos, una de las principales ventajas de estos coches es que respondían de maravilla a las pésimas carreteras, muchas de ellas todavía sin asfaltar. Es más, en el caso de que sufriesen alguna avería, su reparación era maravillosamente simple.
En cuanto al diseño de su carrocería, sin lugar a dudas, este no era uno de los puntos fuertes de los ZAZ. Ganándose incluso muchos motes que iban desde «el jorobado» al «orejudo«.
A esto hay que puntualizar el deseo ( y la obligación) de la factoría por crear coches que fuesen accesibles a los veteranos de guerra que hubiesen sufrido algún tipo de secuela física. Motivo por el cual, su diseño adquiriese en algunos momentos un aspecto algo peculiar.
Finalmente, hablando en términos generales, y haciendo una retrospectiva, podríamos dividir los modelos de la marca soviética en dos generaciones:
Primera generación (1960-1969)
El ZAZ-965, fue la primera incursión de la marca en las calles soviéticas a principio de la década de los 60. La URSS, que había demostrado su poder tecnológico y militar, tenía en mente utilizar el Fiat 600 como base para su coche popular.
Dicha inspiración se limitó únicamente al diseño, porque sus prestaciones eran completamente únicas. Con una potencia algo ridícula, el motor V4 alimentado por aire que equipaba, obligaba a ser compensado con otros elementos. Neumáticos grandes y una barra de torsión situada en la parte frontal, modificaban el centro de gravedad con el propósito de mejorar su rendimiento.
Sus puertas de apertura inversa, también conocidas como puertas de suicidio, respondían al deseo de mejorar la accesibildad a los minusválidos citada anteriormente.
Con todo a punto, sólo faltaba aplicarle un precio adquisitivo que en este caso era de 1.800 rublos (lo que hoy en día serían 23 euros).
Años más tarde, llegaría la versión mejorada, el ZAZ-965A.
Con ciertas modificaciones técnicas, la potencia se incrementó levemente dejando claro que su atributo principal era la resistencia. Especialmente en condiciones con temperaturas extremadamente gélidas.
Sin embargo, la opinión popular seguía viendo estos coches en términos negativos y de bajo prestigio. Algo que fue cambiando con los años hasta publicitarse como el coche favorito de «pensionistas e intelectuales».
Segunda generación (1966-1994)
Atendiendo a los clamores de la demanda, los Zaporozhets cambiaron de piel y pasaron a ser subcompactos que de forma paradójica tenían aires a los «muscle cars» que se producían desde la potencia enemiga.
Pasando radicalmente de página, se dejaron atrás algunas «aberraciones» de los antiguos modelos como las barras de torsión, las puertas de suicidio y los inestables motores.
Dichas mejoras, supusieron obviamente un incremento en los costes de producción que se trasladaron a su precio. Esto en vez de alejar a los posibles compradores, le otorgó un estatus de mayor categoría.
El ZAZ-966, fue el primer coche de esta nueva época.
Con una longitud de casi 4 metros, seguía utilizando un motor V4 alimentado por aire, que se servía de unos escapes laterales con forma de orejas.
Su versión más potente contaba con 41 CV, algo que resultaba en una velocidad máxima de 120 km/h. En cuanto a su comportamiento en las vías en mal estado, seguía ofreciendo un excelente comportamiento gracias a que los ingenieros creyeron oportuno una suspensión independiente.
La producción del ZAZ-966 duraría hasta el año 72, dejando relevo al ZAZ-968 que ya había sido presentado en 1971.
El ZAZ-968 no experimentó cambios muy representativos en términos técnicos a excepción de una mejora en los frenos frontales. Sin embargo, su diseño fue el que sentó cátedra. Y es que sus líneas sencillas pero exquisitas le dieron un aspecto rejuvenecido y moderno.
Como anécdota, el presidente Vladimir Putin, que es un enamorado confeso de los coches, cuenta en su haber con un ZAZ-968 de 1972 que ganó su madre en la lotería.
De las diferentes variantes que tuvo el 968, el 968 M, merece mención aparte por su independencia respecto a lo que se venía haciendo con el 968.
Lanzado en 1979, el 968 M, enterró las ya icónicas orejas, sustituyendo estas por partes cromadas de acero que en realidad estaban hechas de plástico. Teniendo en cuenta que fue el modelo que más años estuvo en producción, se puede intuir que fue de los más vendidos de la marca.
Además, contó con dos variaciones bastante especiales como el ZAZ-968MB2 y el ZAZ-968MB. El primero para personas que contaban sólo con un pie, y el segundo para personas que no tenían ninguno.
Finalmente en 1994, ZAZ, daba por finiquitada la producción de los Zaporozhets. Tres años antes se había declarado de forma oficial la independencia de Ucrania y la compañía pretendía tomar nuevos rumbos alejados a medida de lo posible de la influencia de la URSS.
Vía: Carthrottle