Mazda está pasando por un momento dulce en sus ventas. Tanto a nivel global como en el europeo y español. Y tiene muy claro que la electrificación llegará… pero que al mismo tiempo ahora mismo 2/3 de la producción mundial de electricidad se basa en combustibles fósiles… y que a los motores de combustión les queda recorrido.
Buena parte del éxito de la marca radica en una gama SUV que ahora se ve aumentada con el Mazda CX-30. Llega a la categoría más pujante, la de los SUV compactos, en una época convulsa, en la que el mercado europeo ha dado la espalda al diésel a favor de la gasolina… justo a apenas un año vista de que las marcas hayan de mantener a raya sus emisiones de CO2.
Y Mazda insiste en gasolina… y en diésel. Y como vimos en nuestra prueba del Mazda 3, dando además un paso adelante para acercarse en calidad a las marcas premium, mucho más rentable. De hecho, los rivales que nos señalan los responsables de la firma nipona son todos de marcas con pedigree.
Sus armas siempre han sido un diseño diferenciado, unos acabados y equipamientos muy por encima de la media y la peculiaridad mecánica… ¿pero son suficientes para destacar en el segmento de ventas más competido? Veamos en qué destaca
Exteriores
Las dimensiones exteriores la colocan en el corazón del segmento de los SUV compactos. Mide 4.395 mm de longitud, por lo que es incluso más corto que el Mazda 3, coche con el que comparte plataforma. Obviamente es más alto, hasta 10 cm, si bien el metro se detiene en los 1.540 mm, con 175 mm de distancia al suelo. Otras cotas son los 1.795 mm de anchura y los 2.655 mm de distancia entre ejes, también algo más corta que el 3.
La idea de la marca era trasladar los rasgos de su compacto, con esa fluidez de líneas tan cercanas a las de un coupé, con la fuerza y presencia característica de los SUV. Y no, no ha quedado un pastiche.
[vc_row][vc_column width=»1/2″][/vc_column][vc_column width=»1/2″][/vc_column][/vc_row]
Lo que más cambia en este modelo respecto a otros son los volúmenes y formas que la marca consigue en la estampación de la carrocería. Con ellos el coche, sobre todo si está pintado colores metalizados va creando juegos de luces y reflejos a medida que se mueve (o te mueves en torno él). Es algo que se aprecia sobre todo en la vista lateral, y la imágenes no le hacen justicia.
En esa zona lateral también destacan los diseños de llantas, de 16 pulgadas de serie y que alcanzan los 18 en los acabados superiores. Una línea de tensión recorre el lateral desde la parte alta de la aleta delantera hacia la rueda trasera, transmitiendo dinamismo. La carrocería puede elegirse en 9 colores, entre los que se encuentran tres tonos exclusivos de la marca: este Soul Red Crystal tan característico, el Machine Grey y el Polymetal Grey.
Sin duda la parte más característica es el frontal, donde se aprecia bien la evolución del diseño Kodo, la filosofía de diseño que comenzó hace ya una década con el prototipo Mira y que el Mazda Vision Coupe presentado en 2017 hizo más refinado. Estrenada con el Mazda 3, ahora llega al segmento SUV.
La parrilla tiene una trama en la que el juego de brillos según cambia la luz es muy importante. Una pieza cromada recorre la parte baja y une visualmente las ópticas, de formas redondas en una tulipa afilada. Los intermitentes se han coocado en una posición demasiado baja, integrados en el paragolpes. Tienen tecnología LED, pero no me parece un lugar adecuado para ubicarlos. No es que se vea poco la luz, es que no se acostumbra a mirar a esa zona para ver si alguien va a girar.
Las formas abultadas de los pasos de rueda sobresalen cuando lo miras desde atrás en un coche que se va estrechando de abajo a arriba. Los pilotos son muy llamativos y en la parte superior de portón vemos un pequeño alerón. En la parte baja, denominación mecánica (SkyActive G en este caso) y del modelo.
Por cierto, si te preguntas por qué no lo llaman CX-4… se debe a que ya hay un SUV coupé en China, creado sobre la plataforma del CX-5, con ese nombre. Y como CX-3 (su nombre lógico) ya lo usa también otro modelo… pues han optado por abrirse al doble dígito, algo que hacía también su pick-up BT-50.
Interior
Si lo premium es diferenciarse, es innegable que el aspecto exterior del CX-30 es notablemente distinto al resto de modelos del segmento. Pero donde creemos que realmente la firma se acerca a marcas de de más renombre (y de precios más elevados) es en su interior.
Antes de entrar, ya observas lo bien acabado que está todo. Un volante redondo que dan ganas de asir y un salpicadero con un voladizo superior rematado con costuras y detalles metálicos.
Eso no es nada comparado con cuando te sientas. Por un lado, con los buenos asientos. Por otro, por la ergonomía. Como conductor tienes todos los mandos e indicadores de manera simétrica, pensados para que sea sencillo usar todo, con una buena visibilidad hacia todos los lados, si tenemos en cuenta las formas del coche, pues las formas de los pilares A y C se han pensado para reducir ángulos muertos.
El acceso a estas plazas delanteras es cómodo y las regulaciones en altura (45 mm) y profundidad (70 mm) del volante, sumadas a las eléctricas del asiento del conductor hace que resulte muy sencillo encontrar la posición adecuada. Tras el volante multifunción nos encontramos con los tres relojes del cuadro de instrumentos, el central digital. Y un Head-Up Display de perfecta visualización para evitar tener que desviar la mirada alguna vez.
En el salpicadero destaca la pantalla del sistema de infoentretenimiento, de 8,8 pulgadas. Se usa con el mando HMI en la consola, redondo y con el que resulta muy fácil moverse por sus menús. Justo ante él la palanca de cambios, en una posición alta, y los reposabebidas, así como un hueco para dejar pequeños objetos. Tras ella, un apoyabrazos. Todo con excelentes materiales y mandos con buen tacto.
[vc_row][vc_column width=»1/2″][/vc_column][vc_column width=»1/2″][/vc_column][/vc_row]
Luego están las plazas traseras. Obviamente son mejores que las el CX-3, pero en el segmento hay alternativas con ellas mucho más amplias. El acceso a ellas no es complicado, pero la anchura de los pasos de rueda sí obliga a hacer un giro con el cuerpo al tiempo que agachas la cabeza.
El espacio es adecuado para dos, justo para tres, algo habitual en coches de este tamaño y carrocería. Además de la anchura, condiciona la comodidad de un tercer pasajero el asiento algo más duro y el túnel central que resta espacio para los pies.
Respecto al Mazda 3 gana espacio detrás (el gran hándicap del compacto) y gana salidas de aire, lo que nos indica su filosofía más familiar. No obstante, hay alternativas más amplias… pero nos encantó que el nivel de remates y calidad de materiales no baja el nivel frente a la primera fila.
Maletero
El maletero del Mazda CX-30 ofrece 430 litros de capacidad, una cifra que es suficiente para que cuatro personas carguen sus enseres en un viaje, pero lejos de algunos de los referentes del segmento.
Sus formas lo hace aprovechable, está muy bien rematado y cuenta con una pequeña luz, correas para sujetar objetos pequeños, anclajes… Bajo el piso nos encontramos, en esta unidad, con un suwoofer y un espacio compartimentado donde llevar el kit antipinchazos, si bien puede contar con rueda de repuesto temporal (opcional). A los que nos gustan los detalles prácticos, en primavera la firma presenta un piso denominado smartcargo que está dividido en tres y puede plegarse para dividir lateralmente el espacio.
[vc_row][vc_column width=»1/2″][/vc_column][vc_column width=»1/2″][/vc_column][/vc_row]
Cargarlo resulta sencillo, pues la altura del suelo de carga se encuentra a 73,1 cm. Eso sí, no queda enrasado con el borde. El espacio para meter objetos en amplio, pues el vano del portón tiene 1.030 mm de ancho. Por cierto, puede contar con apertura eléctrica.
Si no es suficiente espacio, siempre puedes abatir los respaldos de los asientos traseros (divididos en dos secciones) para logar una superficie totalmente plana con 1.406 litros de capacidad.
Equipamiento
Da gusto ver que un acabado de “acceso” cuente de serie con elementos de seguridad como el GVC Plus, múltiples airbags, aviso de cambio de carril, control de crucero adaptativo, reconocimiento de señales, Head-Up Display , asistente de arranque en cuesta, sensores de lluvia y luces, control de luces largas, SCBS con detección de peatones…
Es el denominado Origin y también cuenta con llantas de aleación de 16 pulgadas, faros LED, climatizador bizona, freno e estacionamiento eléctrico, pantalla de 8,8 pulgadas con Apple Carplay y Android Auto, con navegador…
Por encima nos encontramos con el Evolution. Por 1.650 euros más suma alguna exquisitez para mejorar la apariencia, como las llantas de aleación de 18 pulgadas, lunas traseras oscurecidas. También acceso sin llave, portón del maletero eléctrico, cámara de visión trasera, sensores de aparcamiento delanteros…
El acabado Zenith (1.250 € más) suma faros Full LED adaptativos, sistema de sonido Bose con 12 altavoces, retrovisor interior sin marco…
Nuestra unidad era un Evolution con Pack Safety (1.000 euros más), que suma el detector de fatiga con cámara, detector de tráfico con frenada activa, frenada de emergencia trasera… y también el paquete Safety Black (asientos de cuero negro, el de conductor con ajustes eléctricos y memoria… por 1.800 € más).
El precio sin descuentos no es un chollo, pues hablamos de que un Mazda CX-30 Evolution parte de los 29.225 €, lo que sumando los dos paquetes de opcionales supondría superar los 32.000 €. Ojo, que hay una campaña de lanzamiento que rebaja el coche en 2.800 €, cantidad a la que hay que sumar otro descuento por financiar el coche con la marca. Recuerda buscar las mejores ofertas de Mazda CX-30 en nuestra sección de coches nuevos, así como utilizar nuestro comparador de seguros para dar con la póliza que mejor se ajusta a tus necesidades y presupuesto.
Motor
La gama mecánica es idéntica a la del Mazda 3. Eso nos deja con un motor SkyActiv-G de gasolina de 122 CV y el SkyActiv-D diésel de 116 CV. Nos contaban en la marca que las previsiones eran que el primero registrase un 45% de las ventas, mientras que el gasóleo apenas representaría un 5%. Estaba claro cuál deberíamos probar más detenidamente.
Se trata de un motor atmósférico de cuatro cilindros y 1.998 cc que entrega su potencia máxima a 6.000 rpm y con un par máximo de 213 Nm que también hay que buscar en la parte alta del cuentavueltas, a las 4.000 rpm.
La potencia se envía a las ruedas delanteras mediante un cambio manual de seis relaciones. Puedes optar por una transmisión automática con el mismo número de marchas, de tipo convertidor de par. Supone pagar 2.800 euros más, una cifra no despreciable, y que además supone un consumo mayor. También puede elegirse con tracción total AWD, pero es una variable que cada vez se elige menos (ya por debajo del 20% de las ventas) y que supone pagar 2.000 euros más… y que también afecta al consumo.
Y es que el SkyActiv-G es una mecánica pensada para ofrecer consumos bajos De ahí que cuente con Start&Stop, un sistema de hibridación suave (Mild Hybrid) de 24V o un sistema que desactiva dos cilindros cuando no se necesita. De este modo homologa 6,2 l/100 km y 141 g/km de CO2 según el nuevo ciclo WLTP y (5,1 y 115 g/km según el NEDC correlado).
Puede que te preguntes qué pasa con el 50% de las ventas restantes. Mazda augura que será para el Skyactiv-X, un motor de 180 CV de gasolina que llega en octubre con un novedoso proceso de combustión (por ignición y compresión, se explica en este vídeo) y que promete conjugar ventajas de diésel y gasolina en un único propulsor. Homologa menores consumos y emisiones… y por apenas 2.000 euros más que el gasolina de acceso.
Pero veamos qué tal va el gasolina de acceso… comparándolo con una breve toma de contacto con este SkyActive-X en una unidad de preproducción.
Comportamiento
En esta primera toma de contacto concucimos el Mazda CX-30 Skyactiv-G, asociado al cambio manual y con tracción delantera. Uno de los que más se prevén vender, como decíamos. No pretende destacar por prestaciones, como revela su ficha técnica, donde vemos que tarda en llegar a 100 km/h desde parado en 10,6 segundos, pero tiene otras virtudes.
Para empezar, rueda de manera muy silenciosa y suave… pero cuando lo llevas arriba en el cuentavueltas suena de manera muy sugerente. Y créeme, tendrás que visitar esa zona para exprimir el par motor (algo escaso) que necesitas en adelantamientos o repechos.
El coche, bien llevado, se nota ágil, ya que no existe un incremento de peso muy notable respecto al Mazda 3, apenas 100 kg. Sus reacciones en curvas y cambios de apoyo son seguros, con unas suspensiones que tienen una excelente puesta a punto, ya que no resultan demasiado incómodas. La buena insonorización del habitáculo lo hace muy cómodo cuando te mueves en autovía, sin que llegue mucho ruido de rodadura ni aerodinámico.
A quienes nos gusta conducir nos conquista la dirección, con un volante delicioso… pero sobre todo el tacto del cambio de marchas, por lo bien que va y preciso que es. Hay que usarlo mucho, repetimos, y de este modo no te importa hacerlo.
El consumo, según el ordenador de a bordo, fue de 7,1 l/100 km. No es excesivo y conociendo otros Mazda seguro que no se dispara en viajes largos a velocidades altas. Ventajas de no apostar por mecánicas de cubicaje pequeño. Y de la tecnología. No notas en absoluto el sistema Mazda M Hybrid de microhibridación ni la desconexión de cilindros. Y el Start&Stop funciona de manera muy eficaz.
¿Y el SkyActiv-X? Conste de nuevo que fue un pequeña vuelta. Agradeces contar con un par motor más elevado y en una zona más aprovechable (al final circulas más tiempo entre las 1.500 y 3.000 rpm que a 4.000, eso es innegable). Puede que sea algo menos refinado que el SkyActiv-G, pero tendría que probar ambos en igualdad de condiciones para acabar de asegurarlo. De todos modos, aunque empuja claramente más que el gasolina, tampoco tuve la sensación en esta breve toma de contacto de estar ante un motor de la potencia que declara.
Eso sí, ambas mecánicas probadas cuentan en España, gracias al sistema Mild Hybrid, con la etiqueta ECO de la DGT. Algo que apuntalará sus ventas ya que cuentan con ventajas innegables (aparcamiento en zonas reguladas, acceso en restricciones por alertas de contaminación, uso del carril Bus/VAO…).
Opinión coches.com
El Mazda CX-30 no es un producto de masas. Encaja como anillo al dedo para aquellos que gustan de un coche dinámico, con un motor muy refinado y que adoren cambiar de marchas para llevar el coche justo como ellos quieren. Y rodeados de un habitáculo agradable, muy pensado para el conductor.
En el apartado de equipamiento el modelo arrasa con la competencia. Además de por lo que ofrece de serie, hay muchos elementos que no pueden montar ni siquiera como opción. Eso sí, todos son mucho más potentes. Ahí entra en juego el SkyActiv-X. Una compra que (tenemos que probarlo a fondo para ver si en consumos cumple), sí puede ser más redonda.
Quienes no busquen tanto disfrutar de la conducción, un motor con turbo, que no exige estar tan pendiente del cambio, será más agradable. En ese caso, Mazda también ofrece la transmisión automática. Pero sinceramente, perder de vista ese tacto del cambio manual es perder una
Ahora será el mercado quien dicte sentencia. Desde luego, es un coche con un buen diseño, que se sale de las mútliples variantes de SUV con alma de monovolumen y con una apuesta tecnológica diferente que habrá quien sepa apreciar.
- Equipamiento completo desde nivel de acceso y calidad del interior
- Mecánicas con etiqueta ECO
- Puesta a punto y comportamiento
- Mecánica de gasolina con poco par
- Diseño de intermitentes poco acertado
- Plazas traseras menos amplias que muchas alternativas
Galería de fotos: