Aunque el término food truck (comida rodante) nos suene a la América profunda de los perritos calientes, hamburguesas o la ruta 66, en realidad los food trucks o street food (como se les conoce en Reino Unido), son bares rodantes pensados para llegar a cualquier calle, plaza o aparcamiento público, levantar la persiana del mostrador y empezar a servir.
Marcas como Casey’s Pizza en San Francisco, Atridge and Cole Coffee en Belfast (Irlanda del Norte), Cantine California en Paris, la Bakery California de Milán o la Healthy Yummies de Londres ya disponen de este tipo de vehículos, que al tratarse además -en la mayoría de los casos- de viejos camiones de bomberos, antiguos coches patrulla de policía o autobuses de colegio, tienen un toque retro o vintage que les dan mucho estilo.
De hecho, en algunos sitios como New York o Londres se celebran convenciones como la Food Truck Festival of the Summer, donde acuden vehículos de todas las partes del mundo. Además, estos gastrobares ambulantes se quieren diferenciar de la fast food o comida rápida y, por ello, venden comida muy diversa –desde comida asiática a ostras- y apuestan casi siempre por la calidad, la innovación y lo biológico u orgánico.
En España este tipo de camiones y furgonetas están prohibidos y la legislación sólo les permite la venta ambulante siempre y cuando sea en determinados eventos como ferias, fiestas populares o mercadillos, así que, por desgracia, poco más pueden hacer que ir de feria en feria y de pueblo en pueblo.
Además, tampoco son retro y más bien huelen a churros y patatas fritas, aunque también hay excepciones como, por ejemplo, el Rolling Pita, un camión que rueda por toda Cataluña y vende comida comida ecológica 100% o quizás el más conocido, el Pepe Food Truck (del famoso cocinero José Andrés) que vende por todo Washington desde bocadillos de jamón serrano a cócteles o comida mejicana.
Vía: Vanitatis