Como si de la mismísima Sagrada Familia se tratará, en la ciudad de Buffalo en el estado de Nueva York, después de 87 años han terminado una de las gasolineras más longevas del mundo.
Ya hemos hecho un exhaustivo repaso de la fructífera relación entre arquitectura y gasolineras, pero no siempre ha sido así. A principios del siglo XX, las estaciones de servicio eran poco más que un surtidor y una pequeña caseta para pagar el combustible. Al menos, hasta que en 1927 el famoso arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright diseñó una revolucionaria gasolinera. Su diseño contaba con un tejado de cobre, baños, bombas de los surtidores que funcionarían con gravedad para llenar los depósitos y unas mangueras pintadas con los patrióticos colores de la bandera americana (rojo, blanco y azul). Además, se incorporaría una salita de estar con chimenea, para que pudieran descansar los clientes y resguardarse del frío invierno.
Sin embargo, cuando todo estaba listo para lo que sería la primera de una gran red de modernas estaciones de servicio que pretendían revolucionar la forma de repostar y de viajar por carretera, Frank exigió el cobro de una comisión de 1.700 dólares (lo que en aquella época vendrían a ser 25.000 dóalres actuales) por cada una de las gasolineras que se inaugurasen.
Estas altas comisiones hicieron que el proyecto se cancelará porque ya no resultaba rentable para los inversores, las grandes petroleras. Hasta que, 87 años después, la gasolinera soñada por Frank Lloyd ha sido construida pero sólo como parte de la colección delMuseo de Automoción Pierce-Arrow, que ha tardado más de una década en reunir los donativos suficientes para completar la construcción.
Además, los responsables del museo, para darle más realismo a la obra, han incluido un par de coches antiguos Cord L-29 Cabriolet y un letrero de neón de Tydol, una compañía de gasolina muy famoso en aquella época.
Fuente: Metropolismag, Idealista