Tras aprender a organizar los maleteros de nuestros coches, seguimos con la serie de post orientados a preparar nuestros vehículos para uno de esos largos viajes que muchos haremos este verano para irnos de vacaciones. Ahora le toca el turno a la lubricación, parte fundamental para que tu coche funcione correctamente y tenga una mayor vida útil.
Básicamente, el motor de un coche se compone de un bloque de acero donde se producen explosiones, exactamente dentro de los cilindros, que hacen que se expulsen los gases por el tubo de escape, como cualquiera puede ver al observar cualquier vehículo (que no sea eléctrico, claro).
La fuerza que generan esas explosiones empujan a una pieza llamada pistón, que se mueve sin parar hacia arriba y hacia abajo. En ese movimiento se producen rozamientos con otras piezas, también metálicas, y por ello necesita estar muy lubricada para funcionar a la perfección.
Esta «miniclase» de mecánica básica viene a cuento para demostrar cómo el aceite cumple un papel importantísimo. Sin él, esos rozamientos y aumentos de temperatura podrían dañar el motor. En definitiva se utiliza para que las piezas se lubriquen de la mejor manera y se deslicen fácilmente. Si no hay suficiente lubricante, el motor puede gripar, fundirse debido al calor del rozamiento entre sus componentes, una avería que frecuentemente obliga a tomar el camino del desguace. Para evitarlo es conveniente que compruebes periódicamente el nivel de aceite con una sencilla operación que se completa en pocos minutos y que pasamos a explicarte.
Para medirlo correctamente, necesitas que el vehículo se encuentre parado en un terreno horizontal. Tienes que realizarlo con el motor en frío. En caliente, la dilatación produce un margen de error y, en caso de vernos obligados a rellenar el depósito de aceite, podría resultar peligroso si alguna gota cae sobre componentes a altas temperaturas.
Una vez que el vehículo se haya enfriado, abre el capó desbloqueando la palanca. Por lo general, suele está situada bajo el salpicadero, a la izquierda del volante, pero algunas marcas han sustituido este método por un cierre con llave en la parrilla frontal. Si no lo encuentras en un lugar ni en otro, consulta el manual del vehículo.
Lo siguiente es asegurar el capó con la barra que existe a tal efecto. Comprueba que esté firmemente asegurado para evitar accidentes y golpes en la cabeza… Ahora debes localizar la varilla que permite medir el aceite. Está situada junto al bloque del motor y por lo general, destacada por un color diferente.
Saca la varilla tirando con suavidad hacia arriba. Limpia con un trapo o un papel el extremo de la varilla y fíjate que presenta dos muescas. Son los niveles mínimo y máximo de aceite permitidos. Ha llegado el momento de introducir de nuevo la varilla hasta el tope y la volver a extraerla. Podrás observar que se ha manchado de aceite en su extremo. La mancha debe situarse entre las dos muescas.
Si el nivel estuviera por debajo del mínimo, debes rellenar con el tipo de aceite indicado por el fabricante. Podremos encontrarlo en grandes superficies, tiendas de repuestos, talleres o gasolineras. Sobre el bloque motor encontraremos el tapón que da acceso al depósito de aceite. Suele estar resaltado en el mismo color de la varilla y con un dibujo que indica su función con claridad. Retira el tapón y añade una pequeña cantidad de aceite. Luego espera un par de minutos a que se deposite en el fondo, mide otra vez con la varilla y repite la operación hasta alcanzar el nivel adecuado de aceite. ¡Acabas de darle unos años más de vida a tu coche, felicidades!