Llega el invierno después de unos meses en los que parecía que el frío y la nieve no harían acto de presencia pero ya está aquí con sus ventajas y desventajas. Para los conductores es una época donde hay que extremar la precaución por los distintos cambios climatológicos y aquí los neumáticos juegan un papel fundamental.
El estado de los neumáticos es clave para la seguridad vial, en España casi uno de cada 5 accidentes mortales se producen con el asfalto mojado o con nieve y la adherencia del neumático juega un papel fundamental en este tipo de accidentes.
El centro de innovación del neumático de Goodyear nos da unas pautas importantes sobre los peligros que podemos encontrarnos en la carretera si no tenemos en perfectas condiciones nuestros neumáticos, sobre todo ahora que estamos en invierno.
Y es que hemos de saber que a una velocidad 100 Km/h y con lluvia las cosas cambian mucho, ya que mientras que el área de contacto de un neumático nuevo es de un 77%, el agarre de un neumático desgastado es de sólo un 5%.
Por otro lado un neumático con la profundidad de las ranuras por debajo del 1,6, que es el mínimo legal, multiplica por tres la distancia de frenado respecto a la frenada con un neumático en buen estado.
Ni que decir tiene que el famoso “aquaplaning” es muy probable que se de con unos neumáticos desgastados y encima con la carretera mojada.
Por tanto tenemos que extremar la precaución, revisar nuestros neumáticos y saber también, que existen varias alternativas para aumentar la seguridad en invierno, la primera sin duda tener el dibujo de los neumáticos en perfecto estado así como la presión de los mismos según las recomendaciones del fabricante, pero aún teniendo los neumáticos en perfecto estado existen otras medidas para aumentar la seguridad en invierno como son las neumáticos de invierno.
Muchos de vosotros os preguntaréis que significa esto de los neumáticos de invierno, pues bien, se trata de un tipo de neumáticos que permiten poder conducir en condiciones de nieve o lluvia con mucha más seguridad que con los neumáticos convencionales.
Para hacerse una idea, con unos neumáticos convencionales sobre un terreno nevado y a una velocidad de 50Km/h, la distancia de frenado es aproximadamente de 63 metros. Con los neumáticos de invierno, esta distancia se reduciría a casi la mitad, unos 32 metros.
Estas diferencias que inicialmente pueden no parecer significativas, es lo que nos puede separar de un gran susto.
La principal diferencia de estos neumáticos reside en los dibujos de la banda de rodadura y en el material de que está compuesto, el sílice, que las hace más blandas y menos sensibles al frío.
Las cadenas sin duda son una alternativa muy válida pero con este tipo de neumáticos evitamos el riesgo de nevadas, chaparrones o heladas imprevistas, así que por un 15 % más de lo que cuesta un neumático normal estamos más seguros durante el invierno.