Este clásico de las carreras fue uno de los modelos Bugatti que logró más victorias, además de ser el primero que incorporaba un radiador en forma de arco. De este modelo se llegaron a fabricar alrededor de 400 unidades gracias al prestigio demostrado en los circuitos.
Desde sus inicios en los años 20, como vehículo de grandes personalidades hasta la década de los 60, considerado como pieza de coleccionista, la carrera del Bugatti ha sido más que brillante y exitosa. También su conservación ha sido relativamente sencilla pues, en su día, este modelo disponía de un amplio catálogo de piezas de repuesto. Actualmente, gracias a la dedicación de los seguidores de la marca y las nuevas tecnologías, se continúan fabricando reproducciones totalmente fieles al original.
El debut del Bugatti tuvo lugar en el Gran Premio de Lyon de 1924, una ocasión idónea para presentar en sociedad a un modelo que incorporaba una serie de elementos totalmente novedosos: ruedas de aluminio con tambor incorporado, carrocería en forma curvada, eje delantero tubular, ligero y rápido. Se trataba de una preciada joya al alcance de muy pocos bolsillos.
El primer modelo que se fabricó, montaba el motor de ocho cilindros en línea y contaba con una cilindrada de 1.991 c.c. Posteriormente surgieron diferentes versiones en función de las modalidades de las carreras en las que participaba, dando lugar a modelos como el 35 A, 35 C, 35 T, 35 B, 37 y 39.
Como dato anecdótico, la primera mujer piloto de la marca fue Hellè Nice quien tras participar con éxito en diferentes carreras automovilísticas, fue elegida por Ettore Bugatti para pilotar el T35 en varios premios europeos y rallies. Tras cinco años cosechando éxitos, Hellè abandona la marca a causa de la que sería una de las más trágicas carreras en el GP de Italia en 1933.
Fotos Bugatti T-35: