A menudo la Historia olvida citar a las grandes pioneras, mujeres que tuvieron que luchar por romper estereotipos y las férreas normas sociales para poder cumplir sus sueños. Es el caso de la alemana Clärenore Stinnes, una mujer que cumplió su desafío: dar la vuelta al mundo en coche.
Clärenore era una apasionada del automovilismo desde pequeña. Consiguió su licencia de conducir justo cuando cumplió los 18 años y a los 24 ya competía. Antes de embarcarse en esta aventura, la alemana ya era una de las mejores pilotos de Europa de los años veinte. En 1927 y con 26 años acumulaba la friolera de 17 victorias en carreras, cuando aún no existía la modalidad femenina y era la única mujer que se atrevía a competir. Sin embargo, ella «tenía ganas de explorar lo desconocido», tal y como dejó escrito en el libro que escribió tras su aventura, Im Durch Auto zwei Welten.
Dispuesta a embarcarse en la descomunal aventura de dar la vuelta al mundo a bordo de un coche, buscó toda fuente de financiación posible. Ya que sus hermanos, herederos de todas las empresas de su padre, se la negaron, trató de conseguir apoyo privado de la pujante industria automovilística alemana. Y así fue, Adler, Bosch y Aral le proporcionaron 100.000 marcos para que pudiera llevar a cabo su travesía.
La ruta
Una vez solucionados los problemas presupuestarios, Stinnes pudo emprender su viaje. El 25 de mayo de 1927 salió la delegación de Frankfurt. Junto a ella iban un fotógrafo Carl-Axel Söderström, que había conocido dos días antes y con quien se casó a la vuelta, a bordo de un Adler Standard 6 acompañados de dos mecánicos que los escoltaban en otro coche con repuestos.
Emprendieron el viaje dirección Teherán vía Beirut, Damasco y Bagdad. Una vez recorrido el Oriente Medio se dirigieron a Moscú y allí fueron abandonados por los mecánicos, que volvieron a Alemania dejando a la conductora y al fotógrafo a su suerte. Lejos de abandonar, ambos siguieron. Recorrieron Siberia y el desierto del Gobi hasta llegar a Pekín. Una vez allí fueron en barco a Japón y Hawai, hasta desembarcar en el continente americano, concretamente en Perú.
Allí el fotógrafo enfermó de gravedad y gracias a los cuidados de Clärenore y los lugareños consiguió reponerse. Así que siguieron su periplo hasta Buenos Aires y de allí emprendieron la subida hasta Estados Unidos, donde una vez en Washington D.C fueron recibidos por el Presidente Herbert Hoover. Continuaron por la costa este hasta Canadá, pasando por Nueva York. En Canadá cogieron un barco hasta Francia, donde visitaron París antes de volver a Alemania. Después de 47,000 km de viaje, entraron en Berlín el 24 de junio de 1929, 25 meses después de aquel día de mayo que salieron de Frankfurt.
El libro
Con la vuelta a casa, Stinnes y Söderström se casaron. En su libro, Im Durch Auto zwei Welten, relata toda clase de problemas que ambos tuvieron que hacer frente durante esos dos años y dos meses de periplo que compartieron. Desde los 53 grados bajo cero que soportaron en Siberia, los 54 en el camino a Bagdad, las tormentas de arena en Mongolia hasta el uso de la dinamita para poder circular por el campo de la Cordillera de los Andes. Sin duda un viaje apasionante por un mundo aún desconocido y necesitado de intrépidos como esta piloto y su fotógrafo, los primeros en dar la vuelta al mundo en coche.