Si conoces un poco la historia de los coches eléctricos es posible que hayas oído hablar de los EV1 que empezaron a dejarse ver por las carreteras de California a mediados de los años 90. Debido a la alta contaminación, se creó una ley que impulsaba la comercialización de vehículos no contaminantes hasta llegar el 10% de todos los coches vendidos en 2003.
Fue entonces cuando General Motors lanzó el EV1, un coche que no utilizaban directamente ni una gota de combustible. Pocos años después aquellos EV1 dejaron de desarrollarse: las 1.117 unidades que existían fueron retiradas y destruidas, y también los puntos de recarga que se habían instalado a lo largo de todo el estado.
GM suspendió el programa debido a los posibles riesgos de incendio y debido a que las normas de seguridad, eran demasiadas caros para cumplir. Esto lo trata de forma excelente el documental Who Killed the Electric Car? en el que se buscan responsabilidades además de comparar el coche eléctrico con otras alternativas: combustión, híbridos, biodiésel, etanol, pila de hidrógeno…
¿Pero pudo haberse acabado con el coche eléctrico mucho antes? Recapitulemos. Hasta 1912, los coches eléctricos eran muy populares ya que el conductor solo tenía que subirse y ponerse a andar. Los motores de gasolina, por el contrario, requerían un esfuerzo extra: Para arrancar el motor era necesario darle a la manivela. Y cada sesión de manubrio suponía un riesgo ya que en numerosas ocasiones se trababa y la manivela pegaba un golpe hacia atrás. El resultado: un sinfín de brazos rotos y el temor que suponía arrancar uno de esos coches con motor de explosión.
¿Y qué tiene que ver Cadillac en todo esto? Pues que hace poco recibimos una nota de prensa que contaba cómo hace cien años, en febrero de 1912, la marca Cadillac de GM introdujo el motor de arranque eléctrico.
El arranque a mano «suponía el principal riesgo de lesiones en los primeros días del automóvil», aseguraba Greg Wallace, director del Centro de Patrimonio de General Motors, a USA Today.
En aquel entonces, las mujeres de clase alta ya conducían bastante en los EE.UU. y sus coches favoritos eran los eléctricos. La razón principal era el dichoso manubrio: Era impropio de una dama agacharse frente a un coche para hacer girar un hierro doblado con dos ángulos rectos.
Los Cadillac con sistema de arranque eléctrico cambiaron todo aquello. Los coches de gasolina empezaban a ser tan fáciles de conducir como los eléctricos. De hecho, a los pocos años, Cadillac empezó a presentar la mujer en sus publicidades. Las mostraba como conductoras, no como pasajeras, y, por supuesto… destacaban la comodidad de su arranque eléctrico.
A partir de ese momento, poco a poco los automovilistas empezaron a pasarse a los coches con motor de gasolina. Además de porque eran tán cómodos de arrancar como los eléctricos porque (y esto seguro que te sonará un poco familiar) los eléctricos eran demasiado caros y no se podía llegar muy lejos con ellos con una sola carga.
Una curiosidad más. Al parecer, en aquella época los coches de gasolina eran vistos como visionarios, los vehículos de combustible alternativo. Al mismo tiempo, los coches eléctricos habían ido adquiriendo una imagen negativa, como los todoterrenos grandes de hoy en día. El motico es que aquellos coches eléctricos a menudo se fabricaban para los ricos, así que eran bastante voluminosos. Y lógicamente, la gente común no podía entender para qué alguien necesitaba un coche tan grandes.
Fuentes: Cadillac, USA Today