«En cuanto pasan unos cuántos días sin llover o sin vientos fuertes, las lecturas de las estaciones de medición se disparan, y se alcanzan los niveles previstos para la aplicación de las medidas correspondientes» dice Enrique Dans en su blog. «La gran diferencia con respecto a años anteriores es, simplemente, la seriedad. Niveles de contaminación como los actuales se han alcanzado en muchísimos momentos anteriormente, pero las distintas corporaciones municipales del momento preferían ignorar las lecturas o incluso reubicar las estaciones de medición con el fin de esconder el problema».
El Ayuntamiento de Madrid, liderado por Manuela Carmena y el partido Ahora Madrid aplicó ayer 29 de diciembre de 2016 el escenario 3 del protocolo anticontaminación. Ha sido la primera vez que se ha tomado esta medida, probablemente no será la última. «Tras haberse alcanzado el escenario 3 del Protocolo de medidas a adoptar durante episodios de alta contaminación por dióxido de nitrógeno y siendo desfavorables las predicciones meteorológicas de AEMET, se aplican las medidas contempladas en dicho escenario para el día 29 de diciembre, además de las medidas del escenario 2» explican en un comunicado oficial.
Resumiendo mucho, aparte de las medidas ya conocidas se añaden restricciones por matrícula dentro de la almendra de la M30. Los días pares circulan las matrículas pares y las acabadas en cero. Los días impares, las matrículas impares. Es una medida aplicada en ciudades como París y también ha sido mencionada por partidos de la oposición como apetecible mientras ha tenido lugar el proyecto de Abre Gran Vía.
«Que las medidas de restricción no son populares es evidente, pero eso no oculta que esas medidas existen por una buena razón, y que son completamente necesarias. […] Los seres humanos podemos llegar a ser profundamente irracionales, hasta el punto de preferir sacrificar uno de los bienes más importantes, nuestra salud, a cambio de un poco de comodidad a corto plazo» dice también Enrique Dans. Aquí está el quid de la cuestión detrás de todo esto: el comportamiento humano.
Los resultados del escenario 3
Moeh Atitar, periodista del El Español, salió en su bicicleta la mañana del 29 de diciembre para comprobar si el tráfico había cambiado en la ciudad de Madrid con la aplicación del escenario 3 y de qué manera. Lo documentó en vídeo a través de su cuenta de Twitter, y podéis ver algunos ejemplos:
Javier ha dejado el coche en casa porque tiene matrícula par. Hoy va en bici. pic.twitter.com/eBCy1DsTNo
— Moeh Atitar مو (@guerraypaz) December 29, 2016
Así está Colón en hora punta. pic.twitter.com/38QRmIYTWB
— Moeh Atitar مو (@guerraypaz) December 29, 2016
Emérito es repartidor. Ha notado menos tráfico de lo normal hoy en Madrid. pic.twitter.com/5kxF6RTrrd
— Moeh Atitar مو (@guerraypaz) December 29, 2016
Así está Gran Vía. En bicicleta es donde peor se respira porque solo circulan coches de reparto y TP, que van casi todos con diésel pic.twitter.com/grhHDXGqEh
— Moeh Atitar مو (@guerraypaz) December 29, 2016
La valoración es sencilla: las restricciones han funcionado y menos coches circulan por las carreteras. Hoy 30 de diciembre se ha vuelto al escenario 2. No para todos es bueno. Desde el PP han clasificado esta medida como «movimiento ideológico». Aun así, Esperanza Aguirre aseguraba en su día que aplicaría sin miedo medidas similares de llegar el caso:
¡Qué mala es Manuela Carmena, que quiere restringir la circulación de los vehículos para controlar la contaminación! pic.twitter.com/T4dp7nRMgf
— ZerBeZero (@ZerBe_Zero) December 28, 2016
La batalla política se libra a pie de calle
Cuando hablamos de medidas anticontaminación, el eje central del debate debería ser la salud pública y los problemas ocasionados al respirar aire contaminado. Sin embargo, estas ideas se dan de lado en favor de un debate política. No importa la medida, no importan sus efectos. Importa quién la aplica, no importa el cómo. Este pecado es transversal a cualquier idea política, y provocan una falta de verdadera conciencia sobre lo que estas medidas implican.
Los vehículos son algunos de los principales causantes de la polución en cualquier lugar del planeta. Casi 16.000 muertes anuales en España están directamente relacionadas con la contaminación del aire. Esta es la causa y efecto que hay que tener en cuenta a la hora de debatir si se deben o no aplicar restricciones.
Los datos, para muchos, no son suficiente. Los hay para quienes es necesario ver para creer, e incluso así no hay más ciego que el que no quiere ver:
"¿Dónde ves tú la contaminación, dónde?" Las reacciones de los ciudadanos a las restricciones de circulación. pic.twitter.com/9MfHXFWtUQ
— El Mundo Madrid (@ElMundo_Madrid) December 29, 2016
Surge, nuevamente, la pregunta. ¿Realmente estamos concienciados? ¿Es solo culpa de esa batalla política o realmente no nos importa? A estas alturas deberíamos entender que el mundo está en constante cambio. Me permito citar, una vez más, a Enrique Dans: «El modelo de ciudad que hemos conocido durante décadas ha alcanzado su techo de sostenibilidad, como lo ha alcanzado también el sueño de Henry Ford de que cada ciudadano tuviese su propio automóvil».
Coches eléctricos, coches autónomos, transporte público de mayor calidad, vehículos compartidos… ¿En qué momento las medidas dedicadas a intentar adaptar nuestras ciudades a un futuro en el que no podemos depender de combustibles fósiles y en el que tenemos que reconcebir cómo definimos nuestras urbes se han visto reducidas a una cuestión de si eres de derechas o de izquierdas?
Los actuales protocolos y escenarios anticontaminación fueron desarrollados por el PP durante la legislatura de Ana Botella, previa a la actual de Ahora Madrid. La administración de Manuela Carmena mantuvo estos protocolos, pero ajustó los niveles de preaviso y aviso a unos más cercanos a los que manda la Unión Europea. El actual sistema anticontaminación surge de la aportación de dos partidos contrarios ideológicamente.
La culpa es compartida. Los ciudadanos deberíamos hacer un ejercicio de conciencia y sacrificio por el bien común. Los políticos deberían dejar de lado sus posiciones ideológicas y tener en cuenta el bien de la salud pública. Si nos quedamos cortos y ciegos ante la evolución de nuestras ciudades, no solucionaremos nada. Es hora de ajustar nuestra realidad y reconducir el debate hacia lo que siempre debió ser: buscar las maneras más eficaces para vivir en una ciudad más limpia y saludable.