Hoy te traemos una de esas historias que te dejan la boca abierta. Es la historia de Violette Morris, una extraordinaria mujer que solía decir: «Todo lo que un hombre puede hacer, Violette lo puede hacer». Ese tesón es absolutamente necesario en los deportes de motor, donde hace falta un enorme coraje, determinación, resistencia y habilidad.
Violette Morris era una atleta superdotada: lanzadora olímpica, futbolista, arquera, luchadora, jugadora de waterpolo, boxeadora, donde a menudo competían (y tumbaba) a hombres. Pero lo que realmente le gustaba a esta mujer lesbiana era la velocidad: Era una super mujer de la década de 1920… Compitió en carreras de caballos, bicicletas, motocicletas, automóviles, e incluso aviones. Cuanto más rápido y peligroso fuese el vehículo, mejor. Por eso llegó a eliminar las tetas de su cuerpo, para caber en los pequeños coches de carreras.
Parece ser que Violette aprendió a conducir durante la Primera Guerra Mundial, donde condujo una ambulancia en la Batalla de Verdún brutal, quizá el medio de transporte más peligroso en aquel momento.
Las carreras donde solía competir eran pruebas de resistencia, como el Bol d’Or, una carrera de resistencia de 24 horas para motos y coches en Francia. La pista estaba un bucle de arcilla de tres millas. Se competía en cycelcar, unos vehículos muy ligeros que, para hacernos una idea, serían como si hoy colocásemos un motor y cuatro ruedas de una motocicleta a un catre de hierro.
Violette comenzó a competir en un cycelcar en 1922 (quedó en 4 º lugar en su clase, y marcó el récord de la pista) y más tarde condujo BNC para ganar el Bol D’Or en 1927. Al año siguiente le impidieron participar en los Juegos Olímpicos de 1928 de Amsterdam debido a su abierta homesexualidad (siempre vestía como un hombre), así que abrió una tienda de accesorios para coches de carreras… y realizó su famosa doble mastectomía ese mismo año. Su objetivo, entrar mejor en los pequeños habitáculos de aquellos coches y conducir con mayor facilidad.
Durante este tiempo ella todavía jugaba al fútbol (y eso que fumaba tres paquetes de cigarrillos al día). Ganó peso y músculo y presentó una demanda contra la Federación de Mujeres deportistas francesas, por haberle negado la licencia, acusada de llevar un traje de hombre. El cargo inane en realidad era sólo una excusa para excluir de su comportamiento fuera de-la-norma de género y las relaciones con las mujeres. Aunque era amiga de famosos, como la cantante Josephine Baker (llegó a cantar con ella), la prensa y la opinión pública fueron muy crueles con ella y desestimaron su demanda.
Cuando empezó la Segunda Guerra Mundial Violette ya había perdido su negocio de accesorios en la Depresión de 1929. Cuando Alemania invadió Francia, Morris se ganaba la vida con el contrabando de jamones y alcohol… un negocio donde podía conducir rápido y dar puñetazos cuando era necesario. Semejantes habilidades no pasaron desapercibidas para la Gestapo francesa, que la reclutó.
Parece un contrasentido (y tal vez lo sea), pero los nazis se las arreglaron para que asistiese a los Juegos Olímpicos de 1936 como invitada, lo que sin duda influyó en su idea sobre el nazismo. Trabajó como espía para ellos, luchando contra la resistencia. Sus torturas eran muy temidas, ganándose el apodo de «Hiena de la Gestapo«.
Murió en 1944, cuando recibió un disparo en la espalda mientras iba al volante de un Citroën sobrealimentado. Puede que mereciese esa bala, pero también merecía morir haciendo algo que amaba, conducir rápido. Modelo a seguir para vivir su identidad de género con audacia ¿por qué nadie ha hecho una película sobre ella? Persecuciones de coches, nazis, lesbianismo… ¡Éxito de taquilla asegurado!
Vía: Jalopnik
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