Aunque soy partidario y creo fervientemente en la posibilidad de una convivencia pacífica y regulada, las bibicletas y sobretodo en este país,han sido un enemigo tradicional del vehículo o viceversa.
Después de que el Ayuntamiento de Madrid aumentara la superficie del carril bici en la periferia de la ciudad, ahora se presenta el dilema de como trasladar este exitoso modelo al centro de capital, sus calles estrechas y su desmesurada congestión de tráfico.
La primera medida, la deadaptar los carriles en la propia acera, creaba problemas entre ciclistas y peatones y es que no se muy bien a que mente preclara se le ocurrió esta idea, pero a todos luces era la peor de las soluciones.
Ahora el Ayuntamiento ha optado por una solución salomónica y construirá las nuevas líneas de desplazamiento de bicicletas en las calzadas más anchas de la capital,en convivencia con los vehículos.
Además, en muchas vías estrechas, la mayoría ellas del centro de la ciudad se establecerá lo que se ha bautizado como «calles de prioridad cicilista» o «ciclocalles», donde los ciclistas tendrán preferencia, sobre los vehículos que no podrán circular a una velocidad superior a los 30 kilómetros la hora.
El Ayuntamiento se ha marcado como horizonte el año 2016 para finalizar lo que ha denominado Plan Ciclista. Como siempre, las reacciones son contrapuestas dependiendo de los intereses de quien las realice. Para los ciclistas, aunque desconfían de Ruiz-Gallardón, es el camino a seguir en una ciudad donde circular en bici es cuanto menos un peligro para la integridad física, mientras que para los conductores esto solo aumentará aun más el tráfico de una ciudad de por si atascada.
Los ciclistas de la capital tan solo suponen un 0,6% del tráfico total en hora punta, aunque desde las asociaciones confían en un aumento significativo cuando se pongan en marcha las actuaciones prometidas.
Vía: 20 minutos