Ha todos nos ha pasado, seguro. Estás caminando hacia el centro comercial después de haber aparcado al fondo del parking y canalizando toda la frustración por tardar más de 20 minutos en encontrar una plaza. De repente, te surge una pregunta: “¿He cerrado el coche con llave?” Así que te das la vuelta, estiras el brazo y apuntas con la llave en dirección a tu coche con la idea de que los intermitentes te confirmen que lo has cerrado. Pero esa confirmación nunca llega. Estás muy lejos.
Las conocidas como llaves del coche –que de llave poco tienen ya– son un pequeño dispositivo de control remoto que le permite bloquear y desbloquear las puertas del coche, arrancarlo y, en algunos modelos, realizar muchas otras funciones como abrir y cerrar las ventanillas o incluso hacer que se desplace sin siquiera subirte. Para ello, el mando usa una antena y ondas de radio que envía órdenes a tu coche. Sin embargo, no siempre funciona como quisiéramos, ¿y de qué sirve tener un control “remoto” si tienes que estar justo al lado del coche para que funcione?
La solución es clara. Debes doblar el codo y tocar tu cabeza con el mando a distancia del vehículo. Si quieres obtener mejores resultados, coloca las llaves debajo de tu barbilla y abra bien la boca. Funciona. Es una de esas cosas por las que nunca nos preocupamos realmente, pero como todo en la vida, hay una explicación detrás. Un servidor está aún lejos de ser un científico profesional, pero la física de este fenómeno se explica fácilmente. Porque resulta que los fluidos de tu cabeza también te convierten en un buen elemento conductor para aumentar el alcance de las llaves.
Las ondas emitidas por la llave no solo entran en tu cuerpo y aumentan de amplitud porque eres un saco de carne lleno de agua que aumenta en casi exactamente el doble el rango de una onda de radio, sino que el agua en sí actúa como un resonador, atrapando las ondas dentro de ti para rebotar y formar andas más fuertes. El mundo es extraño, pero gracias a Kyle Hill, científico de YouTube, tenemos nuestra respuesta. tu cuerpo actúa, literalmente, como antena amplificadora de señal orgánica para una señal muy artificial. Hasta el 60 % del cuerpo humano se compone de agua.
Y no te preocupes por los efectos secundarios a largo plazo, las ondas de radio que las llaves de los coches emiten son lo suficientemente débiles como para no resultar nocivas para el cuerpo humano. Piensa en esto como una guitarra. Sin esa sección hueca que hay debajo de las cuerdas de esta, el sonido de la guitarra sería casi imperceptible. Esa área es una caja de resonancia, tal y como hace nuestro cuerpo con la señal al amplificar las ondas del control remoto del coche.
Fuente: Kyle Hill
Vía: YouTube