Si vas a viajar en coches estas vacaciones no te olvides de estar bien atento de por donde circulas. El verano (más incluso que el invierno), los camiones y vehículos pesados que circulan por delante de ti y muy especialmente las carreteras o viales con el firme en mal estado, en reparación o incluso los recién asfaltados son fuentes de riesgo para tu parabrisas y el resto de cristales de tu coche.
Según numerosos estudios realizados por las Carglass y Belron Technical, departamento de investigación y desarrollo del Grupo Belron, sobre los factores que inciden en todos los procesos de fractura de un vidrío, los cristales de los coches en circulación tienen muchos “enemigos latentes” dispuestos a quebrarlos a su paso. En cualquier momento, algún objeto puede impactar contra ellos y producirse la rotura.
Los informes han estudiado en primer lugar las razones por las cuales se producen los impactos. La primera de todas es que el asfalto no suele estar limpio y menos en un país como el nuestro donde las lluvias escasean. Las carreteras se diseñan con caída hacia sus laterales para además de drenar el agua que cae sobre ellas, esta también arrastre los pequeños objetos y restos de suciedad fuera del trazado. Pequeños objetos que cuando tienen un tamaño y peso determinados se convierten en auténticos proyectiles, especialmente cuando caen desde la caja de un camión o son escupidos por los neumáticos de los vehículos que circulan por delante.
Tanto la gravilla que se produce en las obras, como los trozos que se sueltan del propio asfalto al descomponerse por la acción del tiempo son especialmente dañinos. Según los estudios realizados por las empresas del Grupo Belron, durante el mundial de Sudáfrica fue especialmente relevante el número de parabrisas rotos debido a la construcción de nuevas carreteras y a las reparaciones realizadas en ellas. A mayor número de obras en la carretera mayor número de roturas.
En colaboración con el RACC, Carglass realizó un estudio para analizar las roturas de parabrisas por Comunidades Autónomas. Entre las conclusiones se constató que, por lo general, a mayor densidad de vehículos en las carreteras, menor número de roturas se producían. La mejor conservación de las vías más utilizadas también ayuda. El promedio de siniestralidad de parabrisas en España era del 6 por ciento. Castilla y León con un 8,7 % era donde más parabrisas se rompían, mientras que Baleares, con un 1,9 % donde menor número de roturas se producían.
Indistintamente tanto el verano como el invierno son las épocas del año con mayor incidencia de roturas, tanto por los efectos que las temperaturas extremas y las diferencias térmicas provocan en los cristales como porque las condiciones climatológicas favorecen que los impactos que se producen crezcan más rápidamente. El agua y el calor deterioran rápidamente el asfalto y eso provoca desprendimientos de material que se depositan sobre las carreteras con el consiguiente riesgo de ser proyectados hacia los parabrisas de algún coche.
Todo un riesgo, porque una piedrecilla de apenas 1,3 gramos de peso puede convertirse en un proyectil que viaja hacia el parabrisas de tu coche a más de 30 km/h mientras tu conduces a 120 km/h en hacia él. Todo un “choque de trenes” que hará que la piedra se desintegre en el impacto contra el parabrisas provocando una fuerza de deceleración de 8.000 g a la piedra en contraste con la del coche, que apenas decelera 0,001g. Normal que con piedras de mayor tamaño y peso, los cristales se rompan.
Fuente: Carglass
Vía: Newspress
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