Lejanos nos quedan los tiempos en los que los Rover 45 y 75 rodaban por nuestro asfalto y más aún cuando lo hacían sus generaciones anteriores, los 400 y 600. Esas berlinas de segmento C y segmento E evolucionaron hasta dejar prácticamente extinta la marca hasta que pasó a formar parte de BMW (Rover) y SAIC (MG) para tener los últimos reductos de este linaje en los modelos más actuales.
Recuerdo con cariño la marca y recuerdo que temporalmente nos íbamos de viaje en un Rover 45 bastante cómodo, pero hoy vamos a ir un poco más atrás y a hablar de un modelo de Rover, curioso y desconocido: el Rover 3500 S de la serie BTCC o lo que es lo mismo, la British Touring Car Championship.
Un coche de competición que surgió del ya potente y descarado Rover SD1 que lo mismo servía como coche urbano que se plantaba con un motor V8 cuanto menos, interesante. A ver que te parece la historia de hoy.
Los antecedentes: Rover SD1
El Rover SD1 surgió en un momento crucial para British Leyland, fusionando los esfuerzos de Rover y Triumph en un solo vehículo que se quería ensamblar de tal forma que fuese emblemático. Concebido como una evolución de los modelos P6 y 2000, el SD1 encarnaba la visión del diseñador David Bache de un automóvil adelantado a su tiempo. Con su distintivo diseño de cinco puertas tipo hatchback, el SD1 se perfilaba como un competidor destacado en el mercado de vehículos de gama media-alta. Equipado, en una de sus versiones, con un motor V8 de Buick y una transmisión de cinco velocidades desarrollada específicamente, el SD1 se postuló como una alternativa potente de 190 CV para romper un poco el molde de los coches de este estilo liderados por el diseño y el confort de Citröen.
La esencia de Rover (y MG) en la competición llegó a este modelo, ya que el SD1 se transformó en un competidor en el mundo de las carreras de turismos del campeonato británico. Bajo el nombre de Rover 3500 S BTCC, este vehículo se ganó rápidamente una reputación en el British Touring Car Championship (BTCC). Con modificaciones específicas para la pista y un rendimiento mejorado, el 3500 S demostró ser una máquina formidable en las competiciones automovilísticas, desafiando a rivales más establecidos y dando la sorpresa en sus primeras apariciones públicas.
El papel del Rover 3500 S BTCC en competición
El Rover 3500 S BTCC nació en un momento crucial para el British Touring Car Championship (BTCC). A principios de la década de 1980, la competencia en el campeonato estaba en su máximo apogeo. con varios fabricantes británicos y europeos luchando por la supremacía en las pistas del Reino Unido. En medio de este fervor competitivo, Rover Group decidió entrar en la contienda con un arma poco convencional: el Rover 3500 S, un coche con una particularidad especial. Lo que hacía único al Rover 3500 S era su motor V8 de 3.5 litros, una rareza en el mundo del turismo de producción en serie. Este motor tan grande proporcionaba al vehículo una ventaja distintiva en términos de rendimiento y sonido, convirtiéndolo en una opción interesante para la pista y le postulaba como un rival a batir inmediato.
La temporada de 1981 fue testigo del debut del Rover 3500 S en el BTCC. Aunque enfrentaba una dura competencia dentro de la pista por la presencia de marcas establecidas como Ford y BMW aun así, el Rover demostró ser un contendiente formidable en rendimiento y en estética por su distintivo diseño en color blanco con franjas azules y rojas.
A pesar de su potencial, el Rover 3500 S enfrentó una serie de desafíos durante la temporada. Los problemas de fiabilidad y desarrollo limitado (en tiempo y presupuesto) impidieron que el coche alcanzara su máximo rendimiento en todas las carreras. Sin embargo, esto no impidió que dejara una muy buena impresión en el campeonato, por ejemplo, uno de los momentos más destacados de la temporada fue la carrera en el Circuito de Silverstone, donde el Rover 3500 S mostró su verdadero músculo al liderar la carrera durante varias vueltas antes de ser superado por rivales más experimentados que aprovecharon su experiencia para recortar poco a poco el gap con el Rover.
Un motor underdog en pista, pero potente sobre el papel
Como la historia nos repite año tras año, por más corazón que le pongas, tienes que tener algo más y en este caso, al Rover motor (o corazón) no le faltaba pero si experiencia y más desarrollo en ingeniería de carreras. Todo hay que decirlo, sobre el papel, su motor tenía muy buena pinta: un motor V8 de 3.5 litros, cuanto menos potente para la época y desarrollado por una compañía que acostumbraba a vender otro tipo de coches. Este motor estaba diseñado y fabricado por Rover Group y representaba lo mejor de la tecnología británica en ese momento.
Especificaciones Técnicas
- Configuración: el motor era un V8, lo que significa que tenía ocho cilindros dispuestos en dos bancadas de cuatro cilindros cada una, formando un ángulo entre ellas. Esta configuración permitía una entrega de potencia suave y lineal, ideal para la conducción deportiva.
- Cilindrada: aon una capacidad de 3.5 litros, este motor ofrecía una combinación perfecta de par motor y potencia, proporcionando la potencia necesaria para enfrentarse a los desafíos de las carreras de turismos.
- Potencia: aunque las cifras exactas pueden variar según la configuración específica del motor para competición, se estima que el V8 de 3.5 litros en el Rover 3500 S BTCC 1981 generaba alrededor de 190-200 CV. Esta potencia era un dato muy alto para un automóvil de turismo de esa época y más fabricado por Rover, pero sobre todo, teniendo en cuenta su peso y diseño aerodinámico.
- Sonido: uno de los aspectos más distintivos del motor V8 del Rover 3500 S era su sonido característico. El rugido profundo y resonante del V8 se convertía en una sinfonía para los oídos de los aficionados, añadiendo un elemento emocionante a cada carrera en la que participaba el automóvil.
De vuelta a la calle
El motor V8 de 3.5 litros del Rover 3500 S representaba el último grito en tecnología de motores de la época con un diseño compacto, pero potente, y su buena capacidad para ofrecer una potencia suave y controlable. Este motor sin duda fue una apuesta muy importante para la Rover de la época que pudo pecar de ambición pero indirectamente regalo una configuración V8 a un coche diferente en diseño.
Aunque la versión más vitaminada del Rover SD1 no pudo brillar en el circuito como se esperaba, su motor V8 se convirtió en una objeto de deseo por derecho propio gracias a su potencia y suavidad característica. Este automóvil británico conquistó muchos corazones de muchos conductores del Reino Unido, hasta existe un club de fans. A pesar de los problemas de calidad que enfrentó, como la reputación de no ser del todo fiable, el SD1 sigue siendo recordado con cariño por muchos, prueba de ello el citado club de fans que sirve de inspiración para el artículo.
Su presencia en las calles británicas nos evoca una nostalgia por una era pasada de elegancia y distinción que abanderaba en parte lo que era Rover. Si bien es cierto que el SD1 chetado no logró cumplir sus ambiciosos objetivos en las pistas, el Rover SD1 dejó una marca en la historia del automóvil británico por su diseño distintivo y su amplia gama de versiones que tenían su zenit en al versión de motor V8. A pesar de todos sus desafíos podemos decir que el SD1 se mantiene como un símbolo de la ingeniería británica y sigue siendo apreciado por su singularidad y carácter, aunque sea por una minoría de entusiastas. Y esto es lo que lo hace especial.
Fuente: Rover SD1 Club
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