Aunque puede que a algunos les cueste entenderlo, los apasionados del motor seguro que llegan a empatizar con esta historia de amor y amistad entre un coche y su propietario.
Todo comienza en 1928 en el pueblo norteamericano de Springfield, en el estado de Massachusetts. Aquel año, un por entonces joven Allen Swift recibió como regalo de graduación un precioso Rolls-Royce Piccadilly Roadster, uno de los 2500 Phantom fabricados en EE.UU entre 1921 y 1931 y que hoy en día es un clásico de incalculable valor y muy apreciado entre los coleccionistas.
En aquella época era ya un vehículo muy deseado. Un descapotable biplaza con un motor de seis cilindros en línea capaz de superar los 120 kilómetros por hora, con tres velocidades y freno de motor.
Su precio era de 10.900 dólares, lo que en la actualidad vendrían siendo unos 120.000 euros e incluso llegó a participar en la inauguración de un nuevo edificio de la Rolls-Royce Foundation en Philadeplhia.
A pesar de ser un hombre adinerado, gracias a un negocio familiar, todo el mundo recuerda a Allen Swift siempre a bordo del mismo coche, su Rolls-Royce verde que en 2005, año en el que Swift falleció, había acumulado un total de 273.000 kilómetros.
Tanta longevidad se justifica gracias a su mecánica, sencilla y de reparación incluso artesenal, por lo que mantenerlo en movimiento era relativamente fácil.
Allen Swift pasó 77 años pegado a su coche, y se cree que es la persona que más tiempo ha tenido en propiedad un vehículo nuevoen todo el mundo, aunque ciertamente no existe una manera fideligna de comprobarlo.
En sus últimos años de vida, cuando ya la edad no le permitía conducir, donó su preciado vehículo junto con un millón de dólares al Connecticut Valley Historical Museum, donde por siempre permanecerá el recuerdo de la historia de amor entre un hombre y su coche.
Vía: Diariomotor