Hace unos días te hablábamos sobre los coches más espectaculares que podemos ver en esta nueva entrega de Fast & Furious 7, que se estrenó en España el pasado 2 de abril y que va camino de ser una de las más taquilleras de la saga; sobre todo, tras la trágica muerte de uno de sus principales protagonistas, Paul Walker que interpreta al personaje de Brian O’Conner.
Además, hace pocos días, el vicepresidente de NBC Universal anunció que esta séptima entrega ha sido la primera película en superar los 1.000 millones de dólares de recaudación en tan sólo 17 días, superando así a otros grandes estrenos como Los Vengadores, Harry Potter o Avatar.
Tal es el éxito de esta saga, que en China ya se ha convertido en todo un fenómeno de masas, especialmente entre las clases más pudientes que sueñan con imitar a sus protagonistas y conducir algún día esos coches. Sin embargo, esta incipiente pasión por la velocidad y por los deportivos de lujo está siendo objeto de duras críticas en del país asiático, donde cada día se registran más y más accidentes de este tipo y donde el sueldo medio para la mayoría de los jóvenes después de acabar sus estudios universitarios, no llega a los 6.000 yuanes (900 euros).
Así hace unos días, saltaba a la prensa la noticia de un espectacular choque entre dos jóvenes de 20 años que conducían un Lamborghini verde lima y un Ferrari rojo respectivamente, en el Datun Túnel cerca del distrito de Chaoyang en Pekín.
Según la prensa local, todo parece indicar que tanto el Lamborghini como el Ferrari, circulaban por el interior de túnel a más de 160 km/h en el momento del accidente (casi tres veces el límite de velocidad) y, según otros medios, no eran los únicos superdeportivos de lujo que había por la zona, por lo que todo parece indicar que se trataba de una carrera ilegal.
Tras la colisión, la parte delantera del Lamborghini se desprendió completamente mientras que el Ferrari sufrió importantes daños en la parte lateral y trasera. Los pedazos de los vehículos fueron esparcidos por el túnel y no se encontraron marcas de neumáticos, lo que indica que los «pilotos» no pisaron el freno.
Esta pasión por la velocidad y las carreras, ha hecho salir a la luz una nueva tribu denominada en chino ‘fu’erdai‘ (ricos de segunda generación) y que estaría formado por los hijos de los principales políticos y empresarios del país y, que representan ese estilo de vida desenfrenado y acomodado ligado a la corrupción y la ilegalidad. De hecho, ya se ha confirmado que al volante del Ferrari iba Yu, el hijo de una de las directivas más influyentes del sector del petróleo en China, mientras que a bordo del Lamborghini estaba un joven que recientemente se había enriquecido en en la bolsa china.
Sin embargo, este caso no es aislado ya que en 2012, el hijo de un alto cargo político falleció en un grave accidente al estrellarse con su Ferrari y, posteriormente su padre fue investigado por corrupción, viéndose a obligado a dejar sus aspiraciones políticas.
Considerando que la mayoría de jóvenes en China tiene importantes dificultades para prosperar dentro del mercado laboral, no parece extraño el creciente malestar provocado por estos jóvenes que conducen unos coches que cuestan de media más de 500.000 euros. Sin embargo, a pesar de las críticas, en una cultura que valora tanto la reputación, este mundillo se ha convertido en todo un símbolo de estatus y modernidad.
Por otro lado, teniendo en cuenta que estos días se está celebrando precisamente en Shanghai el Salón del Automóvil, el éxito de participación está casi asegurado.