La infraestructura de recarga es una de las grandes barreras del coche eléctrico en España. Hemos hablado muchas veces que el número de puntos de carga está todavía por debajo de la media europea y que su mantenimiento no es el correcto. A esto hay que sumar su distribución por todo el territorio nacional. Precisamente ha habido un estudio reciente que ha revelado la desigualdad y también las carencias de cara a futuro. También hay que ajustar algunas cuestiones al nuevo Reglamento europeo sobre Infraestructuras de Combustibles Alternativos (AFIR) que entró en vigor en 2023.
Para ponernos en antecedentes, el 15% de los cargadores están en provincias que ocupan casi 50% del territorio nacional de forma conjunta. Que haya ese nivel de desequilibrio responde a que España tiene algunas peculiaridades a nivel geográfico. Nuestro país concentra mucha población en grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Sevilla o Valencia; lugares que están muy separados entre sí. De hecho, entre las diez ciudades más pobladas solo el 44 % de las conexiones es inferior a los 500 kilómetros.
Si a esto sumamos que en un 70 % del territorio apenas vive un 10 % de la población da lugar a una enorme diferencia entre las zonas rurales y las ciudades. No vamos a engañarnos, a día de hoy en muchos sitios no es rentable la instalación y el mantenimiento de un cargador, por eso se están centrando primero en las zonas donde más coches eléctricos hay. Aunque también es un poco la pescadilla que se muerde la cola, pues la rentabilidad no crecerá hasta que no haya más coches de este tipo.
En todo caso, el estudio nos deja datos tan llamativos como que en toda la provincia de Orense apenas hay 52 cargadores, en Teruel tienen 61 o en Lugo 94; algo que choca con su extensión. La contrapartida está en Madrid con sus 2.459 puntos de carga, teniendo uno por cada 3,3 kilómetros cuadrados. Madrid y Barcelona suman el 28 % del total nacional (en un 3 % del territorio del país) y eso podría ser un problema. Serviría para cumplir con el AFIR y los objetivos europeos, pero se dejaría de lado el resto.
Tener un mayor número de cargadores en las zonas donde el parque automovilístico es mayor es lo correcto, pero también debería haber un despliegue razonable en las zonas de menor densidad y no un abandono. Sobre todo para cuando dentro de unos años se empiecen a realizar, en mayor medida, viajes de larga distancia en eléctricos. También si se tiene en cuenta que muchos de esos lugares no tendrán mucha disponibilidad para cargadores privados por su distribución de viviendas.
Fuente: T&E