Mi proceso de autoconvencimiento ya ha comenzado y os aconsejo que vosotros hagáis lo mismo. Con el crudo en alza y la promesa de llegar a las nubes puede que dentro de poco y exagerando como buen andaluz que soy, repostar en la gasolinera resulte más caro que comprar un coche nuevo.
Aunque los enganchados al petróleo resisten y el mercado de los coches eléctricos todavía no está asentado, ya hay algunos que están pensando en el próximo paso.
Mercedes presentó hace un par de semanas un prototipo de vehículo que no necesita de combustibles fósiles, electricidad o hidrógeno. El Mercedes-Benz Biome, que así se llama, está alimentado con un nuevo combustible bautizado como BioNectar4534, que se cultiva a partir de semillas de propiedad en viveros de la compañía y que se almacena en la carrocería, el chasis y las ruedas del vehículo. Esto nos recuerda un poco al coche movido por la fotosíntesis de las plantas del que hablamos hace unos meses.
El modelo es cuestión es un coupé compacto cargado con un motor híbrido, fabricado con un material llamado biofibra, más ligero que el metal o el plástico pero más sólido que el acero.
Presume de un diseño innovador y vanguardista con un peso de 454 kg al vacío. El vehículo es ecológico en todos sus aspectos. En carretera emite oxígeno puro y cuando ya haya cumplido su función, al final de su vida útil, puede ser totalmente reciclado.
Aunque como suele suceder en estos casos y al tratarse de un prototipo su comercialización final, si es que llega a producirse algún día, puede estar sujeta a cambios que incluso transformen totalmente el concepto original.
Lo que ya es inevitable es la obligación de las grandes firmas de automoción por dedicar esfuerzos para adaptarse a la gran transformación que se avecina en la industria; el oro negro se acaba y el planeta tiene problemas para respirar.
Y en el delito de los que tienen gran parte de la responsabilidad está la obligación de encontrar nuevas vías para subsanarlo.
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Vía: Comentamania