El transporte marítimo puede ser efectivo por las miles de toneladas de mercancía que pueden llegar a transportarse en un sólo viaje, pero además de ser altamente contaminante, es peligroso. El hundimiento de alguno de estos gigantes del transporte puede suponer no sólo la pérdida de vidas, también un desastre ecológico.
Fue el caso del Baltic Ace, un barco de 13.000 toneladas que se hundió en 2012 a 64 kilómetros del puerto de Rotterdam, con 1.400 automóviles Mitsubishi y el equivalente a 100.000 barriles de combustible en su interior. ¿Cómo se extrae eso del fondo del mar? Pues la implicación en la tarea y el resultado fueron asombrosos. Un equipo de más de 18 barcos y 150 personas formaron parte de la operación de salvamento. Eficacia Holandesa en todo su esplendor.
5 de diciembre de 2012, Mar del Norte, buen tiempo, buena visibilidad. El enorme buque MV Baltic Ace, registrado en las Bahamas, colisiona violentamente con el buque de carga Corvus J en su camino al puerto de Rotterdam. Tarda en hundirse tan sólo 15 minutos; 13 de los 24 tripulantes a bordo sobrevivieron. Según el Daily Mirror, el responsable del Baltic Ace afirmó que pudo tratarse de un fallo humano, ya que el barco sólo tenía cinco años y se encontraba en buenas condiciones. Así lo corrobora también el informe de investigación emitido por las Autoridades Marítimas de Las Bahamas.
Sumergido a 25-30 metros de profundidad, la tarea que tenía por delante el Ministerio de Ambiente e Infraestructura holandés no era nada sencilla. Un año después comenzó a investigarse qué solución podría haber para extraer las sustancias peligrosas del interior del buque. Tan sólo la eliminación de los restos de chatarra podía evitar un desastre ecológico, pero se fue mucho más allá.
En marzo de 2014 se abrió una comisión para comenzar la operación; en dos semanas el combustible se había extraído -previo calentamiento ya que se encontraba en estado sólido-. En total 456.000 litros. Después se sumergieron los especialistas para determinar cómo lo harían, pero una vez junto al barco se dieron cuenta de que su mal estado impedía extraerlo en las seis partes planeadas originalmente, así que tuvo que ser seccionado en ocho. Se utilizaron cables adaptados al oscilo del mar y gigantescas grúas marinas para llevarlo a cabo.
Poco a poco se fueron extrayendo las pesadísimas piezas, aunque el proceso tuvo que ser interrumpido en varias ocasiones debido a las tormentas. Gracias a los escáneres, los buzos pudieron sacar las partes restantes. Los restos fueron separados y reciclados, y los 1.400 vehículos acabaron hechos un montón de chatarra oxidada. La operación duró casi cuatro años y todo el proceso quedó documentado en este vídeo. Una lástima que el Titanic descanse a tanta profundidad.
Fuentes: GCaptain, Bahamas Maritime, Daily Mail, Gizmodo
Imágenes: Wikimedia