Transcurrir por calzadas y vías sin sufrir choques o golpes aparatosos, es decir, con absoluta normalidad a la par que seguridad, se produce gracias a la amplia capacidad que tiene la vista a la hora de interpretar los rayos de luz que llegan al ojo. Con el paso del tiempo este sentido va mermando su óptima calidad, por lo que revisarla se postula como uno de los mandamientos inquebrantables. Y es que la visión en la conducción además de ser inspeccionada tiene que estar correctamente posicionada… sí, estamos hablando de la colocación precisa de los retrovisores.
Y es que gracias a ellos podemos disfrutar de una plena conducción teniendo bajo control las acciones que los demás efectúan en el asfalto. De este modo, si queremos incorporarnos a una autovía antes de ejercer el desplazamiento debemos ver si hay otros vehículos circulando por ese carril, cuántos hay, la velocidad a la que circulan, si deciden cederte el paso… Partiendo de los datos que se obtienen observando por los retrovisores señalizaremos nuestras acciones y tomaremos las medidas oportunas siguiendo la regla RSM (Retrovisor-Señalización-Maniobra) como informa la Dirección General de Tráfico.
La regla es directamente proporcional ya que cuánta más información tengamos, más decisiones –y mejores- podremos tomar puesto que nunca hay que olvidar que normalmente no estamos solos en la carretera. Si perdemos de vista esta norma puede que las cosas se compliquen en la vía y acabes teniendo un accidente o que los demás tengan que tomar medidas arriesgadas para no alcanzarte. ¡Evitemos los sustos innecesarios!
La correcta colocación de los retrovisores ayuda a conducir de forma fluida, relajada y hasta de manera económica…¡todo está bajo control! Y es que además, predecir lo que ocurre a nuestro alrededor evita acelerones y frenazos, movimientos al volante que conllevan aumentar el riesgo de accidentes así como elevar el consumo medio de cada depósito. Utilizar debidamente los retrovisores reporta amplios beneficios, pero ¿cómo se colocan?
Colocación
La primera norma que hay que seguir reside en el ajuste perfecto de los retrovisores antes de mover el coche del lugar de estacionamiento ya que esto supone una distracción fatal, además de que está prohibido y los guardias de tráfico te pueden multar por ello.
La segunda, tiene que ver con la posición del asiento ya que éste debe estar longitudinalmente situado. La espalda tiene que permanecer completamente apoyada en el respaldo permitiendo que el pie izquierdo pueda ejercer todo el recorrido del embrague. El tronco tiene que estar en una posición cómoda en la que permita que los brazos queden ligeramente flexionados ante el agarrar del volante.
Ahora que todos los elementos que influyen a la hora de conducir conservan la postura correcta, es momento de centrarnos en los retrovisores. El central, ese elemento que acoge a los ambientadores, es el más olvidado a pesar de ser el más sencillo de colocar. Y es que solo hay que situarlo centrado a través de la luneta trasera para que gracias a él podemos observar a los vehículos que vienen justo por detrás de nosotros y que tienen intención de rebasarnos.
La maniobra se comenzará a ver por dicho espejo para luego ceder el mando a los laterales ya que en el momento que el coche desaparece de la parte trasera marcará el inicio del ángulo de los demás retrovisores que posicionados justo en el lugar que se deja de percibir al automóvil ganaremos amplitud en ellos.
Los retrovisores externos, a pesar de que nos han enseñado a que se debe ver a través de ellos la parte lateral de la carrocería de nuestro coche, debemos tomar con cautela esta indicación. Y es que al realizar esta acción estamos quitando cierto grado del ángulo visible a los lados del vehículo, es decir, se producirá el famoso ángulo muerto.
Reducir el ángulo muerto
El ángulo de visión de los espejos debe situarse a una altura media pensando en un mundo plano y horizontal donde apuntar así al horizonte. Además, viendo la carrocería de nuestro coche debemos ir abriendo los retrovisores hasta que veamos lo menos posible nuestra propia carrocería en el extremo interior.
Y es que uno de las mayores trabas que deben superar los conductores es el temido ángulo muerto, espacio que no podemos observar porque no llega a completar la visión que ofrecen los retrovisores y nuestra vista periférica lateral. Si circulamos en línea recta no se produce ningún tipo de problema mientras las trayectorias de los demás coches, peatones, bicicletas y motos no confluyan con nuestro desplazamiento lateral o cambio de sentido.
A pesar de que no se puede cuantificar, el empleo de los espejos laterales con una ampliación mayor del ángulo de visión reducen considerablemente el riesgo de verse implicado en una de estas circunstancias. Un informe de la Comisión Europea estima que un 56% de los accidentes que sufrieron ciclistas o motoristas fueron debidos al giro lateral derecho de un vehículo pesado y un 40% de ellos se podrían haber evitado con un retrovisor con mayor campo de visión. ¡Así se dice adiós al ángulo muerto!
Para ampliar los conocimientos de cómo ajustar los retrovisores de tu coche te mostramos a continuación un vídeo que muestra las claves esenciales. ¡Ojo avizor conductores!
Fuentes: DGT, ¿Qué pasa si?