A la hora de cambiar las llantas del coche hay varios aspectos que se deben tener en cuenta si no quieres llevarte un susto más adelante. Por este motivo nos hemos puesto en contacto con neumaticosonline.es, expertos en todo lo que tiene que ver con las ruedas del coche, más allá de los neumáticos.
Han respondido amablemente a todas nuestras dudas… que seguro que serán las tuyas. Si piensas cambiar las llantas, este artículo te servirá de gran ayuda. No es algo extraño, ya que son el accesorio más vendido para el automóvil, ya que la estética del vehículo cambia mucho en función de cómo va calzado el mismo. Pero más allá de la estética, la llanta cumple una función y elegir una u otra puede variar mucho el comportamiento del coche.
Tamaño y peso de las llantas
Si quieres cambiar las llantas, debes asegurarte que el perímetro de la rueda sea idéntico a la llanta de serie. Si esto no es así, será muy difícil que la ITV lo homologue y tendrás que adaptar el cuentakilómetros. Pero hay una forma muy sencilla de mantener el perímetro del coche… reduciendo la altura del neumático. Con un neumático más estrecho (de perfil bajo), puedes montar llantas mayores.
Desde luego, esto tiene sus consecuencias. Un neumático de perfil bajo se deforma menos, de tal modo que la banda de rodadura contacta mejor con el asfalto y se consigue un mejor paso por curva. Por ese motivo los montan la mayoría de deportivos… y la gente que quiere dar a su coche un aspecto más dinámico monta llantas más grandes.
Lógicamente, no todo son bondades. Al haber menos neumático, se notan más las imperfecciones de la carretera (el coche es más incómodo) y los perfiles bajos son más propensos a sufrir reventones al pasar por baches. También suelen estar asociados a los neumáticos anchos… lo que aumenta el consumo (por la mayor superficie de contacto y rozamiento) y se produce el aquaplaning antes. Y esos neumáticos anchos de perfil bajo… son mucho más caros, tenlo en cuenta.
Cuanto más grande y ancha sea una llanta, más pesada será. Este exceso de peso se multiplica por cuatro en el cubo de la rueda debido a las fuerzas giratorias. De este modo, una llanta de cinco kilogramos de peso pesa veinte kilos o más cuando está en marcha. Esto constituye un exceso de peso de ochenta kilos para el automóvil, lo que le resta dinámica y capacidad de aceleración. Las más habituales, que vamos a ver a continuación, son las llantas de acero y de aluminio, si bien en competición es habitual verlas de magnesio, un material especialmente ligero y estable.
Material de las llantas
Llantas de acero
A favor: Son las más económicas y son muy resistentes en invierno a la sal que se esparce en caso de nieve. Además de ser menos sensibles a la suciedad, resultan también más fáciles de limpiar. Pero ojo, que aunque necesiten menos mantenimiento, eso no significa que no haya que limpiar polvo de freno o suciedad cada cierto tiempo. Pero, sobre todo, destaca su robustez, ya que en los habituales choques contra bordillos suelen quedar intactas. Suelen montarlas los vehículos comerciales y los coches más pequeños, por unos motivos meramente económicos.
En contra: Su estética es menos agraciada que las de aleación (aunque es posible cambiar el tapacubos). Su diseño cerrado provoca que se refrigeren peor los frenos pues el aire no circula de modo conveniente, aunque para ello los tapacubos suelen tener orificios y ranuras. Además, son más pesadas que las fabricadas con otros materiales, si bien se investiga cómo reducirlo… pero para eso ya existen otro tipo de llantas. Otro problema es que suelen mostrar a menudo alabeo lateral y vertical, que puede llegar a provocar vibraciones peligrosas.
Llantas de aleación
A favor: Su estética es más agraciada y su cambio permite que el aspecto del coche gane muchos enteros (hay una oferta de diseños enorme en el mercado). Su mayor beneficio es la ligereza, pues de este modo el coche lleva mucha menor masa suspendida, lo que redunda en un mejor comportamiento del coche. Y los ahorros de peso, con llantas de aleación de altísima calidad, llegan a ahorrar hasta diez kg respecto a las llantas de acero más económicas. Estamos hablando de extremos.. porque en ocasiones, como el aluminio, por ejemplo, es más blando, hay que usar una mayor cantidad para fabricarla y no hay tanto ahorro de peso. También disipan mejor el calor de los frenos, algo clave para los que practican una conducción muy dinámica.
En contra: Tienden a la corrosión galvánica, cuando no se toman medidas para evitarla (limpieza frecuente). Esta corrosión puede provocar fugas de aire en los neumáticos, algo que puede llegar a ser peligroso. Son también mucho más delicadas a los golpes y no son sencillas de reparar. Por último, son más caras y no debes olvidar que es un elemento que se puede robar fácilmente, por lo que si son muy buenas convienen extremar los cuidados (hay seguros contra robos especiales para ello).