La lluvia es una preocupación para miles de conductores que tienen que afrontar sus trayectos diarios. Todos sabemos que hay que extremar la precaución al conducir bajo estas condiciones y por esto recopilamos una serie de consejos importantes. Y si hay un fenómeno temido cuando las precipitaciones son intensas, ese es el aquaplaning. Se posiciona como una de las causas principales de accidentes con lluvia y por eso te explicamos lo que es y como evitarlo.
¿Qué es el aquaplaning?
El aquaplaning es un fenómeno que sucede cuando un vehículo pasa por una superficie llena de agua y los neumáticos no son capaces de evacuarla. De esta forma, se forma una película de agua y las ruedas pierden el contacto con el asfalto, causando una importante pérdida de tracción que puede acabar en accidente. Para quien no lo haya sufrido nunca, un ejemplo similar puede ser el de resbalar con una placa de hielo.
Hay que tener en cuenta que si hay poca cantidad de agua sobre el asfalto, los neumáticos serán capaces de desalojarla y no habrá problemas. Hay que estar más atentos a esas balsas que se forman sobre la carretera y que serán difícilmente gestionadas por los neumáticos. La velocidad también será un factor importante en la ecuación, pues cuanto más rápido se vaya, los neumáticos tendrán menos tiempo para evacuar el agua. Las ruedas más anchas también son más propensas a sufrir aquaplaning por su mayor superficie de contacto.
¿Cómo evitar el aquaplaning?
Por lo tanto, las dos primeras claves son vigilar la calzada y reducir la velocidad con lluvia, algo básico y sabido por todos. Como vale más prevenir que curar, el mantenimiento del vehículo es importante a la hora de evitar el aquaplaning. Es menos probable sufrirlo si los neumáticos están en perfectas condiciones, con una profundidad de dibujo por encima de 1,6 mm y con una presión que sea la correcta (con presión baja aumenta la superficie en contacto con el asfalto).
A pesar de haber seguido las indicaciones, si las precipitaciones son intensas, se puede sufrir aquaplaning. Hay que estar preparado por si sucede e intentar que no cunda el pánico. La dirección es la que guía las ruedas por el asfalto, por lo tanto hay que sujetar firmemente el volante y evitar giros bruscos, hay que intentar mantener una trayectoria (recta o ligeramente curva) que no altere demasiado las condiciones del vehículo cuando recupere tracción.
Otro error que puede ser grave y que hay que evitar es el de frenar bruscamente. Aunque el instinto invite a utilizar este pedal, no es muy conveniente, no se conseguirá detener el coche porque las ruedas no tienen tracción y en caso de que vuelva el agarre, si las ruedas están bloqueadas se podría acrecentar el derrapaje. Tampoco hay que seguir acelerando, simplemente soltarlo suavemente y dejarse llevar para que el deslizamiento acabe cuanto antes.
Si la balsa de agua ocupa poca superficie, el usuario recuperará el control sin problemas si no ha realizado maniobras drásticas como hemos comentado. Si el aquaplaning se prolonga muchos metros hay que tener en cuenta el entorno y la inercia que lleva el vehículo (normalmente hacia el exterior en una curva) para intentar prever la dirección que tomará el vehículo. En este caso, con mayor motivo, es clave mantener la calma, seguir los pasos anteriores y prepararse para una posible colisión si no hay escapatoria.
Fuente: Michelin, Fundación Mapfre