Justo ayer se ponía fin a la temporada de Fórmula 1 2017 en el circuito de Yas Marina, en Abu Dhabi. Más allá de una valoración deportiva de la temporada en la que McLaren ha decidido poner punto y final a su relación con su proveedor de motores, Honda por su baja potencia y fiabilidad (que le pregunten a Alonso) o el cuarto campeonado de Lewis Hamilton, al volante de los intratables Mercedes… ¿qué vas a hacer ahora los fines de semana?
Lo mejor, seguir alimentando la pasión por la Fórmula 1. Planteando un viaje (en un principio cibernético, pero puedes plantearte llevarlo a cabo, por los lugares emblemáticos del deporte rey del automovilismo:
1.Circuito de Monza
El templo de la Fórmula 1. La meca a la que todo aficionado de la velocidad debería peregrinar al menos una vez en la vida, el autódromo de Monza. Situado en un enclave de ensueño, rodeado de los jardines de la Villa Reale, hablamos de un lugar inolvidable, y no lo decimos sólo nosotros. Todo el que va recuerda la sensación de magia que convertiría hasta el más convencido de los escépticos.
Algo muy especial de este circuito, aparte de haber sido el escenario de grandes episodios de la Fórmula 1, es su rechazo a cambiar. Hay algo mágico en volver cada año a un lugar que a diferencia de otros circuitos rechaza convertirse en un centro comercial.
Aunque los autóctonos se quejen de la invasión de turistas y el ruido que genera, no se hacen extraños a él. Prueba de ello, es encontrar a señoras mayores paseando a sus perros, o a «runners» más equipados que un monoplaza corriendo en los alrededores.
Según la tradición, el modo en el que un verdadero aficionado asiste a una carrera en Monza es colándose de madrugada y pasando allí la noche. No recomendamos hacerlo. A excepción claro, de que conozcas un buen sitio para esconderte.
2.Hotel Fossati
A simple vista, es un hotel de 3 estrellas que pasaría muy desapercibido. Un hotel más de los muchos que no ofrecen mayor experiencia que la de una cama para dormir y con suerte, un café en el desayuno. Su decoración, estancada en los años sesenta no es motivo aparente de atracción turística con la excepción de que seas un fanático de cuéntame.
Entonces, ¿que tiene de especial este hotel? Para empezar está a 15 minutos del Circuito de Monza. Ya te puedes ir oliendo algo, y seguramente algo que huele a caucho quemado.
Efectivamente, este hotel regentado desde su apertura por la familia Fossati es un lugar de culto y homenaje a la Fórmula 1. En su planta baja, donde coinciden la recepción, el comedor y la sala de televisión; se acumulan las fotografías firmadas y demás tipo de artículos como cascos e incluso trofeos que generarían la más insana de las envidias a los coleccionistas del motor.
Si planeas una visita a Monza, no pierdas la oportunidad de alojarte en el Fossati. Con suerte coincidirás con Vittorio, el hijo del propietario, quien amablemente te contará (incluso sin pedirlo) las centenares de anécdotas que ha tenido la fortuna de vivir. Como bien dicen en su página web, es un hotel de campeones.
3. Restaurante Montana
A escasos kilómetros de la sede de Ferrari, hay un restaurante que aparte de servir delicias gastronómicas de la región de Emilia-Romaña; es de manera extraoficial una extensión de la factoría más famosa del mundo.
Cada día a la hora de comer, entran con orgullo una serie de hombres enfundados en mono rojo que esperan con ansia sus tortellini antes de volver al curro. Al igual que en el hotel Fossati, las paredes recopilan historia viva del automovilismo. Otro de sus grandes reclamos son us servilletas firmadas. No falta la de ningún piloto de Ferrari desde los ochenta. Fíjate bien, entre ellas encontrarás la de un muchacho de Oviedo… .
4. Gran Premio de Mónaco
Si el Gran Premio de Mónaco fuese una banda serían los Rolling Stones. No importan los años que lleva encima, cada edición es un espectáculo sorprendente de lujo y altas dosis de descaro.
Un circuito urbano que saca de las casillas a los equipos más cuadriculados, en el que para llegar el primero hay que saber llegar antes, y no necesariamente llega el que más pisa el pedal, sino el más hábil. Un circuito capaz de parar el tiempo en una curva, la de Loews. Los monoplazas tienen que bajar su velocidad a 60 km/h y por instantes dudas de si estás viendo una carrera o un desfile.
Mónaco no es ciudad para mojigatos, el Gran Premio muchísimo menos. Las burbujas del champán se mimetizan con el oxígeno y los faros antiniebla saltan ante el humo que desprenden los puros de los hombres que cortan el bacalao en la Fórmula 1.
A estas alturas, no hace falta esclarecer que es un espectáculo elitista. Puedes pedir una hipoteca a 25 años o simplemente alojarte en Niza, desplazarte 30 minutos en coche y sentirte James Hunt. ¡Viva el Rock and Roll!
5. Donnington Park
Con permiso de Silverstone, Donnington Park es el circuito «british» por excelencia. Desde el Spitfire que recuerda el pasado de aeródromo militar, al aroma a moqueta que desprende el pub de la torre de control.
Sus instalaciones han acogido multitud de grandes premios que han quedado inmortalizados en el museo del circuito. Museo que por cierto alberga la mayor colección de piezas relacionadas con Grandes Premios del mundo. Poca cosa, ¿no?
6. Suzuka
Construido en sus inicios como un circuito de pruebas para Honda, acabó convirtiéndose en un icono de los grandes premios. Su diseño extravagante, con una sección de pista que pasa por encima de la otra, añade surrealismo a un Gran Premio que de por sí ya es bastante rarito.
Uno de sus principales encantos, es el ambiente que se forma con los aficionados más entusiastas del motor. Y es que los japoneses literalmente se transforman.
De sus pilotos favoritos, de monoplazas, de personajes de manga…. . El código de vestimenta no escrito, es que pase lo que pase, no vengas de «tú mismo». El Disneyland de la Fórmula 1, tiene colorines, noria, mucho cachondeo pero también su cara oscura: el asfalto todavía tiene las cicatrices de la muerte del piloto Jules Bianchi.
7.Fiorano
Pocas marcas pueden presumir de tener un circuito de pruebas al lado de sus fábricas. En el caso de Ferrari, no sólo es que lo tenga, sino que además tiene un trazado digno de contemplar.
Reservado a las pruebas de la Scuderia y a los propietarios de un Ferrari, para los menos pudientes siempre quedará la opción de dar la vuelta en autobús. Eso sí, ni lo conducirás tú, ni el conductor bajará el tiempo récord de Schumacher (0´55.99).
Antes de irte, no olvides pasarte por la tienda. Relojes, camisetas, gafas y sí, también coches.
8.Gran Premio de Australia
Celebrado en el circuito de Albert Park, Melbourne, está considerado por los fans como el mejor organizado de toda la competición.
Un lugar perfecto para ir con alguien sin interés en la Fórmula 1, puesto que la variedad de planes de alrededor hará que todos estéis contentos (conciertos, restaurantes…). Además, es bastante fácil el contacto con los pilotos, así que no es extraño que los fans vuelvan a casa con más de un autógrafo
¿Qué más?, ah sí, el trazado del circuito es bastante circular, lo que permite una visión panorámica desde cualquier asiento.
9. Sede de la FIA
Tener la oficina en un palacio del siglo XVIII situado en plena Plaza de la Concordia de París, es un lujo que los dirigentes de la FIA conocen.
De hecho, aunque gran parte de la cúpula directiva como el presidente, Jean Todt, sean franceses, se hacen los suecos cuando se habla de un posible cambio de sede.
Pese a la deslocalización de varias de sus funciones a delegaciones en Valleiry (Francia) y Ginebra, sigue siendo París el lugar donde se toman las grandes decisiones.
Una de las más importantes, el Acuerdo de la Concordia. Firmado en el palacio, es en teoría el que recoge el reglamento de la Fórmula 1. Extraoficialmente, es un simbólico tratado de paz entre intereses privados y el contrato que ha hecho de Bernie Ecclestone uno de los hombres más ricos del mundo.
10. La tumba de Senna
Fue un 1 de mayo de 1994, la curva Tamburello recibía la séptima y última vuelta de Ayrton. Un impacto a 218 km/h que privaba al mundo de un piloto extraordinario y de una persona mística. Un ejemplo de ello, es que todavía pocos se atreven a hacer comparaciones con Senna. Pasan los años, y sigue vigente el sentimiento de impotencia de un hombre que todavía le quedaba mucho por ganar.
Enterrado con honores de estado, se calcula que por el velatorio pasaron cerca de 200.000 personas. Uno de los momentos más emotivos fue cuando llegó un visiblemente afectado Alain Prost.
Aunque las relaciones entre los eternos rivales se habían tensado, había un gran respeto y una admiración mutua.
Hoy en día, miles de aficionados de todo el mundo siguen acercándose al cementerio de Morumby en Sao Paulo. Coronas de flores, cartas, banderas… todo tipo de ofrendas recuerdan al mártir que soñaba con ser el mejor de la historia, que soñaba con ser lo que acabó siendo, O Rei.
Fuente: Jot Down