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1973 Mohs SafariKar (1)
Luis Blázquez

Mohs SafariKar, un verdadero despropósito creado por un “genio loco”

Salido de una aparente noche de pasión entre un Jeep y el The Homer, el Mohs SafariKar fue una creación nacida en la década de los 70 para brindar de un lujo superior a la caza mayor en los caminos sin pavimentar. Una máquina robusta basada en un International Harvester Travelall (el precursor de los SUV premium) capaz de hacer frente a los rigores de los safaris africanos, pero con la opulencia, la exclusividad y la calidad de un Rolls-Royce.

Bruce Walden Mohr de Madison, Wisconsin, fue el gestor de esta criatura. Poseía una serie de creaciones ambiciosas y extrañas que nunca funcionaron del todo, como el SafariKar de 1973. Mohs fue inventor, emprendedor, ingeniero, cazador y un completo adorador de lo excéntrico. Inventó el batido instantáneo, la tira reflectante que se emplea en las barreras en las carreteras, hizo una motocicleta gigante, construyó hidroaviones e incluso accesorios para cineastas de Hollywood como Alfred Hitchcock. En pocas palabras, un “genio loco”.

A finales de la década de 1960, Mohs agregó a su currículum el ser un fabricante de coches. El primer proyecto de cuatro ruedas fue el llamado Ostentatienne Opera Sedan de 1968. Esta extraña creación se basó en un chasis de camión International con su respectivo motor V8. Mohs valoró su extravagante creación en 19.600 dólares de la época, y en 25.600 dólares si se equipaba con todos los lujos, cuando un Cadillac Fleetwood Brougham costaba menos de 7.000 dólares y un Mercedes-Benz 300SE (antes de llamarse Clase S) 8.300 dólares.

Como era de esperar, no hubo interesados, y solo se construyó un prototipo. Mohs quería mejores resultados en su segundo intento, el SafariKar. De hecho, tuvo más éxito, pero solo un poco más, ya que solo se hicieron tres. Este ejemplar es uno de los dos supervivientes conocidos y se consideró perdido durante muchos años. En 2009, alguien vio una mención de un SafariKar en un foro y se dispuso a buscar la bestia. Lo descubrió abandonado en un aparcamiento de Georgia, localizó al propietario y llegó a un acuerdo para comprarlo.

Cada diseñador tiene sus peculiaridades. Ferdinand Porsche creía firmemente que el motor debía ir en la parte trasera; Mazda ocasionalmente trató de defender el motor rotativo; y BMW solía tener un par de detalles inamovibles en sus coches (la parrilla de doble riñón y la curva Hofmeister). La rueda que Mohs siguió intentando reinventar fue las puertas. En el diseño previo de Mohs, el mencionado Ostentatienne, se ingresaba a través de un portal en el maletero para poner refuerzos donde normalmente irían colocadas las puertas.

Para el SafariKar, las puertas se abren hacia afuera sobre rieles para que el conductor pueda disparar su rifle desde el asiento. El trío de asientos fueron desarrollados y patentados por el piloto y actor Steve McQueen para la Baja 1000. El banco trasero se transformó en una plataforma para dormir durante las largas noches de caza, e incluso seguía habiendo espacio para disparar cómodamente. El salpicadero era básicamente el mismo que el de todocamino que tomaba como base, y presentaba una radio AM/FM y una radio CB (Banda Ciudadana) Motorola.

Y el exterior no era menos inusual. Como decíamos al principio del artículo, el SafariKar se basaba en la plataforma de un International Harvester Travelall de 1969 con su respectivo motor V8. Sin embargo, contrariamente a la estética atemporal del coche base, el SafariKar tenía paneles de aleación de aluminio y tungsteno envueltos en más paneles de aluminio, que luego fueron acolchados con espuma de poliuretano y forrados en cuero artificial negro de la empresa Naugahyde. La idea tras esto era reducir los reflejos durante las noches.

Como lo hiciese con el Ostentatienne, Mohs llenó los neumáticos con nitrógeno e instaló un juego de ruedas únicas con el objetivo de proporcionar la mejor de las estabilidades y poder disparar así en movimiento. Pero era 1973, y con los precios del combustible subiendo por las nubes como nunca antes, no todo el mundo clamaba por un enorme vehículo devorador de gasolina construido sobre el chasis de un camión para ir a cazar rinocerontes. Además, los coche se fabrica en Estados Unidos, haciendo aún más caro el precio de venta final.

Fuente: Bring A Trailer, DrivingLine

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