Para muchos, enfrentarnos cada día a un atasco supone tan cotidiano como el café con leche. Horas, días, incluso vida perdida en ese tiempo inútil en el que cuestionamos nuestra inteligencia como especie. Esto es mucho peor, cuando te das cuenta de que se trata de un atasco fantasma.
Te sale la creatividad literaria y comienzas a expresar términos que dejarían a un sargento de infantería a la altura del betún. Sorprende que incluso la comunidad científica ya había tratado de encontrar una solución al problema. Aunque en la práctica, el mejor aliado podría ser, ¿cómo no?… el coche autónomo.
Lo interesante, es que al contrario de lo que podría parecer, no sería necesario que la mayoría de coches fuesen autónomos. Con uno solo, ya bastaría para mejorar considerablemente el estado de la circulación.
Según un estudio de la Universidad de Illinois, la adaptación de un vehículo autónomo a una situación de atasco fantasma supondría una respuesta inteligente sobre la velocidad. Consiguiendo de este modo, que la frecuencia de frenado del tráfico posterior se reduzca, disminuyendo las oscilaciones de velocidad en un 50%.
Uno de los grandes inconvenientes que provocan los atascos, es el elevado gasto de combustible que se produce. En este sentido, los vehículos que se encontrasen dentro de un flujo de tráfico conjunto a un vehículo autónomo, verían reducido de media su consumo de combustible en un 40%.
Cuestiones como la falta de control del vehículo autónomo ante situaciones de hackeo, ralentizan de momento su introducción masiva en las ciudades. A esto último, hay que añadir la falta de interés que de momento tienen compañías como Uber por apostar por vehículos con autonomías más grandes, pot lo que sus efectos quedan reducidos a la movilidad dentro de zonas urbanas.
Esto no impedirá, que los efectos positivos del coche autónomo sobre la circulación y la calidad de vida en las ciudades se empiecen a notar dentro de poco.