Esta es la historia de un hombre que nació hace 87 años en un pequeño pueblo del este de Inglaterra. Bautizado como Bernard Charles Ecclestone, sería su apodo «Bernie» con el que se hiciese hueco en un deporte en el que durante varios años ejerció como máximo dirigente. Y es que podía decir lo que quisiese la FIA, que la última palabra la tendría siempre este británico de pelo tazón canoso.
Con un patrimonio estimado que podría alcanzar los 2.000 millones de €, Ecclestone es la antítesis del alto ejecutivo discreto y alérgico a mojarse en temas calientes. Que si la muerte de Senna fue buena para la F1, que si la democracia está sobrevalorada o los elogios a Hitler, son algunas de las lindezas del eterno mandamás.
Y es que pese a su dimisión en 2014 como presidente de la Formula One Management por el caso Gribkowsky, y su despido como máximo responsable de la organización de la Fórmula 1 en 2017, su sombra no desvanece tan rápido.
Por cierto, para aquellos no familiarizados con el caso Gribowsky, hablamos de la acusación de que Ecclestone accedió a sobornar con 44 millones de euros al banquero alemán Gerhard Gribkowsky. La autoridades judiciales reconocieron dicho soborno, condenando a ocho años y medio de prisión al banquero. Ecclestone, por su parte, salió airoso después de pagar una fianza de 100 millones de dólares.
Si hay algo que reconocen sus enemigos es su capacidad para alcanzar sus fines, sin importar en ciertos casos el uso de medios bastante polémicos e incluso ausentes de toda ética. Algo que conjuntamente con su insaciable ambición, le hicieron llevarle hasta la cima de un deporte que genera miles de millones en ingresos.
Hijo de un pescador y una ama de casa, Ecclestone dejó sus estudios a la edad de 16 años para trabajar entre otras cosas como vendedor de coches de segunda mano. Los ingresos obtenidos por aquella vía le permitieron financiar la compra del equipo Brabham de Fórmula 1 en 1971.
Por aquel entonces, el automovilismo seguía siendo un deporte minoritario orientado como pasatiempo de fanáticos de la velocidad y Playboys millonarios. Pero el joven Bernie estaba preparado para darle la vuelta a aquello.
A través de negociar con circuitos y medios de comunicación, Ecclestone vendía el paquete completo de la Fórmula 1 como espectáculo en el que se encargaría de toda su organización y negociación de derechos televisivos. El interés por parte del público masivo no tardó en llegar, y consecuentemente el talonario de Ecclestone también se incrementó.
Los 90, supondrían la época dorada de la Fórmula 1 desde el punto de vista de negocio. El patrocinio de las tabacaleras y los ingresos televisivos impulsaron el negocio hasta tal extensión, que Ecclestone fue nominado a convertirse en Caballero del Orden del Imperio Británico (OBE). Algo que finalmente no llegó a producirse.
No obstante, su acuerdo dorado, llegó en 2005 cuando vendió la mayor parte de sus acciones de la Formula One Group por valor de 214.400.878 millones de euros. Mismo año en el que después de asistir al Gran Premio de Indianápolis, comentó aquello de «Sabes, tengo una de esas ideas brillantes…las mujeres (en competición) deberían vestirse de blanco como el resto de electrodomésticos de la casa».
Unas declaraciones sexistas que forzaron a Ecclestone a pedir disculpas, aunque su particular visión de la vida no iba a cambiar lo más mínimo. En 2009, como habíamos comentado, en un entrevista para el diario The Times, dio a entender su admiración a la figura de Hitler y la manera con la que había ejercido su liderazgo.
Y es que Ecclestone no cree en esa figura de líder compasivo y abierto con sus empleados. Su estilo de dirección es firme, y no se deja aconsejar una vez ha tomado una decisión. Algo que explica sus buenas migas con Vladimir Putin, a quien considera un amigo cercano y de quien ha dicho que le gustaría ver gobernando Europa.
Pese a la inmensa fortuna de Ecclestone, cuyo vasto patrimonio engloba una importante colección de coches, varias propiedades de lujo alrededor del mundo, aviones privados y un yate de 176 pies de eslora, entre otros. No fue previsor en 2010, a la hora de contar con la ayuda de un servicio de seguridad privado en su domicilio.
Y es que tanto Bernie como su mujer, sufrieron un atraco en su casa de Londres que resultó en el robo de varias joyas y su propio reloj de muñeca. El atraco fue de tal intensidad, que las patadas que recibió en la cabeza le dejaron un aspecto bastante demacrado. El reloj robado, un Hublot F1 TM King Power proveniente de la relojera suiza y patrocinadora oficial de la Fórmula 1, contactó con Ecclestone para realizar una campaña de publicidad bastante rompedora e impactante.
La campaña mostraba a Ecclestone con las secuelas del atraco, con un titular que decía «Fíjate de lo que es capaz la gente por tener un Hublot»-Bernie Ecclestone, 25 de noviembre de 2010.
Pero el golpe más duro llegó cuando en 2017, cedió su hegemónico poder a los americanos. Liberty Media, con el extravagante Chase Corey al mando, llegaban con la tarea de revitalizar el deporte y atraer a las nuevas generaciones.
Cambios radicales como la nueva identidad, la decisión de eliminar a la «chicas de la parrilla» o las nuevas maneras de entender el espectáculo en sí, no han gustado nada al señor Ecclestone. «No hacen nada bien» zanjaba el magnate inglés.
Lo que está claro, es que Ecclestone no es capaz de quedarse callado.
Fuente: Business Insider