Hace unos meses repasábamos la historia de BMW xDrive, la tracción total de la marca que hace tres décadas los adalides de la propulsión trasera montaron por primera vez en un BMW Serie 3. Los beneficios de contar con cuatro ruedas propulsoras son claros a la hora de enfrentarse a firmes resbaladizos, en invierno y, por supuesto, a la hora de salir fuera del asfalto.
Es por ello, que prácticamente toda la gama de BMW cuenta con versiones de tracción total. Hasta hace bien poco, los modelos de BMW eran de propulsión, con los motores montados en posición longitudinal. Pero en los modelos de corte más familiar se ha optado de un año a esta parte por equiparlos con tracción delantera y motores en posición transversal, con el fin de tener habitáculos más amplios. Lógicamente, existen diferencias técnicas derivadas de la distinta disposición de las mecánicas, que vamos a intentar explicarte de modo sencillo:
BMW xDrive para motores longitudinales
Es la posición convencional de los motores de BMW. El propulsor, ubicado en la parte delantera del coche, se coloca de manera longitudinal para transferir la tracción a las ruedas traseras de manera óptima. Como puedes observar en la imagen superior, eso implica que los elementos mecáncios ocupen parte del espacio reservado al habitáculo.
¿Pero qué ocurre cuando queremos que también se pase potencia al eje delantero y se monta la tracción xDrive? Es necesario añadir elementos, como el engranaje de distribución en el cambio y un árbol de transmisión adicional, conectado con un diferencial delantero, que envía el par a las ruedas delanteras.
Un conjunto de embragues son los encargados de repartir la potencia entre los dos ejes, según se requiera. De inicio, se envía el 40 % para las ruedas delanteras, mientras que el restante 60 % se quedan en las traseras, pero las cifras pueden variar hasta el 100 % dependiendo de las circunstancias.
BMW xDrive para motores transversales
Lo que para muchos fue un tabú, la llegada de modelos de tracción delantera a la marca bávara era algo clave para que no estuviesen claramente por detrás en espacio interior y modularidad. El primero en romper la tradicción fue el BMW Serie 2 Active Tourer (ver prueba) y a este monovolumen compacto le siguieron algo después su versión de siete plazas, el BMW Serie 2 Gran Tourer (ver prueba) y dentro de poco el BMW X1 2015.
Todos estos modelos cuentan con versiones de tracción total, por lo que los ingenieros debían encontrar el modo de adaptar la tracción xDrive al motor en posición transversal. La solución fue colocar un engranaje de distribución acoplado a la caja de cambios, desde donde nace un árbol de transmisión que llega hasta la parte trasera, conectándose con los embragues, que distribuyen el par y los árboles de transmisión secundarios.
Este sistema toma como punto de partida un 60 % del par en el eje delantero y un 40 % en el trasero. Podrá llegar al 100 % en cualquier eje en función de las necesidades de adherencia.
Fuente: BMW