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1963 Chevrolet Corvette Sting Ray (C2)
Luis Blázquez

¿Un depósito de gasolina de casi 140 litros? Sí, hubo un coche que lo tuvo

¿Cuál la cantidad mínima para considerar que el depósito de combustible un coche es grande? Porque, con cada nueva generación, lo normal es que pierdan algo de volumen, especialmente si vienen acompañados de un sistema híbrido. ¿50 litros puede ser tamaño aceptable? Sí, lo es sin duda. Pero los hay más grandes aún. El de un servidor, por ejemplo, cuenta con 70 litros, y es una berlina compacta, no una furgoneta o un todoterreno. Pero, ¿y si hubiera un coche con casi 140 litros de depósito?

Antaño, Chevrolet una vez ofreció el Corvette de segunda generación (C2) con una opción un tanto particular bajo la denominación “Big-Tank”, un nombre que, literalmente, traduciríamos como “depósito grande”. No es una broma. En el contexto del paquete de opciones “N03”, con un precio de 198 dólares en 1965 (alrededor de 1.460 euros actuales), “grande” significa 36,5 galones de capacidad, 138,2 litros en las medidas métricas. Eso lo hacían 62,5 litros más capaz que el depósito del Corvette (C2) original de 75,7 litros (20 galones).

Ese es un depósito absurdamente enorme para tener en un coche, especialmente un vehículo del tamaño de ese Corvette –4.450 mm de longitud, 1.770 mm de ancho y 1.280 mm de alto–, cuya opción estuvo disponible de 1963 hasta 1967. ¡Prácticamente 140 litros! El Big-Tank venía con una cubierta de fibra de vidrio que creaba una plataforma para el equipaje diferente, más pequeña y sin moqueta, que ocupaba la mayor parte de la sección interior posterior e inferior. De todas formas, el Corvette nunca se pensó como un coche “práctico”.

El enorme depósito se ofreció para mejorar su desempeño en los circuitos, pues con ese gran tanque no necesitaría entrar en boxes con tanta frecuencia. Recuerda, al otro lado del charco, en los 60, comprar gasolina era como el agua; no era relevante lo que costase. Normalmente, el “Big-Tank” formaba parte del primero de los paquetes de opciones Z06, ahora numéricamente famoso como “equipos de rendimiento especial”, con el que también venían algunos refuerzos estructurales, mejores frenos (de tambor) y una suspensión de trabajo pesado.

Por supuesto, también venía adjunto a un corazón V8 de 327 pulgadas cúbicas (5,36 litros), así que tenías justificación para quemar todos esos litros de gasolina. Estoy bastante convencido (aunque es posible que haya algún espécimen perdido por ahí que desconozcamos) de que es la combinación de tamaño del coche y depósito de combustible más desproporcionada que ha llegado a existir. Probablemente, es el coche más pequeño con el depósito de combustible más grande jamás construido y vendido por un fabricante de vehículos importante.

Por supuesto, en realidad no se construyeron ni vendieron tantos: en 1966, por ejemplo, solo 66 clientes optaron por el enorme tanque de gasolina. Y los años venideros fueron igualmente bajos: 41 unidades en 1965, lo que hace que los que sobreviven hoy sean muy deseables. Piensa en el tipo de autonomía que podrías obtener si sustituyeses ese enorme motor por una unidad moderna que generase, aproximadamente, la misma cantidad de potencia (360 CV y 489 Nm). Tal vez el bloque seis en línea de BMW empleado en el Toyota GR Supra, por ejemplo.

Ese motor genera 340 CV y 500 Nm, y ​​maneja un consumo combinado de 8,1 l/100 km, tirando alrededor de 1.570 kilos. En un Corvette (C2) de 1.490 kg, aproximadamente, estoy seguro de que podría marcar unos números de consumo similares, lo que le da al coche una autonomía cercana a los 1.500 kilómetros. Y conduciendo con un poco de cuidado, podrían ser más, creo, aunque tal vez desees una transmisión con más de cuatro relaciones. Aún así, si tu objetivo es conseguir la mayor autonomía, un viejo Corvette Stingray “Big-Tank” lo haría muy bien.

Fuente: Jalopnik

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