Pocas voces han marcado tanto nuestra historia musical como la de Freddie Mercury. Trabajó a destajo hasta sus últimos días, quizá con la esperanza de que sus fans no advirtieran que pronto no le volverían a ver. El videoclip These are the days of our lives fue el último que grabaría. En blanco y negro, probablemente para ocultar la palidez de la piel de Mercury, su extrema delgadez y las marcas que estaba dejando la enfermedad en su rostro. Vaticinaba el fin.
El 23 de noviembre de 1991 emitió un comunicado público en el que anunciaba que había contraído la terrible enfermedad que acabaría con él, el SIDA. «Como consecuencia de las grandes conjeturas aparecidas en la prensa -sobre todo la amarilla- en las dos últimas semanas, es mi deseo confirmar que me he hecho las pruebas de VIH y tengo sida. Creo que ha sido conveniente el mantener esta información en secreto para proteger la intimidad de los que me rodean. Sin embargo, ha llegado el momento de que mis amigos y mis fans de todo el mundo sepan la verdad y espero que todos se unan con mis doctores y aquellos que luchan contra esta terrible enfermedad. Mi intimidad siempre ha sido algo especial para mí y soy conocido por las pocas entrevistas que concedo. Por favor, comprendan que esta pauta continuará”.
Un día después, la naturaleza nos dejó sin su voz para siempre. En plena madurez artística y en la cumbre de su carrera, su figura desapareció, pero no su legado.
El líder de Queen tenía muchas facetas, y la que os queremos mostrar es, como no podía ser de otra forma, su interés por los coches. No era un gran apasionado, de hecho no tenía ni carnet, aunque les dedicó el tema I´m in love of a car, single incluido como cara B del sencillo Bohemianrhapsody de 1975. Desde Rolls Royce hasta Mercedes, pasando por Lotus, la estrella de rock también guardaba algunas joyas en su garaje, a altura de un grande como él.
Por si no lo sabíais, Mercury nació un 5 de septiembre de 1956 en Zanzíbar, y su nombre real era Farrokh Bulsara. De origen parsí e indio, fundó el grupo Queen, del que fue vocalista. Otra curiosidad es que nunca condujo ninguno de sus coches (como ya os hemos contado no tenía carnet); sus tres chóferes le trasladaban allá donde quisiera.
Rolls Royce Silver Shadow de 1974
El tenor adquirió esta joya en 1979 y le acompañó hasta el final de sus días. Equipado con un motor 6.75 V8, este Rolls Royce de color gris contaba nada menos que con 189 CV de potencia. Fue de los primeros de la marca con un chasis monocasco, frenos de disco y suspensión trasera independiente. Tras su muerte, el vehículo quedó en manos de su hermana. Su odómetro acumulaba por entonces 100.000 kilómetros. Fue usado por última vez en 2002 en el estreno del musical We will rock you.
En 2013 fue subastado por la casa de subastas Coys, que lo vendió a un empresario ruso por 89.700 euros. La pieza estaba valorada entre 11.000 y 13.000 euros.
Mercedes 420 SEL
Según muchos, este era el coche preferido del líder de Queen. Robusto y de dimensiones enormes por dentro, se le vio en varias ocasiones bajándose de él. Motor de 4196 cc, 204 CV de potencia, cuatro puertas y cambio automático. Todo un clásico.
Lotus Evora S Freddie Mercury Edition
El fabricante británico decidió rendir un homenaje al cantante con un Lotus dedicado a su trayectoria, aprovechando su 65 cumpleaños. Subastó el automóvil y donó el dinero recaudado a una ONG dedicada a la investigación del SIDA. Volvió a ponerse a la venta en 2012 con un precio de salida de 57.995 libras.
Los colores del vehículo rendían homenaje a su extravagante y única puesta en escena; en concreto la de la vestimenta que llevó en el inolvidable concierto que dio en 1896 en el estadio de Wembley, en Londres. Llevaba unos pantalones blancos con una franja rojigualda, una camiseta blanca y una cazadora amarilla.
El Evora S Freddie Mercury Edition combinó la deportividad con el inconfundible estilo del cantante. La carrocería blanca era atravesada por una banda transversal igual a la que llevaba en los pantalones Mercury. Su firma fue colocada en la parte trasera, además de una pequeña reproducción de la estatua del artista en Montreaux con la inscripción “Lover of life. Singer of songs”. Un museo sobre ruedas.
Su mecánica no fue modificada respecto al Evora S original: 350 CV de potencia en un motor V6. Alcanzaba los 260 km/h.
El interior, nada discreto, está tapizado de amarillo y gris y en el salpicadero se puede observar su rúbrica. Los apoyacabezas de las butacas incluían una corona, y por supuesto, el vehículo contaba con un potente sistema de audio. Para nopasar desapercibido.
También se le fotografió con un Studebaker del 50 y en un Range Rover Convertible de 1981 que también pasó por sus manos. Lo adquirió a través de una empresa que compartía con el manager de la banda, Jim Beech. La transformación de la carrocería corrió a cargo de una compañía suiza llamada Monte Verdes.
Al igual que Michael Jackson, Freddie Mercury sentaría las bases en la industria musical y en la cultura pop. Pero el show debe continuar.