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Rubén Mendoza

Robustos y duros, así son los coches fabricados en Madagascar

Alemania, Estados Unidos, Francia, China, Japón… la lista de países con una importante industria automovilística es larga y en ella se puede encontrar un invitado inesperado. Al sureste de África, en una isla de casi 600000 kilómetros cuadrados y una población de 26 millones de personas se sitúa el más desconocido bastión del motor. Estamos hablando de los coches fabricados en Madagascar.

No se puede decir que la población del país africano sea pequeña, pero sí parece que su situación no es la más adecuada para entrar dentro del mercado de la venta de coches. Tampoco este es su objetivo. La industria automovilística del país malgache no solo permite disponer de coches adecuados a las particularidades de las vías del país, sino que además supone un estímulo para la economía de la isla.

Una industria con casi 40 años de historia

Hay que remontarse hasta los años ochenta para encontrar el origen de los coches fabricados en Madagascar. En esos momentos, el Gobierno del dictador Ratsiraka llevaba a cabo un proceso para fabricar productos en las distintas provincias de la isla. A esto se le llamó el periodo de “inversión excesiva” y llevó al país malgache a fabricar coches, barcos e, incluso, aviones.

En el caso de los coches, el Instituto Malgache para la Innovación fue el encargado de diseñar los automóviles y sacar adelante su producción. Fue en 1984 cuando apareció la marca Karenjy, que significa «paseo».

Comenzaron la fabricación de tres modelos: el Iraka, el Faoka y el Mazana. Los coches eran de apariencia peculiar, pero parecían robustos. La idea es que se acoplaran perfectamente a la realidad del país, donde las carreteras o caminos eran un reto al que muchos coches no podían hacer frente.

El Mazana, por ejemplo, era una especie de Volkswagen Safari. Fabricado en fibra de vidrio, con unas líneas simples y claras. Al contrario del resto del vehículo, el motor era importado. El encargado de mover el vehículo era un motor diésel Renault de 2.0 litros. Más tarde harían también una versión camioneta.

Pero el hito más curioso que consiguió Karenjy fue el de construir un Papa-móvil. Para la visita de Juan Pablo II a la isla, la marca malgache le hizo un vehículo a medida. Esto fue antes de que en 1993 todo se viniera abajo.

Nuevos vientos llegaron a la isla. Tras las presiones, el dictador Katsikara aceptó llevar a cabo una transición democrática y convocar elecciones. No pudo hacerse con el poder democráticamente ya que Albert Zafy ganó las elecciones y se convirtió en el nuevo presidente. Los cambios no sentaron bien a Karenjy, que vio cómo el nuevo Gobierno se olvidaba de su existencia y abandonaba el proyecto. Hasta entonces, ni siquiera habían alcanzado los 100 unidades producidas.

Una nueva vida para los coches fabricados en Madagascar

Durante más de 10 años la fábrica de Karenjy estuvo abandonada, hasta que en 2009 un nuevo inversor se hizo con la empresa. La compañía franco-malgache Le Relais adquirió el lugar y, tras un año de rehabilitación, consiguió poner en funcionamiento la fábrica.

En un principio, se centraron exclusivamente en la producción de pequeños equipos agrícolas, y laposibilidad de volver a fabricar coches se veía como imposible. El abandono del lugar había estropeado toda la maquinaria y el edificio había tenido que ser recuperado de entre la maleza.

Sin embargo, se acabaron planteando el proyecto y durante tres años estuvieron construyendo la maquinaria necesaria y fueron adquiriendo las capacidades intelectuales y prácticas para hacerlo realidad.

Produjeron modelos antiguos hasta que en 2015 llegó el Mazana II, la modernización del ya mítico pionero. A un precio de unos 15.000 €, los habitantes de Madagascar se pueden hacer con un coche pensado exclusivamente para su realidad. Con tracción a las cuatro ruedas, el Karenji cuenta con un motor Peugeot DV6CM diésel de 1.6 litros.

La carrocería es de vidrio fino laminado de poliéster. Todo está pensado para la isla malgache; es ligero para que se pueda empujar y el parabrisas es prácticamente vertical para evitar el sol. De nuevo, pusieron ellos el Papa-móvil para recibir la visita, esta vez, de Francisco.

Todo un éxito para la industria automovilística de Madagascar que sigue su camino sin pensar en luchar contra los BMW, los Seat o los Opel, sino centrando toda su atención en las necesidades de sus vecinos malgaches. De momento su producción es de tres coches al mes, pero el valor para el país en incalculable.

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