El Delage D8 fue uno de los modelos más prestigiosos de la marca. Impulsado por un motor de ocho cilindros en línea OHC de 4061 cc, este modelo se benefició de la experiencia tecnológica de Delage en automovilismo (uno de sus coches marcó el récord mundial de velocidad sobre tierra en 1924).
El Delage D8 era sin duda el modelo más prestigioso de la empresa, pero tuvo un problema: ser presentado en 1929, el año en que se producía el desplome bursátil de Wall Street. Eso le sentó mal a cualquier empresa, sobre todo si era uno de los fabricantes de coches de lujo más respetados de Francia en las décadas de 1920 y 1930, la época dorada de la compañía.
Delage había sido tenido unos inicios modestos pero el automovilismo desempeñó un papel clave en su desarrollo y a la hora de mejorar su reputación. De hecho, compitió con coches propios desde 1906, apenas un año después de su fundación. Fue después de la Primera Guerra Mundial cuando la empresa entró en el competitivo terreno de los coches de lujo con motores tecnológicamente cada vez más avanzados.
En 1922 comenzó a lanzar modelos de seis cilindros en línea que culminaron con el Delage GL, enorme y muy sofisticado, con un motor de esa configuración con 5.344 cc y que fue la base del coche que batió el récord mundial de velocidad de 1924, conducido por René Thomas. Eso sí, aquel vehículo unió dos bloques así para conseguir un V12 DOHC de 10.688 cc… para alcanzar 230,52 km/h en Arpajon (al sur de París).
Con este bagaje, en 1929 llegaría el Delage D8, con un motor OHC de ocho cilindros en línea de 4.061 cc que entregaba 102 CV (76 kW) a 3.500 rpm para el D8 Normale y 120 CV (89 kW) en la versión deportiva acortada D8 S. La gama se completaría un año después por abajo con el D6 como modelo «popular», dejando al D8 como su buque insignia.
El Delage D8, como decíamos al inicio, con el inicio de la Gran Depresión. A pesar de este mal momento económico mundial las ventas del D8 fueron realtivamente bien, era un coche que competía con los mejores fabricantes de automóviles, como Bugatti y Avions Voisin. El coche tenía frenos de tambor en las cuatro ruedas, caja de cambios manual de cuatro velocidades con sincronizador en las dos marchas superiores y una suspensión convencional para su época (ejes de viga delante y ballestas y amortiguadores de fricción en el eje trasero).
El D8 se ofrecía en tres longitudes de chasis. Cada una de ellas proporcionaba un coche con características. La “S” (de Surbaisse, que significa rebajado) tenía 3.300 mm. La N (podemos definirla como Normal), 3.600 mm y “L” (de Largo) se iba a los 3.600 mm). La primera de ellas, el D8 S podría ser también de Sport, ya que tenía clara orientación deportiva. Tenía resortes de válvula más cortos para mitigar las roturas cuando se conducía a altas revoluciones sin cuartel y un sistema que enviaba aceite de motor tibio para calentar el sistema de admisión y evitar la formación de hielo.
Lo que no hacía Delage era la carrocería de sus coches. Como era habitual en la época, proporcionaba un chasis rodante que se enviaba al carrocero elegido por el cliente para que crease sobre él su carrocería a medida. Esta unidad que ves en las imágenes fue obra de Carrosserie Pourtout. Con número de chasis 36009 este Delage D8 S fue adquirido originalmente por el concesionario parisino H. de Corvaia (no muy lejos del Arco del Triunfo de la capital gala), y entregado a Carrosserie Pourtout para que le montara la carrocería a medida.
Los carroceros entregaron su obra en marzo de 1932. Combina a la perfección la agresividad de un deportivo con la elegancia de la marca. El parabrisas, que apena levanta sobre el capó, le da una imagen que recuerda a los coches de los gánster de Chicago y también a los hot rods estadounidenses. Ideal para su primer dueño, un actor francés que lo matriculó con el número 6195 RF6.
Estuvo poco tiempo con él, ya que lo vendió en 1936 a un joven ingeniero… que logró ocultarlo durante la Segunda Guerra Mundial y mantenerlo en buenas condiciones. Tras varios cambios de dueño, en 1980 se restauró el coche por completo, trabajos que duraron una década. Recorrió exposiciones y se vendió de nuevo en 1995.
Ese dueño lo sacó poco a relucir… pero en 2024 decidió que era el momento de desprenderse de él. Ocurrió en la subasta de Monterey, el pasado 16 de agosto. Seguro que lamentará haberse desprendido del coche… pero ver en su cuenta corriente los 3.305.000 $ que pagaron por él (unos tres millones de euros, redondeando), seguro que le ayuda a enjugar sus penas.
Fuente: RM Sotheby´s
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