Como ya os informamos en un artículo anterior, desde las 00 horas del lunes 7 de marzo, entra en vigor el límite de velocidad máxima en autopistas y autovías a 110 km/h. Según ha hecho público el RACC, el mayor club del automóvil de España, los beneficios de dicha medida son muy dudosos, sobre todo si se tienen en cuenta los costes que comporta. Además de que se ha dicho que tiene un carácter temporal, aunque parece diseñada para que sea permanente.
Otro de los aspectos más criticados hace referencia a que no se centra en atacar aquellas situaciones de conducción donde el consumo es más alto. Como se puede observar en el gráfico inferior, los ahorros potenciales se encuentran sobre todo en la parte de la curva con velocidades más bajas, o sea hasta 50 km/h, que es la situación que se produce sobre todo en conducción urbana.
Dicha reducción de velocidad a 110 km/h no afectará a todos los vehículos que circulen por nuestro país, por ejemplo, como acabamos de mencionar, a los vehículos que circulen por zonas urbanas (que suponen aproximadamente un 15% del total de kilómetros recorridos), aunque su importancia en el consumo total es mayor, pues en ciudad, con paradas y aceleraciones constantes, el consumo se dispara, como “todos” sabemos.
Tampoco afectará a los vehículos que circulen por vías convencionales (que suponen aproximadamente un 40% de los kilómetros recorridos), ni a los vehículos pesados que circulen por autopistas y autovías (que representan aproximadamente un 15% del total de kilómetros recorridos, pero cuyo porcentaje en el consumo es mayor, pues el consumo unitario de un vehículo pesado es entre 3 y 4 veces el de un automóvil).
De hecho sólo afectará a los automóviles que circulen por autopistas y autovías, pero no lo hará si estos vehículos se encuentran inmersos en un atasco. Conviene recordar que más de 2 millones de vehículos se ven atrapados cada día por la congestión en los accesos a las grandes ciudades y, por supuesto, esta es también una de las situaciones de mayor consumo.
Por tanto el RACC cree que los resultados serán muy limitados, ya que, incluso en el escenario más favorable, la reducción máxima será de entre el 10% y el 15% del consumo en cada vehículo y que afectará como máximo a un 20% del total de los kilómetros recorridos. Esto implica que el ahorro estimado se situará previsiblemente en un máximo del 2% del consumo que realizan los automóviles en España.
El ahorro estimado en las importaciones de crudo se puede situar entre 200 y 300 millones de euros al año. Lo cual equivale apenas a un 1% del total de la factura que España gastó en petróleo en el año 2010.
Ante esta coyuntura, y como suele suceder en estos casos, el usuario medio ya había comenzado a reducir el consumo de carburante. Como se puede apreciar en el gráfico que os mostramos a continuación el consumo de gasolina ha descendido en promedio un 14% desde febrero 2008. Por su parte el consumo de gasóleo ha descendido un 9%. Ambas cifras son mucho más elevadas que la reducción que cabe esperar del establecimiento del nuevo límite de velocidad en 110 Km/h.
Así, el RACC propone algunas “ideas sencillas» que ayudan a reducir el consumo de combustible, y que son mucho más efectivas de las que “impone” el Real Decreto aprobado por el Consejo de Ministros, como pueden ser:
•Correcta presión de los neumáticos: 3% de ahorro
•Peso de carga (100 Kg adicionales): 7% de ahorro
•Ventanas cerradas: 5% de ahorro
•Aire acondicionado: 10% de ahorro
•Alumbrado vehículo: 3% de ahorro
•Cristal térmico: 2% de ahorro
•Técnicas conducción eficiente: 5-10% de ahorro
Visto lo cual, y después de lo anteriormente expuesto, nos preguntamos: ¿hacía falta todo este “revuelo” para conseguir tan escasas mejoras?, o ¿responde a otro tipo de tácticas? El tiempo dará y quitará razones. Ya veremos qué sucede…
Via | RACC