Parece que aún fue ayer, pero ya han pasado 25 años desde que se presentó el Opel Calibra en el Salón de Frankfurt de 1989. Aquel coche fue toda una revolución. La marca alemana lo presentó como “El resultado” y es que este coupé de dos puertas, tracción delantera, suspensión de cuatro ruedas independientes tip McPherson y 4,49 m de longitud dotado con un práctico portón trasero, presumía de ofrecerlo todo: elegancia, deportividad y practicidad.
Su gran baza era, sin duda alguna, su diseño obra de Erhard Schnell. Su aerodinámica estaba realmente bien trabajada, con un 0,26 CX, el coeficiente aerodinámico más bajo del mundo en aquel entonces que se podía encontrar en un coche de serie de cuatro plazas. Cuántos no nos volvimos al ver pasar por la calle un Calibra, con ese cuidado y estilizado perfil, sus bordes suavizados, los limpiaparabrisas ocultos o los canales de drenaje ocultos en el techo. O los faros elipsoidales, que aumentaban su potencia lumínica en un 40%.
Lo mejor de todo era que el gran diseño del Opel Calibra, con su aerodinámica optimizada, no restaban practicidad para su uso en el día a día. Pese a su formato de coupé, su amplia batalla le permitía alojar hasta cuatro ocupantes muy cómodos (lo digo de buena fe, ya que viajé bastantes veces en uno en sus plazas traseras). Su portón trasero proporcionaba un buen acceso sencillo al maletero de 300 litros (que llegaban a 980 litros cuando se abatían los asientos).
El Opel Calibra ofrecía un equipamiento de serie muy generoso, con dirección asistida, caja de cambios de cinco relaciones de relación cerrada, sistema de audio con seis altavoces y lunas tintadas. Entre las opciones se encontraban el aire acondicionado, una caja automática de cuatro velocidades y un techo solar eléctrico. También podía contar con tracción a las cuatro ruedas y diferentes motores de gasolina con catalizadores incorporados de serie. Todos estos atributos fueron reconocidos en 1990 cuando el Calibra ganó el Volante de Oro, el premio automovilístico más prestigioso en Alemania.
Hace ya un cuarto de siglo, pero el Opel Calibra pensaba también en la protección de los peatones, ese detalle por lo que los coches actuales pierden tantas estrellas Euro NCAP. Sus grandes parachoques delanteros y traseros, perfectamente integrados, fueron diseñados para absorber un gran cantidad energía de impacto en caso de un accidente. Y entre la seguridad activa, contaba con sistema ABS y las ópticas con gran haz de alcance con fuerte contraste y poca dispersión de luz.
Es curioso cómo un coche como el Calibra, con un diseño sobresaliente y una tecnología notable, no despuntase más. Quizá el hecho de que derivase del Vectra (como el Manta había derivado en su día del Ascona) le restó caché. Compartía motores, cambio y suspensiones con el Vectra, así como su cuadro de mandos, lo que le restó distinción.
Pero esto tenía su lado bueno y era poder contar con coupés asequibles, con motores bastante económicos y fiables: La mecánica de acceso del Calibra era un motor de 2.0 litros de cilindrada y 115 CV, con el que alcanzaba 203 km/h. La versión de 150 CV y cuatro válvulas por cilindro se iba hasta los 223 km/h, y todo ello con un consumo en ciclo combinado de tan solo 7,7 litros cada 100 kilómetros. Así es comprensible que, para cubrir la demanda, la producción que comenzó en 1990 tuvo que incrementarse a 60.000 unidades anuales, en lugar de las 20.000 previstas.
La versión 2.0 era de tracción delantera y en el 16v cabía también la tracción a las 4 ruedas Vario-Trac, que era opcional y que normalmente propulsaba en un 75% a las ruedas delanteras. El Calibra 4×4 impresionaba por su tracción, su gran estabilidad en frenada y su comportamiento. Con estas características que merecían mucha más potencia debajo del capó, por lo que y en marzo de 1992 Opel puso a disposición de los concesionarios el nuevo Calibra Turbo (en la imagen superior). Contaba de serie contaba con tracción a las cuatro ruedas, caja manual de seis relaciones, asientos deportivos y unas llantas ligeras de 16 pulgadas que montaban neumáticos en medida 205/50. Pero el gran protagonista era el motor de 2.0 litros Turbo que entregaba 204 CV (150 kW) con una increíble curva de par motor. En pocas palabras, el Calibra Turbo no dejaba indiferente a nadie.
Sin embargo, la edición más especial de todas es el Calibra Keke Rosberg. Llegó a tiempo para debutar en el Campeonato Alemán de Turismos (DTM) en 1993 y contaba con el nuevo motor V6 con 2.5 litros de cilindrada que entregaba 170 CV. Y desde mayo de 1996 podía elegirse la edición Cliff Motorsport, con la misma pintura del coche Clase 1 con el que Manuel Reuter ganaró el campeonato mundial ITC (sucesor del DTM) ese mismo año. La versión de calle Cliff rebajaba el chasis en 20 mm y equipaba unas llantas BBS ultra ligeras (7J X 16).
Un año después del éxito en el ITC, el Calibra entró en la recta final, esta vez hacia el final de su producción. Después de 222.000 matriculaciones desde 1990, salió el Calibra Last Edition (imagen superior). Incorporaba chasis deportivo, llantas BBS, acabado en cuero y aire acondicionado para aumentar el lujo una experiencia de mayor lujo. El motor elegido para esta versión fue el 2.5 V6 o bien el 2.0 de cuatro cilindros en su configuración de 136 CV. Pudo pedirse hasta abril de 1997.
Fue el 29 de agosto de 1997 cuando se puso de manera oficial el punto y final en la producción del Calibra, con un Last Edition negro, con motor 2.0 16V. Después de siete años, 238.647 unidades fueron producidas en la planta principal en Rüsselsheim y en Valmet (Uusikaupunki, Finlandia, cuando Saab formaba parte de GM). Sus mercados principales fueron Alemania, el Reino Unido, Italia, España y Francia.
La más producida fue la versión básica de 115 CV (se fabricaron 130.000 unidades), seguida de la versión 2.0 de 150 CV con más de 61.000 unidades vendidas. Cuando uno busca un Opel Calibra de segunda mano serán las versiones que más encuentre, por precios muy asequibles. Lógicamente, quien busque una unidad con más pedigree acabará pagando un precio mayor… si bien las versiones 4×4 son delicadas y requieren bastante mantenimiento. Observando los precios de un Opel Manta usado vemos que los Calibra bien cuidados (que hay pocos, ya que en este coche el tuning ha hecho estragos y los plásticos interiores envejecen bastante mal), podrán llegar a aumentar su precio bastante de aquí a unos años. Y es que los coupés de Rüsselsheim son coches clásicos muy codiciados.
Fuente: Opel
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