La Mille Miglia surge en la década de los años ´20 del siglo pasado de la rivalidad existente entre dos ciudades del norte de Italia: Milán y Brescia. Brescia era considerada como el corazón de la industria italiana del acero y del deporte motor, y en el año 1921, en el circuito de Montichiari, cercano a la ciudad, tuvo lugar el primer Gran Premio de Italia. Pero, a pesar de ello, era una ciudad pequeña en comparación con una gran urbe como Milán.
La nueva industria automovilística quería que se celebrara una competición cerca de su mayor mercado y de sus potenciales clientes. Se había construido el nuevo circuito de Monza, para ser la sede del Gran Premio de Italia, y finalmente acabó celebrándose allí al año siguiente (1922). La gente de Brescia se mostró indignada por lo que consideraban era una afrenta de sus vecinos.
Para tratar de recuperar la competición de motor para su ciudad, se constituyó el Automóvil Club de Brescia, compuesto por un grupo de amigos, con Franco Mazzotti Bianchelli como Presidente y el conde Aymo Maggi di Gradella como vicepresidente, dos jóvenes de la clase alta de Brescia, que sentían pasión por los coches.
También contaban con la experiencia organizativa, en carreras de autos y motos, de Renzo Castagneto y la presencia de un periodista, Giovanni Canestrini, de la influyente “Gazzetta dello Sport”. Recibieron el sobrenombre de “Los Cuatro Mosqueteros”.
Necesitaban dar un golpe de efecto, pero sin enemistarse con los responsables del Automóvil Club de Italia. Para ello idearon no una competición de circuito, sino una carrera de larga distancia para vehículos de producción. Lo que proporcionaría a los fabricantes la ocasión de mostrar al gran público de los lugares por donde pasaban, los vehículos que producían.
Los responsables del partido fascista, en el gobierno, se mostraron entusiasmados ante la posibilidad de mostrar la cara más moderna de Italia ante el mundo, así como estimular la popularidad del uso de los vehículos de motor y con ello beneficiar a la industria.
El planteamiento original consistía en organizar una carrera de Brescia a Roma, pero esta idea fue desestimada, ya que, al final, el beneficio para Brescia sería relativamente pequeño.
En su lugar se decidió realizar un recorrido de ida y vuelta (Brescia – Roma – Brescia). Y ¿qué nombre ponerle? Diseñando el recorrido sobre un mapa se dieron cuenta que la distancia total era de alrededor de 1.600 kilómetros, o “mil millas” como comentó Mazzotti. Y ese fue el nombre finalmente escogido: “Mille Miglia”.
El 26 de marzo de 1927 se celebró la primera Mille Miglia, sobre una distancia de 1628 Km, en la que participaron un total de 77 pilotos, logrando alcanzar la meta 55, realizando el recorrido a una velocidad media de 77,238 km/h (muy elevada si tenemos en cuenta que se llevaba a cabo, principalmente, por las carreteras sin asfaltar de aquel tiempo).
Se atravesaron las poblaciones de Parma, Bologna, Firenze, Poggibonsi, San Quirico d’Orcia, Roma, Civita Castellana, Terni, Spoleto, Perugia, Gubbio, Tolentino, Macerata, Loreto, Ancona, Bologna, Treviso y Feltre. Los vencedores fueron Ferdinando Minoia y Giuseppe Morandi, a bordo de un OM 665 S Spyder, en un tiempo de 21h 04’48”. La prensa cubrió ampliamente el acontecimiento y numerosas reseñas fueron publicadas en los medios de toda la nación para atraer a gente de las más diversas clases sociales. La Mille Miglia fue anunciada como una carrera hacia el progreso.
Muchos pilotos de la época alcanzaron una notable popularidad gracias a su participación en las siguientes ediciones de la carrera, pero destaca especialmente el caso de Nuvolari y Varzi, que fueron los dos grandes nombres de las competiciones de motor en Italia, y en el extranjero, entre las dos grandes guerras mundiales. Estos dos pilotos eran diferentes en todo.
En Italia cada uno era el favorito de una clase social diferente. La Mille Miglia hizo que la rivalidad de Achille Varzi y Tazzio Nuvolari se hiciera famosa. Varzi era un piloto que provenía de una familia acomodada, una persona muy moderada en su relación con el público y con los periodistas, y su pilotaje era igual. Nuvolari era el polo opuesto, intrépido y simpático y, aunque no provenía de una familia pobre, socialmente no estaba tan bien situado como Varzi.
Tazzio Nuvolari era el héroe de la clase media-baja, era apasionado y capaz de realizar unos adelantamientos increíbles. Luchador, generoso y abierto al público y a la prensa, personificaba el espíritu de la Mille Miglia y el del hombre nuevo que el fascismo tanto promocionaba. Sus victorias en Indianápolis y en Nurburgring fueron muy celebradas y proyectaron la imagen de Italia por el mundo.
Un ejemplo de por qué Nuvolari se hizo tan querido, ocurrió en las ediciones de la Mille Miglia de los años 1947 y 1948. Curiosamente no ganó ninguna de las dos carreras. En la de 1947, la primera que se celebraba tras la conflagración mundial, Tazio Nuvolari corrió con un Cisitalia 202SMM. Comenzó no muy bien la carrera, viéndose relegado hasta la posición 55, pero en un alarde de coraje y determinación fue escalando posiciones, hasta conseguir colocarse líder.
La épica remontada la llevó a cabo sin hacer caso de la fatiga (ese año, la Mille Miglia discurría por un trazado de 1800 km, en vez de los 1600 habituales), o a los ataques de tos que le provocaba su enfermedad pulmonar. Incluso tuvo que reparar un fallo en el encendido. Pero, aunque parezca una broma, una violenta tromba de agua inundó el copkit de su coche (no olvidemos que se trataba de un spyder), no quedándole más remedio que parar. Cuando se reincorporo a la carrera, el Alfa Romeo 8C 2900B de Clemente Biondetti, se había puesto en primera posición, consiguiendo finalmente entrar en primer lugar en Brescia, seguido de cerca por Nuvolari.
En la edición del año siguiente (1948), con idéntico recorrido, Nuvolari estuvo a punto de no correr, ya que se encontraba recluido en un convento, a orillas del Lago de Garda, sometido a un tratamiento para paliar sus problemas pulmonares y para recuperarse del trauma que le supuso la muerte prematura de sus dos hijos pequeños.
La marca Alfa Romeo le tentó para competir con ellos, habiéndole reservado uno de los Alfa “Corse” Berlinetta-Coupe experimentales, construidos ex-profeso para la carrera. Cuando Enzo Ferrari se enteró de ello, corrió a Brescia y logró persuadir a Nuvolari para que condujera el cuarto coche que había preparado para la prueba: un Ferrari 166S.
Nuvolari partió “como alma que lleva el diablo” y tomó una considerable ventaja ya desde el inicio, completando la primera parte de la carrera (hasta Roma) a una velocidad promedio de 125 km/h, a pesar de un accidente en el que perdió su guardabarros delantero izquierdo y dañó el capot-motor. A su paso por Livorno un segundo accidente dañó su suspensión trasera y estropeó el asiento del navegante.
Sin dejarse intimidar por estos reveses Nuvolari llevó al límite su Ferrari y consiguió sacar una ventaja de apenas 29 segundos a Biondetti cuando alcanzaron Bolonia. El coche estaba muy deteriorado y, cuenta la leyenda que en Módena, viendo su estado, fue el propio Enzo Ferrari el que le rogó que parara, porque era una situación muy peligrosa. Nuvolari no hizo caso y «Il Commendatore» como última opción, mandó a un sacerdote ponerse en el medio de la pista para impedir su paso. Ni por esas. Finalmente cuando la carrera discurría por Reggio Emilia, la suspensión dañada cedió y, a regañadientes, Nuvolari se vio obligado a retirarse. Gracias a ello, Biondetti pudo hacerse, por segundo año consecutivo, con una victoria más fácil de lo esperado.
No os perdáis la segunda parte de esta apasionante historia.
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Via | Alfa Romeo, BMW, Ferrari, Mercedes Benz, Mille Miglia, Museo Mille Miglia