Los circuitos de carreras son unos caminos peculiares, ya que terminan justo en el mismo lugar en el que empiezan, por lo que no llevan a ninguna parte. Sin embargo, cada curva y cada recta de su trazado son únicos. Los pilotos están obligados a no salirse de sus límites, a mantener una velocidad, dirección y distancia de frenados para evitar salir del asfalto.. y perder tiempo. No cumplir estos requisitos pueden desencadenar un error fatal, sobre todo en el circuito de Lingotto, una pista de pruebas situada en lo alto de un edificio.
Corría el año 1915 cuando el capo de Fiat, Giovanni Agnelli, encargó al joven arquitecto Giacomo Mattè-Trucco el diseño de la nueva fábrica de la marca en el distrito del Lingotto, a las afueras de Turín. Además de las plantas de producción, oficinas y salas de reuniones debería incorporar una pista para probar los coches recién terminados. La solución de Mattè-Trucco y el ingeniero Ugo Gobbato fue excepcional: la colocaron en la azotea de la fábrica de cinco pisos.
El resultado fue aplaudido hasta por el célebre arquitecto Le Corbusier, que lo cita en su libro de 1923 Vers une architecture, si bien no habla de una pista sobre un tejado, sino de un edificio construido bajo un circuito. No le faltaba razón al arquitecto franco-suizo. En Lingotto, el circuito no sólo marca la velocidad y la ruta de los coches, sino que define con precisión la forma y las dimensiones del edificio sobre el que se sustenta. Incluso la manera de acceder a la cubierta, mediante una rampa helicoidal interior, está concebida por la existencia de ese circuito de carreras, que gira y gira por tiempo infinito a treinta metros de altura.
Inaugurado enl 22 de mayo de 1923, con la presencia del rey Víctor Manuel II, la fábrica era un compendio de los nuevos sistemas de construcción de la época, a base de elementos prefabricados de hormigón armado y pretensado. Contaba con una insólita línea de montaje en espiral, que se movía a través del edificio, si bien su gran diferencia con el resto de fábricas era la pista de pruebas de hormigón en la azotea.
Fiat necesitaba esa fábrica, ya que tras la Primera Guerra Mundial el país estaba en plena expansión económica… y la marca dominaba con mano de hierro las ventas locales, con un 80% de cuota de mercado. El símbolo de ese momento es Lingotto, la mayor fábrica de Europa en aquel momento y la segunda del mundo, por detrás del complejo River Rouge de Ford. Y en su cúspide, el circuito. Cada planta del edificio estaba especializada en una parte del ensamblaje del coche. En la planta baja se recibían las materias primas y las piezas, que iban tomando forma hasta convertirse en vehículos, siempre en espiral camino de la cima del edificio.
Cuando un Fiat había terminado su ascenso a través de las cinco plantas de la fábrica de Lingotto, salía del edificio a través del techo, donde se probaba para saber si en las pantas inferiores habían realizado bien su trabajo. Si esto era así, volvía al nivel del suelo, por una de las dos rampas de acceso en espiral, situadas en cada extremo de la pista de pruebas.
Allí se probaron coches clásicos como el Fiat 124 Spyder, el Fiat Topolino… Si tienes un Fiat realizado entre 1923 y 1970, es posible que su primer kilómetro fuese completado en la pista de pruebas de la azotea de Lingotto. De esta fábrica salió gran parte de la producción hasta la década de 1970, cuando el diseño de la factoría quedó obsoleto, con la llegada de los robots y otras técnicas de fabricación de automóviles más modernas. En 1982 la fábrica se cerró oficialmente y el último coche que salió de sus líneas de montaje fue un Lancia Delta.
La pista de pruebas de Lingotto se hizo tan conocida o más como la fábrica sobre la que estaba asentada. Es única en su especie, de ahí que apareciese brevemente en la célebre película Italian Job, durante la famosa secuencia de persecución… aunque pocos se dieron cuenta de que esa escena había sido grabada en altura.
Hoy en día, décadas después de su cierre, este edificio que fue la vanguardia de la tecnología no ha quedado en el olvido. Se ha reinventado como un espacio abierto al público, con tiendas, un teatro, un centro de convenciones y un motel exclusivo. Incluso la pista de pruebas de la azotea está intacta. Hoy se utiliza sobre todo como un espacio de encuentro entre empresas y clubes de automóviles, así como una atracción turística y publicitaria (la imagen que encabeza este artículo se realizó durante un evento de Red Bull, el 26 de septiembre de 2011).
Ver los vehículos en marcha no está a la altura de la espectacularidad del edificio, como podrás comprobar en el vídeo que te dejamos a continuación, pero nos encanta saber que una obra arquitectónica así no ha sido demolida y tiene todavía una función que recuerda su importancia, no hace tantos años:
Fuente: Wikipedia, Jalopnik
Galería de fotos: phileole, nicholasnova, Wikimedia, Google Earth.